Auguste Rodin y la Argentina
Auguste Rodin y la Argentina

Auguste Rodin y la Argentina

Arte
En un nuevo aniversario de su nacimiento, recordamos algunos momentos del artista francés en su paso por nuestro país: sus obras, polémicas, críticas y su título de “padre de la escultura moderna”
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“Es difícil concebir algo más feo, vulgar, casi repulsivo y, por lo tanto, menos parecido a Sarmiento que el perfil de su estatua (...). Sarmiento era feo, pero no tenía un cráneo de degenerado ni era su cabeza la de un notario o la de un farmacéutico de aldea”, publicó una vez el diario La Nación, cuando el artista francés Auguste Rodin había realizado la escultura a pedido en 1894, seis años después de la muerte de Domingo Faustino Sarmiento. 

La relación de Rodin con la Argentina comenzó a fines del siglo XIX, cuando el país -la cúpula del poder y la aristocracia- miraba idealmente hacia la tierra francesa, con la intención de imitar determinada idiosincrasia. Por supuesto, eran muy requeridos los artistas franceses a la hora de encargar los monumentos para recordar y homenajear a los gobernantes y próceres argentinos.


(Auguste Rodin, por George Charles Beresford).

Sombras y luces de un artista francés en la Argentina

Así llegó la recomendación de una nueva escultura a Rodin, en 1894, quien en los contratos para llevar a cabo su trabajo determinaba ante todo la libertad para crear. Esa obra que el escultor produjo para representar al expresidente y “Padre del aula” en bronce, y que hoy está ubicada en el parque Tres de Febrero, desató en aquel momento una polémica entre los entendidos de las artes. Y esto se hizo saber en el propio pedestal sobre el que estaba montada la pieza: luego de dos días de exhibición, el Sarmiento de Rodin apareció con distintas inscripciones que la desaprobaban y desacreditaban. Sin embargo, Rodin siempre lo había dejado en claro y así lo expresó en 1898:

“Para mí, la escultura moderna no debe ser una imitación de la fotografía. El artista no solo tiene que trabajar con su mano, sino sobre todo con su inteligencia”. Aunque se ofreció para corregirla, nunca lo hizo.

Aun así, las polémicas continuaron. Ya había sucedido algo parecido con otras de sus obras, como "El vencido", que fue muy criticada por su grado de realismo. También con un desnudo de Victor Hugo, que había realizado en 886 para el Panteón de París. Según trascendió, jamás llegó a exhibirse.

Controversias de un pensador 

Por su parte, su escultura El pensador tampoco estuvo libre de polémica. Antes de ser conocida con su título actual, la pieza había sido bautizada como El poeta. La figura estaba concebida como un creador que observaba a los condenados —aquellos representados en el texto de Dante Alighieri—, vagando por los diferentes círculos del infierno. En ese primer momento, solo medía 0,70 centímetros, e iba a ser destinada para una parte de La puerta del infierno (en colaboración con su amante, la artista Camille Claudel), que sería enviada al Museo de Artes Decorativas de Francia.

Fue en 1903 cuando se reprodujo a una escala mayor: casi 1,90 centímetros. Algunos expertos en su obra aseguran que se liberó de ciertos accesorios que, justamente, habían sido pensados para la Puerta. Esto fue lo que le otorgó un carácter mucho más universal, y si bien sus contemporáneos criticaron la obra del artistas por su acentuada musculatura (la cual se alejaba de los parámetros estéticos para una alegoría o representación de la mente) su cuerpo y desnudez pudieron atravesar las barreras del tiempo para no asentarse en ninguna época en particular.

En este sentido, el propio escultor expresó: “Mi idea fue representar al hombre como símbolo de la humanidad. Al hombre rudo y laborioso que se detiene en plena tarea a pensar y a ejercer una facultad que lo distingue de los brutos”. En 1922, la escultura se trasladó al Museo Rodin de París.

El pensador llega a Buenos Aires

Fue el pintor y padre de la historia del arte en la Argentina, Eduardo Schiaffino, como primer director del Museo Nacional de Bellas Artes, quien solicitó una copia de la obra francesa que vino directamente de París, en 1907. 

Fundida en bronce a partir del molde original y que también lleva la firma de Rodin, iba a ser emplazada en las escalinatas del Congreso de la Nación, pero la demora del edificio hizo que se ubicara a espaldas de la fachada principal, en la plaza aledaña. Allí, se exhibió por primera vez durante el Centenario de la Revolución de Mayo.

En mayo de 2018, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires retiró la obra para su limpieza y restauración. Además, se duplicó la altura del pedestal para apreciarla mejor y con mayor perspectiva por quienes circulen por la Plaza del Congreso. Luego de tres meses de trabajo, y junto con autoridades y expertos del Museo Rodin de Francia, la escultura volvió a su sitio original.

El artista francés siempre fue polémico para los ojos de su propia época. No obstante, y a la distancia, dejó su huella en la renovación que supo construir en el arte moderno. La Argentina fue testigo de ello.

Hoy contamos con muchas de sus obras, entre ellas, más de treinta piezas que son parte del acervo permanente del Museo Nacional de Bellas Artes. La defensa (1879); La tierra y la luna (1901-1904); El beso (1881-1882); La mano de Dios (1895); La Danaide (1886); Cabeza monumental de Balzac (1898) son algunas de las más emblemáticas.

Schiaffino había sido en el encargado de comprar, en 1906, varias obras a Rodin. La eterna primavera, por su parte, se exhibe en el Museo Nacional de Arte Decorativo, entre tantas otras que se pueden ver en distintos museos de la Ciudad de Buenos Aires.

¿Quién fue Auguste Rodin?

Nacido en París, el 12 de noviembre de 1840, Auguste fue alumno de Jean-Baptiste Carpeaux en la Escuela de Artes Decorativas, y de Antoine-Louis Barye en el Museo de Historia Natural, dos escultores a los que admiró y en quienes se inspiró a partir de sus obras. De origen modesto, durante sus primeros años se ganó la vida como ayudante de decoradores. Luego llegó su propia producción. Fue muy criticado por el toque inacabado de sus piezas, y logró convertirse, según el relato historiográfico de las artes, en “el padre de la escultura moderna”. Sus obras forman parte de los museos más importantes del mundo.


(Auguste Rodin en su taller. Foto: El Norte de Castilla).

El artista murió en Meudon, Francia, el 17 de noviembre de 1917.

 

Foto portada: Auguste Rodin en su museo en Meudon. Crédito: Hulton Archive/Getty Images.