Rodolfo Walsh y el ajedrez, una pasión transformada en literatura
Rodolfo Walsh y el ajedrez, una pasión transformada en literatura

Rodolfo Walsh y el ajedrez, una pasión transformada en literatura

Efemérides
En un nuevo aniversario del nacimiento del periodista y escritor Rodolfo Walsh, el 9 de enero de 1927, ahondamos en una de las pasiones que más desveló al autor de Operación Masacre: el ajedrez. Fanático de la disciplina desde chico, se sabe que el rionegrino pasaba largas horas en los bares de La Plata mirando los tableros y jugando. En su propia obra, el ajedrez ocupó un lugar relevante. Lo repasamos.
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Rodolfo Jorge Walsh nació el 9 de enero de 1927 en el Pueblo Nuevo de la Colonia de Choele-Choel, ciudad de la provincia de Río Negro que más tarde pasaría a llamarse Lamarque. Fue un periodista, escritor y traductor, que a los 14 años viajó a Buenos Aires para completar sus estudios secundarios, pasando primero por un colegio de monjas en Capilla del Señor y más tarde por un colegio pupilo a cargo de curas irlandeses. Su pasión por la literatura lo llevó a estudiar durante dos años la carrera de Letras, en la Universidad de La Plata, pasando por distintos oficios para sobrevivir y paralelamente publicando sus primeras notas periodísticas y cuentos en medios platenses y bonaerenses.

En esos lares, se enamoró perdidamente de Estudiantes de La Plata, el club del que era hincha, y en practicó durante largas horas su deporte favorito: el ajedrez.

Además de destacarse por su obra, considerados por muchos como la precursora del Nuevo Periodismo, Rodolfo Walsh integra desde el 25 de marzo de 1977 la larga lista de desaparecidos durante la dictadura militar iniciada en 1976. ‘Operación Masacre’, su obra cumbre, se basa en una investigación periodística escrita en 1957 que esconsiderada la primera novela de no-ficción.

El prólogo, precisamente, está ambientado en el club donde el escritor se juntaba a jugar al ajedrez, y en donde escuchó los primeras noticias sobre los fusilamientos clandestinos.

El ajedrez: un mundo mejor

“La primera noticia sobre los fusilamientos clandestinos de junio de 1956 me llegó en forma casual, a fines de ese año, en un café de La Plata donde se jugaba al ajedrez, se hablaba más de Keres o Nimzovitch que de Aramburu y Rojas, y la única maniobra militar que gozaba de algún renombre era el ataque a la bayoneta de Schlechter en la apertura siciliana”. (Prólogo Operación Masacre).

Aron Nimzowitsch, danés de origen letón, fue uno de los grandes maestros del ajedrez y la figura más importante de la escuela hipermoderna. Paul Keres, por su parte, fue uno de los mejores jugadores de ajedrez de todos los tiempos que nunca llegó a ser campeón del mundo, y por eso es conocido como “el eterno campeón sin corona”. Rodolfo vivía rodeado de esa cultura, en un club que se hablaba más de “Keres o Nimzovitch” que de política. La prosa de Walsh nos comparte su mundo. El prólogo continúa, el narrador sale del bar escuchando estruendos y ante un panorama trágico solo añora volver al ajedrez.

“Después no quiero recordar más, ni la voz del locutor en la madrugada anunciando que dieciocho civiles han sido ejecutados en Lanús, ni la ola de sangre que anega al país hasta la muerte de Valle. Tengo demasiado para una sola noche. Valle no me interesa. Perón no me interesa, la revolución no me interesa. ¿Puedo volver al ajedrez?"

Puedo. Al ajedrez y a la literatura fantástica que leo, a los cuentos policiales que escribo, a la novela “seria” que planeo para dentro de algunos años, y a otras cosas que hago para ganarme la vida y que llamo periodismo, aunque no es periodismo. La violencia me ha salpicado las paredes, en las ventanas hay agujeros de balas, he visto un coche agujereado y adentro un hombre con los sesos al aire, pero es solamente el azar lo que me ha puesto eso ante los ojos. Pudo ocurrir a cien kilómetros, pudo ocurrir cuando yo no estaba". (Operación Masacre).

