Voto femenino: ¿Cómo fue la primera vez que las mujeres pudieron votar en Argentina?
Voto femenino: ¿Cómo fue la primera vez que las mujeres pudieron votar en Argentina?

Voto femenino: ¿Cómo fue la primera vez que las mujeres pudieron votar en Argentina?

A 67 años del día que las mujeres pudieron votar en el país por primera vez, hablamos con María Eugenia Álvarez, la enfermera personal de Evita, y Beatriz Baliñas, delegada censista en la provincia de Buenos Aires. Conocé sus historias.
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Si bien la ley que garantizó el sufragio femenino se promulgó en 1947, se demoró cuatro año el acceso real a las urnas. Durante todo ese proceso, la participación de las mujeres en el ámbito de lo público y en la escena política argentina se fue acrecentando como un torbellino.

El 11 de noviembre de 1951, tras cuatro años de intensa campaña de empadronamiento, más de 3.500.000 de mujeres votaron en el país por primera vez.

Beatriz Baliñas fue delegada censista en la provincia de Buenos Aires, y María Eugenia Álvarez, regente de la Escuela de Enfermería y enfermera personal de Eva Perón. Mujeres muy jóvenes que, casi sin darse cuenta, fueron protagonistas de un periodo histórico clave vinculado a la participación de su género en la escena política. Estas son sus historias.

Beatriz, la delegada censista

Antes, durante y luego de que se aprobase la Ley 13.010, se desplegó una estructura sostenida por mujeres que selló una de las formas de hacer política desde las bases del peronismo: los centros cívicos femeninos, coordinadas por las delegadas y subdelegadas censistas.


Panfleto de los Movimiento del Centro Cívico Femenino “Doña María Eva Duarte de Perón” convocando a la participación de las mujeres

“Yo fui la delegada censista del Partido Peronista Femenino (PPF) Wilde-Avellaneda. Cuando me eligieron, no lo podía creer. Yo tendría 14, 15 años y todo Wilde era mío, desde Mitre derecho hasta Calchaquí. Empezaba a las ocho de la mañana y eran las ocho de la noche y andaba por la calle, sin comer, caminando hasta completar una manzana, y dos, y tres… No me cansaba nunca", recuerda 60 años más tarde Beatriz Baliñas, desde su casa de Caballito. "Era la más chica del Partido, por eso Evita me quería tanto”.

El Partido Peronista Femenino se fundó en julio de 1949, y era la mismísima Eva Perón quien elegía a las delegadas de cada distrito. No tener experiencia política previa era una cualidad, ya que Eva buscaba que sus delegadas estén lo más alejadas posible de los vicios de la política tradicional, incluso las alertaba respecto de que no se dejaran influir ni aconsejar por los hombres del partido.


Delegadas censistas en campaña en Santa Fe

“Me hice peronista por mis hermanas, y ya a los 16 años era la jefa de mi unidad básica femenina. Mi secretaria era la esposa del diputado nacional José Quevedo. ¡Increíble! ¡Yo era una nena y mi secretaria era la esposa de un diputado!! Mi mamá me compraba esos trajecitos sastre y me peinaba con el pelo tirante, rubia, y yo me sentía Evita. Iba y venía a La Plata, llevando decenas de carpetones, porque en ese momento había que hacer cinco fichas para afiliar a la gente!”.

En principio, las delegadas censistas se encargaron de saber cuántas mujeres simpatizantes peronistas había en el país. Luego siguieron censando y empadronando de cara al futuro debut eleccionario, a la vez que se pusieron al hombro la gestión de los centros cívicos femeninos, que funcionaban donde encontraban un hueco: en la casa de alguna vecina, en algún galpón sin uso, departamentos, teatro, salón de comité, dependiendo de la región.


Centro Cívico Femenino

Se llevaron a cabo cerca de 4000 centros en el país. Los hombres tenían el acceso prohibido. Allí se desarrollaban actividades culturales, talleres de taquigrafía, dactilografía, inglés, clases de alfabetización, cocina, corte y confección, y talleres de formación política, entre otras tareas. También se encargaban de la atención primaria. Si bien no lo eran formalmente, funcionaban como parte de la estructura del Estado. 

“Vos hacés de todo y todo te parece poco. Yo estaba en todas las reuniones, en la calle, empadronando, en la unidad básica, en los actos. Me parece que ese trabajo de censista fue toda la vida. A lo mejor no fue tanto, pero ¡cuánto que lo disfruté!”. 

Beatriz trabajó sin descanso hasta que llegó el 11 de noviembre de 1951. Esa mañana fue con sus hermanas y sus primas, que eran comunistas, al convento María Auxiliadora en Barracas, donde la esperaba la mesa de votación y una realidad que había querido negar.

“Fuimos todas juntas, hice la fila con ellas y me quedé llorando como una loca en la puerta. Tenía 17 años... ¡y había que tener 18 años para votar! No tenía consuelo ni libreta cívica", cuenta.



