Violeta Parra, eterna y verdadera artista popular
Violeta Parra, eterna y verdadera artista popular

Violeta Parra, eterna y verdadera artista popular

Divulgadora de la música popular de Chile, Violeta Parra murió el 5 de febrero de 1967, a los 49 años.
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Su historia

Violeta del Carmen Parra Sandoval nació en 1917, en un pequeño poblado llamado San Carlos, al sur de la capital transandina. Hija de una campesina y de un profesor de música, decidió dejar sus estudios para dedicarse de lleno a su pasión, la música. Junto a sus hermanos Hilda, Eduardo y Roberto funda "Los Parra", grupo con el que recorrió escenarios barriales a fuerza de boleros, rancheras y otros estilos. 

Tuvo cuatro hijos, dos del matrimonio con Luis Cereceda (Ángel e Isabel) y otros dos frutos de la unión con Luis Arce (Carmen Luisa y Rosita).

Fue una artista multifacética, trabajó en circos, cantó en boliches populares, fue arpillerista, escultora y pintora. Inclusive, algunas de sus obras llegaron al Museo del Louvre en París en 1964, convirtiéndose en la primera artista latinoamericana en exponer de manera individual. 

Referente cultural y social en Latinoamérica, Violeta fue una activista que luchaba contra la opresión a su pueblo y la tiranía a través de sus canciones.

Su letra más icónica fue “Gracias a la vida” que lanzó tres meses antes de su muerte. Fue versionada por artistas de todo el mundo y considerada su creación más universal. Ella misma señalaba que junto a “Volver a los 17” y el “Run run se fue pa´l norte”, fue una de las canciones más enteras que compuso.

Su nieta, la también cantante Javiera Parra, supo decir que “Gracias a la vida es una añoranza a la vida, como si ella ya se hubiera ido. Y viendo lo que vino después del disco Las últimas composiciones, uno entiende la canción de otra manera. Era una despedida”.

Una muerte temprana, entre el circo y la guitarra

En el libro “Violeta se fue a los cielos”, escrito por su hijo Ángel Parra, se la describe como “una persona tierna que adoraba a los niños”. Y menciona como una etapa importante cuando se instala con el circo en el barrio La Reina, en Santiago de Chile: “recuerdo veranos llenos de alegría y colores en estos circos, en donde todo el mundo tenía su puesto. Yo, el mío. Mi rol en la banda era tocar la caja”. “Si mi madre formaba parte del elenco artístico, era seguro que al final de la función yo bailaría cueca con la señorita más bonita de la platea”. 

Cuenta su hijo que brindó un concierto en público en la casa de Pablo Neruda, en un cumpleaños del escritor, ante muchos invitados que celebraron la voz de una joven Violeta. Sucedió en Valparaíso, donde vivían ambos artistas, su lugar elegido.

Otro hito que destaca es la incorporación del guitarrón en el folklore chileno pero es un dato que, generalmente, se pasa por alto: “Hoy nadie recuerda que fue mi madre quien introdujo este instrumento y sus maravillosas décimas. ¿Por qué somos desmemoriados? Mi madre diría: "pueblo que olvida el camino tropieza con la misma piedra”.

Un 5 de febrero de 1967 muere en su carpa de La Reina, el lugar donde compartió arte y música durante largos años. “Me conformo con mantener la carpa y trabajar esta vez con elementos vivos, con el público cerquita de mí, al cual yo puedo sentir, tocar, hablar e a incorporar a mi alma”, señalaba Violeta que “se fue a los cielos” a muy temprana edad.