"Si el museo no puede ayudar a que haya cambios, entonces no sirve"
"Si el museo no puede ayudar a que haya cambios, entonces no sirve"

"Si el museo no puede ayudar a que haya cambios, entonces no sirve"

#CulturaAccesible
Tras la primera etapa del programa de asesoría e intercambio del Smithsonian Institution, que vincula a la Argentina con Estados Unidos, una de sus representantes contó su experiencia de trabajar con Museos argentinos y habló sobre la accesibilidad cultural
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Uno de los programas del Instituto Smithsonian propone diversas acciones de cooperación y colaboración entre la Argentina y Estados Unidos, con el objetivo de incentivar el intercambio y la difusión de experiencias y prácticas de trabajo. La asesoría de los proyectos, seleccionados a través de una convocatoria abierta de la Secretaría de Cultura de la Nación y la Embajada de Estados Unidos, durará 18 meses, en un proceso dividido en distintas instancias.

Como parte de la primera etapa, las especialistas del Smithsonian visitaron cada una de las instituciones seleccionadas para conocer y delinear los pasos a seguir, a través de encuentros presenciales y rondas de trabajo. La recorrida finalizó el 25 de octubre, con una charla abierta, en el Museo del Cabildo, sobre la accesibilidad en museos y su potencial en tanto espacios de inclusión y transformación social.

Una de las especialistas de la Institución, que llegó a la Argentina para implementar la primera etapa del programa, Molly Fannon, Directora de la Oficina de Relaciones Internacionales y Programas Globales del Smithsonian, nos cuenta su experiencia sobre el trabajo en conjunto con museos de todo el mundo, y nos introduce en el universo de la accesibilidad cultural.


(Foto del primer encuentro: los representantes del Smithsonian Institution en el Museo del Cabildo).

-¿Qué es lo primero que observa en un museo o una institución cultural? ¿Qué es lo primero que buscan o ven sus ojos?

-Para contextualizar mi respuesta, es importante decir que pertenezco al mundo de las comunidades, y no al mundo de los museos. Un museo sólo debe existir si satisface una necesidad de la comunidad. Contar sobre la historia sirve, sí, pero siempre que se la cuente para dar espacio, para que la gente se junte, para que tenga conversaciones sobre el presente, sobre qué podemos aprender del pasado para informar sobre nuestro hoy y nuestro futuro; esto es lo más importante. Y esto es imposible sin conexiones de verdad y de confianza con la comunidad. Los museos no pueden ser lo rígidos que eran en el siglo pasado. El nuevo museo mundial es un museo que abre las puertas a la comunidad, que no sabe todo, y está muy cómodo en decir que su existencia no empieza ni termina con su colección. El museo debe plantear una conversación continua con la comunidad.

-Esta perspectiva le adjudica al museo un rol transformador, ¿no es cierto?

-Totalmente, como un catalizador para cambios sociales, con raíces en el arte, en la historia o en su tema específico. Pero es importante que esas raíces existan en tanto lleven a cambios sociales, para que el mundo sea mejor en el futuro que ahora.

-¿De qué hablamos cuando decimos Accesibilidad Cultural?

-La definición típica hace referencia a poder brindar acceso a lo cultural a gente con capacidades diferentes. Pero creo que sería mejor una definición mucho más amplia. Para que la cultura sea realmente accesible, hay que arrancar desde el punto de vista de que la cultura nos pertenece a todos, no solamente a la gente que puede llegar, o a la gente con educación oficial, sino a todos.

-¿En qué medida los nuevos dispositivos digitales aportan a una mayor inclusión?

-Creo que las herramientas digitales tienen un rol importante, pero el museo no puede empezar ni terminar en lo digital. Si hay comunidades que están a mucha distancia de un determinado espacio o centro cultural, estos tienen la responsabilidad de ir y conectarse igual con esa comunidad aún cuando esta se encuentre lejos. Es muy importante el rol de los medios sociales porque las comunidades de jóvenes, por ejemplo, se comunican a través de las redes. El museo tiene que estar donde está su audiencia; no puede descansar en los medios tecnológicos o sociales ni depender de ellos, porque no resuelven todos los problemas. Se puede empezar una conversación con la gente a través de las redes, pero no alcanza, es preciso invitarla a venir y si no puede, hay que buscar la manera de ir hacia ella. Hay que conversar con el público y estar frente a frente.


(La charla abierta, en el Cabildo)


-¿Podría compartir con nosotros algún ejemplo concreto de conversación entre un museo y una comunidad determinada?

-Seis semanas antes de nuestra famosa elección en Estados Unidos, abrimos el nuevo museo de los afroamericanos, en Washington. El National Museum of African American History and Culture abrió al público en septiembre de 2016. Fue un momento tremendo en nuestra historia. Estaban presentes los ex presidentes Obama y Bush, y muchísima otra gente. En este caso, lo importante es que el museo está vivo, y está sirviendo como espacio. Son muy frecuentes en Estados Unidos los conflictos entre la policía y la comunidad afroamericana. El museo, como espacio, como una institución que inspira y merece confianza, abre las puertas para que venga la policía y venga la comunidad afroamericana y tengan las conversaciones que tengan que tener. Así, la comunidad está informando cómo va cambiando el museo; y eso es lo más importante. Porque puede haber un museo con arte, con historia, un museo bien diseñado, un museo con mucha inversión de dinero, pero si el museo no puede ayudar a que haya cambios, entonces no sirve.

-Es decir que el museo de hoy tiene un rol transformador, pero además un rol social de contención.

-Efectivamente. En Estados Unidos se han hecho una serie estudios que arrojaron que las instituciones oficiales ya no inspiran confianza, ni siquiera las universidades, pero sí los museos. Entonces, tenemos la responsabilidad y la obligación de usar esa confianza para mejorar nuestro mundo. Suena como una meta imposible, pero no lo es. Realmente estamos escuchando qué necesidades hay en las comunidades, porque somos parte de ellas, y abriendo las puertas a las comunidades, aunque haya riesgos o pueda ser controvertido. Pero es muy importante que esto ocurra.

-¿Qué le dejó la visita al país?

-Lo que he visto en Mariano Benítez, en la localidad de Pergamino, y también en el Cabildo, es que no son solamente museos típicos. El Museo de las Batallas de Cepeda, en Benítez, es el museo del pueblo, de una localidad que tiene tan solo 100 habitantes. El museo cuenta la historia de este rincón de Argentina, de la comunidad, de la guerra civil y de la formación de una Nación. El museo puede ser un catalizador para dar una nueva vida a ese pueblo, que realmente se está muriendo. La gente se está yendo porque no hay oportunidades económicas. La idea del director es que el museo pueda contar la historia de la cultura de Benítez, que pueda cambiar su futuro y transformarse en un centro de nuevo pensamiento. Si los espacios cierran sus puertas y la gente se va, entonces la cultura de ese pueblo, importante para él, pero también para el país, desaparece.

Tengo el honor de trabajar, desde el Smithsonian, en la sobrevivencia de la cultura. La presión económica en el mundo a veces hace difícil que algunas culturas sobrevivan. Ese museo en Benítez tiene la chance de ayudar a que el pueblo sobreviva.