Delia Cancela: “Practico el optimismo con desesperación”
Delia Cancela: “Practico el optimismo con desesperación”

Delia Cancela: “Practico el optimismo con desesperación”

En una entrevista con la sensibilidad a flor de piel, la artista desnudó sus pasiones, sus alegrías y su dejo de tristeza siempre presente
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La artista plástica, oriunda de Mar del Plata, fue una de los 8 distinguidos con el Gran Premio a la Trayectoria 2018. Conocé su vida en esta nota, y visitá la muestra de las obras seleccionadas hasta el 28 de diciembre en el Museo Nacional de Bellas Artes

“Feminista de la primera hora”, como se reconoce a sí misma, Delia Cancela es una artista multifacética. En noviembre pasado recibió el Gran Premio a la Trayectoria 2018, otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación, mientras se preparaba para su exposición: “Delia Cancela. Reina de corazones 1962-2018”.

La artista, su obra, su voz

“Reina de corazones” es una exposición antológica que recorrió los principales trabajos de Delia desde los años '60 hasta la actualidad. Estuvo expuesta hasta marzo de 2019 en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, el MAMBA, donde nos encontramos con la artista. Iluminada por el rojo furioso de su obra, Delia apoya su cuerpo en un banco y deja caer sus brazos, como invitando a hablar de todo.

Retrospectiva

Delia Cancela nació en Buenos Aires en 1940. Desde 1964 trabajó en forma colectiva con su pareja Pablo Mesejean. Juntos expusieron en algunas de las galerías de arte más reconocidas del mundo y recibieron cantidad de distinciones. En los años '80 retomó su carrera individual y expuso en el Centro de Arte y Comunicación en Buenos Aires y en diversas galerías de París, Europa y Asia. En el 2000 realizó su muestra retrospectiva en el Centro Cultural Parque de España, en Rosario. Más tarde participó de exposiciones colectivas como The World Goes Pop, en la TATE Modern o Mujeres radicales: arte latinoamericano, 1960-1985, en el Hammer Museum de Los Ángeles. Su obra integra las colecciones del Museo Victoria and Albert de Londres, Museo Nacional de Bellas Artes, y Museo Provincial de Bellas Artes “Emilio Pettoruti”, entre muchos otros. 

-¿Cómo supiste que querías dedicar tu vida al arte?

-Comencé muy chica. Creo que maduré muy rápido, a los 12 años. Practicaba danza y me gustaba mucho. Quería ser bailarina, pero era muy tímida. Recuerdo haberme preguntado si lo que quería era bailar o pintar. Descubrí que quería pintar. Y ahí empecé bellas artes. Ese fue mi comienzo en el mundo del arte.

-Diseñadora de moda, vestuarista y una artista visual con todas las letras. ¿Cómo describís tu estilo?

-Es difícil decir algo sobre uno mismo o sobre la propia obra. Creo que en mis muestras las imágenes son mi obra. La obra es mi vida. Y por consiguiente, mi obra tiene momentos muy alegres y momentos más críticos, más serios. Mi obra es mi vida, mi camino.

-En una oportunidad contaste que hay un dejo de tristeza que te acompaña desde siempre. ¿A qué lo atribuís?

-Cuando digo que una tristeza me acompaña... digo que soy desesperadamente optimista. Tengo una pequeña tristeza que me acompaña desde siempre; por eso practico el optimismo con desesperación. En la desesperación el optimismo acompaña; se acompañan uno al otro y se anulan uno al otro. Hace un tiempo estábamos en una charla cuatro bastante pesados: Alfredo Arias, Marta Minujín, Juan Stoppani, y yo. Marta hablaba de lo fantástico del Di Tella. Hablaba de lo felices que éramos. Yo le decía: “más o menos, yo no...”. No puedo inventarme un pasado, porque la felicidad la tenes siempre al lado tuyo. Son cinco minutos, diez minutos, un día... momentos. Es lo opuesto a la tristeza, quizá... No es algo que vivís siempre.

-Justamente, sobre el Di Tella, ¿te sentís parte de una generación de artistas disruptivos?

-El Di Tella fue una época maravillosa, es verdad. Fue increíble. Antes del Di Tella fue el Lirolay, para mí y para muchos otros, ese espacio de poder hacer con toda libertad. Sí, fue importantísimo. Ahora, yo me siento parte, pero no soy solamente eso. Cuando me hablan del mítico Di Tella, cuando me hablan de eso que nosotros vivíamos... Viví cosas muy increíbles cuando me fui de acá; viví cosas muy increíbles en Londres. Entonces no puedo decir “eso fue”. Sí, fue eso, fue esto, fue lo otro, y lo otro, son momentos. El seguir haciendo hace que uno también goce de todo lo otro. Lo veo así.

-¿Se puede explicar el arte? ¿Tiene una función social?

-Explicar el arte... No, no se puede. Me parece que tiene una función social importantísima. El arte es política, aunque no estés haciendo política. El arte abre cabezas, enseña, el arte se disfruta, el arte da placer.

-¿Cuál es el motor que impulsa a un artista a crear?

