El arte del buen vivir: diseño francés en el Museo Nacional de Arte Decorativo
El arte del buen vivir: diseño francés en el Museo Nacional de Arte Decorativo

El arte del buen vivir: diseño francés en el Museo Nacional de Arte Decorativo

La muestra “No taste for bad taste” presenta 40 piezas y muebles del siglo XXI, para celebrar lo mejor del diseño, moda y artes de Francia; el director del MDAD, Martín Marcos, repasa los conceptos más importantes de la exhibición
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Realizados por Ligne Roset, Philippe Starck y Hermès -entre otros diseñadores industriales y marcas franceses-, se presentó la muestra “No taste for bad taste”, en el Museo Nacional de Arte Decorativo de Decorativo, que reúne 40 piezas y muebles para conmemorar los 40 años del apoyo del Gobierno francés al diseño.

Las piezas fueron seleccionadas por cuarenta personalidades de la moda, el diseño y las artes. Entre ellas, Christian Liaigre, Pierre Yovanovitch, Paola Antonelli (MoMA), Chantal Thomass (diseñadora de moda), Gunjan Gupta (diseñadora). Además, cada una de estas obras del diseño se reúnen a través de una escenografía poética creada por el diseñador Jean-Charles de Castelbajac que, a su vez, construyen una representación del art de vivre francés. Así, dan lugar a la elegancia y el lujo, pero también a la audacia, la apertura cultural, el equilibrio entre creatividad e industria, y la innovación sustentable.

Se trata de una exposición itinerante que, desde su inauguración en el Instituto Francés de Milán en 2017, ya pasó por diferentes lugares como el Venice Palazzo Rossini, la Cumbre Mundial de Montreal, el Distrito de Diseño de Miami para Art Basel, el Museo de A + D de Los Ángeles, la Feria ICFF, Nueva York. Luego de su estadía en Buenos Aires, continuará su viaje hacia el Centro Nacional de Diseño de Singapur, desde el 20 de marzo hasta mayo de 2019. La idea, siempre la misma: celebrar lo mejor del diseño francés.

Algunas de las obras que se presentan son Ben Hur (2010): creada por el famoso diseñador Jean-Paul Gaultier, en la que distintos elementos se incorporan, exponiendo cierta extrañeza, pero sin perder comodidad ni funcionalidad. Borghese (2012) es un sillón de Noé Duchaufour Lawrance que se aleja de lo clásico para definirse con una gran personalidad propia, en la que los verdes son los protagonistas. Mientras tanto, sillas como Ange (2008), de Jean-Charles de Castelbajac, conservan cierto espíritu del art nouveau: las curvas fluidas y ondulaciones asimétricas continúan presentes, pero siempre con una mirada actual y contemporánea.

El director del Museo Nacional de Arte Decorativo, Martín Marcos, nos cuenta más sobre esta exposición y reflexiona sobre los lazos siempre tensos entre diseño, arte y consumo sustentable.

-¿Cuál es el diálogo entre arte y diseño, pasado y futuro que propone esta muestra?

-Es vocación del MNAD establecer, aquí y ahora, un diálogo reflexivo entre las artes aplicadas y el diseño actual, el pasado y el futuro, lo clásico y lo moderno, desde distintas culturas y miradas. Nada mejor, en el centenario del Palacio Errázuriz-Alvear de Buenos Aires, que este refinado espacio creado por los más destacados diseñadores y arquitectos franceses de la Belle Époque, reciba en sus salas a los actuales exponentes de le French Design: 40 íconos del diseño contemporáneo francés. Dos tiempos y dos paradigmas que nos muestran cambios y continuidades, herencias y transgresiones en la producción y el diseño francés, como proyección estratégica de un país en términos económicos y culturales. Las artes decorativas son a los siglos XVIII y XIX lo que el Diseño es a nuestra contemporaneidad y, por eso, un diálogo de contrastes siempre resulta estimulante y enriquecedor.

-¿Qué tiene de característico el diseño francés?

-Más allá de la diversidad de las escuelas, lo que caracteriza al diseño francés es su intensa determinación por encontrar el equilibrio perfecto entre la tradición y la apertura cultural, la industria y la creatividad, el savoir-faire (saber hacer) y la audacia, la elegancia con un toque de lujo, la innovación sustentable y el desenfado, sin jamás caer en la vulgaridad. Un homenaje a la libertad y la buena vida: el arte de vivir, eso que Francia sigue representando y transmitiendo con más vigencia que nunca y que tanto ha marcado en términos culturales a Buenos Aires y los argentinos. Por algo seguimos siendo la París del Sur, o como dijo André Malraux: "Buenos Aires es la capital de un imperio que nunca existió".


 
-¿Cómo se abordan los muebles desde el campo artístico? ¿Se los puede considerar como obras de arte?

-Sí, esto se hace presente en el discurso simbólico, de significados y significantes, a través de refinados objetos de una estética compleja y sugerente, de alta densidad intelectual y crítica ironía, en el que los límites entre diseño y arte se fusionan y potencian.

-¿Cómo se podría trazar el recorrido de los muebles de la Belle Époque francesa al siglo XXI?

-La cuestión de las artes decorativas tenía su centro en su capacidad de disimular la función, de aparentar y "embellecer" desde una lógica ornamental. El diseño moderno va reivindicar la belleza de lo funcional y de la honestidad. La forma debe seguir a la función, la belleza está en la esencia de los materiales, interpretando cuál es su genuina vocación. Ya no hace falta aparentar ni tapar nada. "Ornamento es delito", diría Adolf Loos, en 1909. Hoy se trabaja sinérgicamente, en los objetos contemporáneos, la dualidad apolíneo-dionisíaca (razón-sentimiento), apelando a los sentidos, recuerdos y aspectos fenomenológicos sin descuidar la función, la técnica y su materialidad. Útil, bello y con significado.


-¿Estos muebles o piezas de diseño pueden dar cuenta de cierta concepción de época y abrir el debate sobre diseño y consumo responsable?

-Los objetos de uso cotidiano, así como la arquitectura o el diseño de indumentaria, son emergentes de unas determinadas condiciones y aspiraciones socioeconómicas y culturales. También hay discursos de clase y estrategias de mercado que legitiman la sociedad del hiperconsumo. Diseño y consumo establecen relaciones permanentemente, entre ellas las vinculadas al par ética-estética. Ahí no debemos ser ingenuos. Es necesario abrir el debate y generar una mirada crítica que contribuya a la sostenibilidad y un consumo responsable. El planeta y la humanidad se juegan aquí uno de sus mayores desafíos. La muestra también debería servir para reflexionar sobre estas cuestiones y ahí es cuando los museos podemos cumplir un rol estratégico en nuestras sociedades.