Un círculo virtuoso: enseñarles arte a los docentes, para que enseñen a sus alumnos
Un círculo virtuoso: enseñarles arte a los docentes, para que enseñen a sus alumnos

Un círculo virtuoso: enseñarles arte a los docentes, para que enseñen a sus alumnos

Arte
A través de un recorrido por la muestra de Joan Miró, en el Bellas Artes, se buscó incorporar herramientas lúdicas, artísticas y pedagógicas para incentivar a lo más chicos a acercarse a los museos
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Rodeados de pinturas, dibujos y esculturas, comienzan a distender el cuerpo. Luego aflojan los brazos y caminan en círculo hasta elegir un lugar. Cierran los ojos. En la oscuridad imaginan estrellas, lunas, un paseo por la playa y un pájaro que levanta vuelo. Con el dedo siguen su recorrido por el aire. De a poco, vuelven a la realidad: las pinturas, los dibujos y las esculturas.

Así comenzó una de las actividades organizadas por la Escuela de Capacitación Docente, un espacio público de formación permanente dependiente del Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La cita es en el Museo Nacional de Bellas Artes. En esta oportunidad, los convoca la exposición del artista español Joan Miró, “Miró: la experiencia de mirar”, abierta hasta el 25 de febrero de 2018, con entrada libre y gratuita. La intención, dotar a los docentes que participan de la jornada con herramientas artísticas, pedagógicas y lúdicas, para que puedan compartirlas con sus alumnos y profundizar aún más cada una de las visitas a cualquier muestra de artes visuales.

Cuando ya están todos reunidos, luego de haber incentivado la imaginación, comienzan las preguntas de la guía: ¿Qué sienten cuando caminan por estos pasillos? ¿Qué les provoca las pinturas? ¿Cuáles son esas sensaciones?”. Los interrogatorios buscan explorar las emociones de los maestros, conocer las distintas perspectivas de la percepción. Luego atraviesan el pasillo, iluminado con un azul intenso, e ingresan al recinto donde yacen las 50 obras que se exhiben de Miró. Y aparecen las primeras respuestas de los maestros alumnos: “Frío”, “misterio”, “cambio”, “transición”, “meterse en otro universo”. La misma luz azul condiciona la percepción. Entonces, llegan las fichas didácticas que cuentan sobre cada una de las piezas. La misión, incorporar de manera tangible la experiencia estética que provoca el arte en general, dejarse llevar por lo que las formas, colores y volúmenes proponen en un primer acercamiento a cualquier tipo de obra de arte.

De nuevo, la guía explica la consigna: “Tratamos de desarrollar y profundizar el aporte docente, tanto en las escuelas como en los museos, generar un vínculo para potenciar el abordaje y conocimiento, en este caso, de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes, para que los chicos y alumnos puedan optimizar cada una de las visitas”.

Está por terminar el recorrido. Todavía queda una sorpresa. Por el mismo pasillo que ingresaron, un poeta (interpretado por un actor) busca en su imaginación rimas para escribir una linda poesía para su novia. Esa acción de inspiración establece un interesante punto en común entre las artes visuales y la literatura: en la búsqueda de ideas líricas, el actor-poeta describe varias de las obras allí presentes. Su lenguaje es metafórico, lírico y también divertido. La representación en vivo parece abrir otro mundo, otro más, con nuevas posibilidades y límites. El universo de Miró sigue acercándose al infinito.

Siempre se aprende algo nuevo

Me llevo un montón de herramientas. En este caso, todo lo referente a la obra de Joan Miró y cómo aplicarlo. Y no solo desde las artes visuales, porque las guías también nos explicaron mucho sobre artes combinadas: fuimos complementando con literatura, música, expresión corporal”, expresó Adriana Rosa, profesora de Artes Visuales en escuelas del partido de La Matanza, San Martín y de Ciudad de Buenos Aires. Y concluye:

Personalmente, lo que más me llevo de este aprendizaje es saber abrirnos a las obras de arte y transmitirle eso mismo a los chicos. Porque cuando uno es más grande, quizá, cuesta más. En cambio, los chicos están más dispuestos, son más espontáneos.

Así que hay que abrirse y ver la obra desde otras formas, tener en cuenta las emociones, los pensamientos y no quedarse solo con una mirada única y exclusiva”.

Nadina Sepúlveda, docente del Instituto Antonio Machado de La Matanza, también aportó su voz: “Creo que una de las cuestiones que más aprendimos a través de este recorrido fue perderle miedo a los museos.

Es importante que los niños entiendan que los museos son espacios abiertos y para todos, que el arte no es una cuestión de elite.

Y también pensar qué tipo de artistas permite, tal vez de manera más fácil, que los niños entren en su arte. Miró los atrae mucho y es para aprovecharlo, porque sus obras los dejan jugar, explorar, encontrar signos, como estrellas, soles, universos. Por otra parte, el cruce con otros lenguajes me parece algo para destacar, porque salirse de las artes visuales para empezar a construir una narrativa desde la poesía, desde la rima, por ejemplo, abre el juego y enriquece mucho más la visita al museo”.

Sandra Serpa es maestra de cuarto grado del Instituto Isabel Conde de Hernández, del barrio porteño de Congreso. “Lo que más aprendí de este encuentro fue involucrarme con la obra desde otro lugar, no solo desde el lenguaje plástico, también desde la expresión corporal y las palabras. Es decir, que participe un todo en esa percepción. Además, creo que también se pueden generar proyectos que involucren a otros docentes y de otras materias, a partir de la mirada de los artistas, y así construir distintas perspectivas docentes en conjunto.

Otra cosa que está muy bien retener es todo aquello que sentimos cuando vemos una obra, eso que ella nos genera, más allá de lo que el artista quiso decir o no. Porque en esa instancia, somos nosotros los interpelados y a quienes nos conducen a distintos mundos.