Umberto Eco, un intelectual de otro tiempo
Umberto Eco, un intelectual de otro tiempo

Umberto Eco, un intelectual de otro tiempo

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Escritor, crítico y profesor de estética y semiótica, el autor italiano se convirtió en un gigante de las letras y fue investido Doctor Honoris Causa por más de 25 universidades. Este 2021, a cinco años de su muerte, su biblioteca privada logró tener lugar propio, luego de una tensa batalla entre los herederos y el Ministerio de Bienes Culturales de Italia.
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Nació en Rusia, pero a los tres años viajó a Estados Unidos con su familia, donde se formó y estudió hasta transformarse en doctor en bioquímica siendo muy joven. Interesado por la historia, las religiones, la ciencia ficción y la ciencia, el autor publicó más de 500 obras. A 28 años de su muerte repasamos la vida de uno de los escritores de ficción más reconocidos de todos los tiempos.

El 5 de enero 1932, en Alessandria, una ciudad del norte de Italia, Umberto Eco se convirtió en uno de los trece hijos de Giovanna Bisio y Giulio Eco. Allí vivió hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando debió trasladarse junto con su madre a un pueblo de la misma región piamontés por cuestiones de seguridad. Al finalizar sus estudios secundarios, y bajo la presión de sus padres, Umberto se radicó en Turín para estudiar Derecho, pero el mandato paterno le duró poco. Siguiendo su instinto intelectual, Eco abandonó las leyes y comenzó a estudiar literatura y filosofía medieval, disciplinas en las que se volvió experto y que explotó al máximo para ambientar sus futuras novelas.

Su intelectualidad comenzaba a destacarse. A los 22 años, en 1954, se doctoró luego de presentar una tesis sobre uno de los filósofos medievales más influyentes de la historia: el fraile y teólogo Santo Tomás de Aquino. Dos años más tarde, esa tesis se transformaría en su primer libro publicado: El problema estético en Santo Tomás (1956).

Sin embargo, en materia de fe, Umberto Eco dejó de creer en Dios durante sus años universitarios, hecho que lo apartó naturalmente de la Iglesia Católica Romana. 

Durante esa época, aparecieron sus primeros ensayos: Diario mínimo, en 1963, escritos en tono satírico y continuados en 1992, en Cómo viajar con un salmón, y otras obras fundamentales como Apocalípticos e integrados (1965), La estructura ausente (1968), Una teoría de semióticas (1976), Un panorama semiótico (1979) o En busca del lenguaje perfecto (1995).

Eco también trabajó como editor cultural para la RAI por casi una década; fue profesor de estética y semiótica en distintas universidades de renombre y fue columnista de múltiples publicaciones diarias como el Corriere Della Sera, L’EspressoLa Repubblica.

El nombre de la rosa

Fue en 1978 cuando comenzó a escribir su primera novela. Tenía 46 y le llevó dos años. El nombre de la rosa se publicó en 1980 y fue un éxito en ventas, crítica y prestigio. Además de intelectual, Eco se convirtió en un reconocido escritor.

Ambientada en una abadía benedictina del norte de Italia, en 1327, durante el papado de Juan XXII, la novela narra la investigación sobre una serie de crímenes particulares que realizan el fray Guillermo de Baskerville y su pupilo, el novicio Adso de Melk.

La figura intelectual del nominalista Guillermo de Ockham, su filosofía empirista y científica, expresada en lo que se ha dado en llamar la navaja de Ockham, es considerada parte de las referencias que ayudaron a Eco a construir el personaje de Guillermo de Baskerville, y determinaron el marco histórico y la trama secundaria de la novela.

Seis años después de su aparición, el director Jean-Jacques Annaud, con Sean Connery como protagonista, estrenó una película basada en el libro. Y en mayo de 2020 la plaraforma StarzPlay reversionó la obra con una serie de ocho capítulos. Se trata de la adaptación dirigida por el italiano Guancomo Battiato y protagonizada por el actor ítaloamericano John Turturro.

En 1988 apareció su segunda novela, El péndulo de Foucault, libro centrado en un grupo de trabajadores de una editorial de Milán que se ven inmersos, entre otras organizaciones secretas, en los enigmas de los Templarios, desarrollando el asunto con un lenguaje erudito y una intrincada trama.