-¡Vaya a saber qué pasa! Es así, es el hacer. El hacer es muy importante; y necesario. Cuando digo que un artista se hace con el tiempo me refiero a que es el hacer que te hace. No importa el tiempo. No pasa por tener 80 o ser muy joven. Lo que cuenta es el hacer. Es muy divertido lo que sucede a veces. Por ejemplo, me despierto a las 5 de la mañana y estoy proyectando, me imagino muestras, me imagino obras y empiezo obras nuevas. Más tarde, cuando me despierto, me olvido o tengo el recuerdo de algo. Uno siempre está creando. A veces es un impulso, a veces no.

-El textil es un recurso muy presente en tus trabajos. ¿Qué significa que tu obra pueda vestir?

-En un momento sentí la necesidad de volver a salir del cuadro. Por ejemplo, una de las obras en “Reina de corazones” es el delantal vulva, que se puede sacar del cuadro, se puede vestir, se puede hacer lo que se quiera. Empecé con la tela de pintura, después pasé a la ropa; la tela continuó, en la ropa. Después volví otra vez a la tela. En muchos de mis trabajos se ve mi relación con el textil y la costura, como pasa con la envoltura de los libros.

-Como docente inspiraste a una inmensa cantidad de artistas. ¿Quiénes fueron tus mentores?

-Sí, soy docente de diseño, en una institución que se llama ABM. He formado a mucha gente y a veces tengo clínicas en mi taller, pero es algo esporádico. En este momento, no quiero. ¿Quiénes me han inspirado? Simone de Beauvoir, Virgina Woolf... En los años de la escuela, el pintor Antonio Saura.

-La mujer tuvo un rol central a lo largo de tu obra. ¿Por qué?

-Siempre digo que soy una feminista de la primera hora. Cuando era muy joven, saliendo de la Escuela Superior de Bellas Artes, a los 20 años, me preguntaba por qué las mujeres teníamos que cumplir con ciertos requisitos, por qué teníamos que hacer ciertas cosas, por qué el cuerpo tenía que ser mostrado de tal manera. Entonces empecé a trabajar con una obra, que era collage y pintura, un poco dentro del informalismo pero figurativo, que mostraba la condición femenina. Me hacía preguntas continuamente, desde chica, al estilo de Alicia en el país de las maravillas, mi libro de cabecera. Muy bien educada siempre, pero cuestionándome permanentemente por qué, por qué ese rol para la mujer.

-¿Puede ser tu obra un modo de romper y revelarte contra esos mandatos?

-La obra que hice fue de alguna manera cortar con los mandatos. Aunque seguí los mandatos... Cuando conocí a Pablo (Mesejean), me casé con él, porque era lo que la sociedad quería en ese momento. Pero la diferencia es que yo dije “voy a trabajar a la par del hombre”. Dije: “bueno, vamos a trabajar juntos en la misma obra”. Ahí no hay competencia: hombre y mujer en el mismo nivel.

-¿Por qué considerás Alicia en el país de las maravillas como tu libro de cabecera?

-Leí Alicia y después lo tomé como mi libro de cabecera. Pero lo leí en español y para niños. Cuando crecí, me fui a Estados Unidos y lo leí en inglés. Y empecé a leer los textos de Lewis Carroll, el autor. Estos textos no se dirigen a niños, sino a la mujer. En 1993 me invitaron a hacer una muestra en Tokio con los dibujos que había hecho a partir de los textos de Carroll con Alicias de distintas edades. Ellas hablaban de la mujer y de los mandatos sociales. Me asombra mucho el hecho de que para mucha gente Alicia sea un dulce de leche, y no es así. Es muy fuerte Alicia. Me parece que es importante que la gente lea el libro, si es posible, en su versión original.

-¿Por qué “Reina de Corazones”?

-En realidad no soy reina de corazones porque no corto cabezas, yo soy Alicia. Pero trabajé mucho con corazones desde el principio, son parte de mí. Así que “Reina de Corazones” está muy bien, una muestra que abarca desde los '60 a la actualidad. Cuando la recorrí sentí que la descubría, y la amo. Es parte de mi trabajo de cuando era muy joven. Siento que está todo unido.

-¿Cuál es ese hilo conductor?

-La mujer es un hilo conductor, el dibujo, la línea. Esta muestra podría haber estado intervenida por líneas, porque como además no tiene un seguimiento cronológico, sino que está todo mezclado, también muestra que todo va bien, que todo encaja. Si pudiera hacer una línea estaría perfecto. Son diferentes épocas. Son los momentos de mi vida: mis duelos y mis alegrías. Están mis duelos, por eso soy una persona triste también, porque tengo duelos muy fuertes. Está también la alegría, la mujer que baila, alegre, con mucha energía.

-¿Cuál es tu lugar en el mundo?

-No hay un lugar que sienta que es mí lugar. Este es mi lugar, nací acá, me siento muy bien en Buenos Aires. Me siento muy bien en lo humano, aunque muchas cosas de acá no me gusten. Digo que cuando me fui a Francia aprendí lo que era la democracia realmente. Ese lugar también es el mío. Siento que París también me pertenece, porque ahí nació y vive mi hija. Londres ha sido durante mucho tiempo otro de mis lugares en el mundo. Si tuviera que decir ahora, ya, cuál es mi lugar, en este instante diría que mi lugar sería frente al mar, un mar calmo, una sombrilla, una taza de té con algunas cosas ricas para comer.

Estaría feliz. Ese sería mi lugar en el mundo hoy.