Primera votación con participación de mujeres

La fórmula Perón-Quijano salió victoriosa en las elecciones. Las mujeres superaron en cantidad de votos peronistas a los varones en todos los distritos. También ocuparon bancas: 23 diputadas y seis senadoras nacionales. Junto a las legisladoras provinciales, sumaron un total 109 mujeres elegidas. Aunque los hombres seguían siendo una mayoría importante, en 1953 una mujer fue nombrada Vicepresidenta Primera de la Cámara de Diputados: Delia Parodi, una de las primeras mujeres en el mundo en ocupar un cargo de tan alto nivel.

María Eugenia, la enfermera de Evita

Los últimos minutos de su vida, Eva Perón los pasó en compañía de una mujer, María Eugenia Álvarez, su enfermera. María Eugenia vive en Longchamps, en compañía de su perra Yulisa y de su hermana, que reside en el chalet de la esquina. Su barrio se llama Los Álamos y fue unos de los primeros planes de vivienda en construirse durante la primera gestión peronista. “Recién me entero, mirá que casualidad que justo vengo a terminar viviendo acá”.

Hija de gallegos, nació en Capital Federal.

“Vivía a una cuadra de Pueyrredón y una de Las Heras, ahí donde empieza Recoleta. No tenía ni un vecino peronista, recuerda. A mí, igualmente, no me interesaba la política. Nunca fui peronista. Fui una enfermera argentina más, a la que le tocó asistir a un ser excepcional como lo fue la señora Eva Perón”.

Una mañana de 1950, María Eugenia estaba haciendo curaciones a una paciente, cuando una de las monjas del Hospital Rivadavia le anuncia que el Director quería hablar con ella. María Eugenia se dirigió al despacho del doctor Bengolea, quien le anunció que al día siguiente la pasaría a buscar un coche de la Presidencia para ir a cuidar a la esposa del Presidente de la Nación.

María Eugenia rechazó la tarea, argumentando que había enfermeras con mucha más experiencia. Pero el doctor sentenció: "Vas porque yo te lo ordeno, así como Perón me impuso a mí la dirección de este Hospital".

“Cuando llegué, la señora estaba dormida. Tenía la piel como de porcelana, se la veía angelada. La habían operado de apendicitis y yo le tenía que hacer los controles regulares. Me sentía tranquila porque sabía que estaba bien preparada para la tarea. Durante dos años la cuidé, sin casi moverme de su lado”.

Cuando María Eugenia inició sus estudios, todavía no existía la Escuela de Enfermeras “7 de mayo” creada por la Fundación Eva Perón, a principios de 1948. “Una tarde, la señora, que ya no andaba nada bien, me llama y me dice: ‘Mire, María Eugenia, usted va a tener que hacerse cargo de la Escuela de Enfermeras, y la señora de Parodi se va a tener que hacer cargo del Partido Peronista Femenino. Ustedes son dos mujeres muy serias, sin otros intereses ocultos detrás de sus personalidades. Así que a partir de hoy, usted es la Regente de la Escuela’. ¡Mama mía!, pensé yo, y enseguida me puse a trabajar”.

“A la Escuela venían chicas de todas las provincias argentinas y de países limítrofes. Teníamos turno mañana, turno tarde e internado. Los médicos se quedaban admirados de las prácticas de enfermería. Con nuestro ejemplo, le cerrábamos las bocas a las malas lenguas. Decían que las enfermeras de Evita eran todas prostitutas y, en ese caso, yo era la prostituta mayor”, ríe a carcajadas María Eugenia. “Por el nivel de excelencia que alcanzó la Escuela, muchos médicos la salieron a defender cuando vino la Revolución Libertadora”.

En las tardes, entre Maria Eugenia y Evita eran recurrentes las conversaciones sobre la importancia de la formación profesional de las mujeres, pero por sobre todo, el destino de los niños, niñas y ancianos.

“'¿Quién va a atender a los viejitos y mis niños?, María Eugenia', me decía la señora. Yo tragaba saliva y respondía: '¿Por qué piensa eso, señora? En una o dos semana, usted ya va a estar repuesta, atendiendo a sus viejitos y a sus niños'. Ahí entendí lo que era Eva Perón. Y eso que yo de política nunca entendí nada".

En 1951, María Eugenia, como tantas otras mujeres, votó por primera vez. Entró al cuarto oscuro, votó por Perón y cuando le devuelven su libreta cívica, se le cayó una foto de Evita que llevaba dentro. "¡Me anularon el voto! y yo pensaba: ¿cómo le cuento esto a la señora? Al llegar a la residencia le dije: ‘Ay, señora Evita, no sabe lo que me pasó´, y le conté. Evita me miró, me sonrió y me dijo: ‘Qué se le va a hacer, María Eugenia´. Igual estaba feliz de que las mujeres votáramos masivamente por primera vez".  

Fuentes: Área de Investigación, Biblioteca y Archivo INIHEP-Museo Evita. Carolina Barry en “Eva Perón y la organización política de las mujeres”. Fotos: AGN / Archivo INIHEP-Museo Evita.

Agradecimiento: María Eugenia Álvarez, Beatriz Baliñas, Laura Macek, Damián Cipolla, Ana Laura Martin del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón-Museo Evita.