En 2010, se publicó El cementerio de Praga y, en 2015, su última novela: Número cero. El 19 de febrero de 2016, en su casa de Milán, Umberto Eco murió a los 84 años por un cáncer de páncreas. Estaba casado, desde 1962, con la especialista en arte alemán (y también artista) Renate Ramge, con quien tenía dos hijos: Stefano y Carlotta.

Foto gentileza: El País.

¿Qué pasó con su biblioteca privada?

Con más de 50.000 ejemplares —entre los que se encuentran 1200 volúmenes anteriores al siglo XX, 36 incunables y 380 impresos realizados entre los siglos XVI y XVII—, la biblioteca privada de Umberto Eco, luego de su muerte, se transformó en una compleja y tensa batalla entre la familia del autor y el Ministerio de Bienes Culturales de Italia. Al parecer, y entre otros motivos, la familia interpuso un recurso contra la indivisibilidad dictada por la Superintendencia de archivos y libros sobre el patrimonio libresco.  

Este año, finalmente, se llegó a un acuerdo: la Universidad de Bologna y la Biblioteca de Milán se repartirán la enorme colección de ejemplares. La parte más moderna irá a la casa de estudios de Bologna, la universidad donde el escritor fue profesor durante cuarenta años. La parte más antigua, como deseaba su familia, engrosará la colección de la Biblioteca Braidense de Milán, ciudad en la que residía Eco.

En la Universidad de Bologna, los libros de Eco formarán la llamada "Nueva Biblioteca Eco". Será diseñada por el arquitecto Luca Pedrazzi y, en su centro, se dice que se reproducirá el estudio original del autor, con la misma y exacta decoración y estilo.

“El profesor Eco vuelve a la casa donde vivió como intelectual durante décadas. Los libros que Eco ha leído, que ha hojeado, que contienen sus apuntes y sus fichas de lectura serán objeto central de un gran proyecto de estudios”, expresó en una entrevista Francesco Ubertini, rector de esa Universidad. Y agregó: “La mente de Eco es un gran continente para explorar y nosotros construiremos el lugar de trabajo en el que podrá ocurrir esta exploración”.

Reconocimientos

Umberto Eco fue nombrado Doctor Honoris Causa por 25 universidades de todo el mundo, entre las que se encuentran la Complutense (1990), la de Tel Aviv (1994), la de Atenas (1995), la de Varsovia (1996), la de Castilla-La Mancha (1997) y la Universidad Libre de Berlín (1998). Su carrera también atesora numerosos premios y condecoraciones, como la Legión de Honor de Francia, el Premio Príncipe de Asturias, la Medalla de Oro al mérito de la cultura y el arte (1997), Caballero Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República Italiana (1996), el Premio del Estado Austríaco para la Literatura Europea, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes y otros. Además fue propuesto en diversas ocasiones para el Premio Nobel.


Foto: Alessandro Bianchi, rector de la Universidad Mediterránea de Regio de Calabria, le entrega a Umberto el grado de Doctor Honoris Causa en Arquitectura. Año 2005. 

Frases de Umberto Eco

  1. “El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda”.
  2. “Los libros no se han hecho para que creamos lo que dicen, sino para que los analicemos. Cuando cogemos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué quiere decir”.
  3. “La ciencia no consiste sólo en saber lo que debe o puede hacerse, sino también en saber lo que podría hacerse aunque quizá no debiera hacerse”.
  4. “En el fondo, la pregunta fundamental de la filosofía (igual que la del psicoanálisis) coincide con la de la novela policíaca: ¿quién es el culpable?”.
  5. “He llegado a creer que el mundo es un enigma, pero un inocente enigma hecho terrible por nuestro loco intento de interpretar todo como si existiese una verdad subyacente”.
  6. “Hoy no salir en televisión es un signo de elegancia. Un héroe es siempre héroe por equivocación. Él siempre ha soñado con ser un cobarde honesto como todo el mundo”.
Foto portada: Umberto Eco, en la Universidad de Burgos. CRISTÓBAL MANUEL / REUTERS-QUALITY.