El bar Rivadavia

Otro de los cuentos de Rodolfo Walsh en donde el autor dedica varias líneas al ajedrez tiene un nombre de origen alemán: “zugzwang”, y significa algo así como jugada obligatoria. Nuevamente, nos introduce en la nomenclatura del juego, jugando al mismo tiempo con las palabras y la con extrañeza del término. Mientras tanto, Walsh habla de sus personajes y nos ubica en el Bar Rivadavia.


(Con Lilia Ferreyra en la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata).

“En el bar Rivadavia, donde nos encontramos casi todas las noches, se juega a muchas cosas. El comisario prefiere el casín. Yo prefiero el ajedrez. De esta irreductible diferencia ha salido de todo: desde el patético mate Pastor hasta el más feroz desparramo de bochas y palitos.

(...)

Ante el tablero, el comisario practica un juego solapado y simple. Quiero decir que cultiva la agachada y el garrotazo por la espalda. Serio, impávido, paquidérmico, hasta que lo calza a uno. Entonces le brillan los ojitos, se vuelve sentencioso y sobrador, menciona a una misteriosa tía Euclidia que le enseñó a jugar lo poco que sabe… A esa altura de las cosas, aún se puede abandonar la partida con dignidad. Si uno engrana, las carcajadas del comisario atronarán el café, sus dichos encenderán la sonrisa de los mozos, acudirán los eternos mirones, comentarán lo perdido que está uno, ensayarán presuntas jugadas salvadoras”.

Con la destreza característica del escritor, podemos inferir las pocas cualidades ajedrecísticas del comisario, y a su vez calcular el “handicup” de Walsh, que según sus palabras perdía una vez cada cinco contra el oficial. Entre esas partidas también podemos imaginar los diálogos que las páginas de Zugzwang nos procura.

“Claro que este no es el desarrollo normal de los acontecimientos. Las estadísticas demuestran que me gana una vez de cada cinco que jugamos. Anoche, por ejemplo, lo maté en pocas.

—La vida tiene situaciones curiosas —dijo Laurenzi, después de consolarse con una grapa doble—. Posiciones de zaguán, como usted dice.

—¡Zugzwang, comisario!

—Eso mismo —respondió sin inmutarse—. Porque, vamos a ver, usted que es leído, ¿qué es una posición de zaguán?

—La posición de zugzwang —expliqué— es en ajedrez aquella en que se pierde por estar obligado a jugar. Se pierde, porque cualquier movida que uno haga es mala. Se pierde, no por lo que hizo el contrario, sino por lo que uno está obligado a hacer. Se pierde porque uno no puede, como en el póker, decir «paso» y dejar que juegue el otro. Se pierde porque…

Finalmente, volviendo a la ambientación y al paso del tiempo, Walsh coloca al ajedrez como sosten del tiempo, una disciplina milenaria que nos verá mover a fichas a todos.

“Yo vengo aquí desde que usted era un chico. Hace veinte años ya se jugaba al ajedrez en estas mesas. Ese lenguaje que usted oye, esas frases hechas que no escucharía en ninguna otra parte, esos chistes que nadie de afuera entendería, se han ido formando con el tiempo. Una costumbre, una comodidad, un vínculo borroso pero fuerte”. (Zugzwang).

El arte de matar

También en el teatro habló de este juego, en su obra ‘La batalla’, en 1965, y en otro de sus cuentos que más tarde pasó a la pantalla grande, en una película dirigida por Santiago Carlos Oves. Se trata de Asesinato a distancia, relato donde el tablero de ajedrez es todo lo importante, y hace mención a la apertura Gambito de Dama.


(La película inspirada en el cuento de Walsh fue protagonizada por Patricio Contreras, Héctor Alterio, Laura Novoa y Fabián Vena).

“Daniel se acercó en puntas de pie a la biblioteca y se asomó. El cuadro que se presentó a su vista era grotesco. Osvaldo estaba sentado ante una mesita, con los ojos clavados en el tablero de ajedrez. Lázaro giraba a su alrededor con veloces movimientos simiescos y se frotaba las manos al tiempo que chillaba:

—¡Mate! ¡Jaque mate! ¿Adónde va ese rey? ¡La apertura Orangután es invencible! ¡la, ja, ja! ¡En dieciséis movidas! ¡Jaque mate! ¿Vamos otra? ¡Le juego a ciegas! ¡Ja, ja, ja! ¡Le doy la dama de ventaja!.

(Asesinato a distancia).