Tatiana Sfiligoy: "El proceso de restitución es para toda la vida pero existe la posibilidad de trascender esa historia y poder hacer algo nuevo con ella"
Tatiana Sfiligoy: "El proceso de restitución es para toda la vida pero existe la posibilidad de trascender esa historia y poder hacer algo nuevo con ella"

Tatiana Sfiligoy: "El proceso de restitución es para toda la vida pero existe la posibilidad de trascender esa historia y poder hacer algo nuevo con ella"

Una de las primeras nietas recuperadas por la Abuelas de Plaza de Mayo cuenta su historia y los procesos de construcción permanente de su identidad.
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Día Nacional del Derecho a la Identidad
El Congreso Nacional sancionó, en 2004, la ley que declara el 22 de octubre como el Día del Derecho a la Identidad, en homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo.

En 1980, cuando tenía seis años, Tatiana conoció una parte más de su historia que le permtió saber quién era ella. Junto a su hermana Laura son la tercera y cuarta nieta recuperada de los -hasta hoy-130. Tatiana tuvo la suerte de criarse rodeada de verdades. Desde que tiene memoria supo que fue adoptada de manera legal por una familia que nunca le ocultó su origen, por eso mismo cree que es fundamental entender el dolor de los nietos que crecieron entre mentiras o de la mano de los asesinos de sus padres.

"Hay un antes y un después de saber la verdad, de saber lo que ocurrió con tus padres biológicos. Es muy fuerte en nuestras historias descubrir que hay una gran mentira. El primer lazo de confianza son los padres y entonces es complejo poder confiar en otro cuando ese primer lazo fue quebrado. Y ahí no es lo mismo ser adoptado que ser apropiado. Hay algunos nietos que quiseron perdonar, otros que no, y otros que están disociados entre lo que sienten de lo que piensan. Todo eso implica un proceso personal donde no se puede imponer un pensar y un sentir a un nieto en un proceso de restitución, que a veces lleva toda la vida”, cuenta Tatiana.

Parte de su historia

Tatiana es hija biológica de Mirta Britos y de Oscar Ruarte. Los llamaban "La Negra" y "El Negro". Tatiana nació 11 de julio de 1973 en el Hospital de Clínicas de Córdoba. Al tiempo sus padres se separaron y Mirta formó pareja con Alberto Jotar con quién se mudó a Buenos Aires y tuvieron a Laura. La pareja fue secuestrada el 31 de octubre de 1977 en Villa Ballester. A Oscar Ruarte, lo habían secuestrado un año antes en Córdoba.

Ese 31 de octubre de 1977, Mirta Britos, acorralada en medio de un operativo, se vio obligada a dejar a las niñas en el cantero de una plaza de Villa Ballester. Tatiana tenía tres años y su hermana seis meses. La justicia separó a las hermanas y las anotó como NN en diferentes internados. Al año siguiente, Inés y su esposo, Carlos Sfiligoy, adoptaron de buena fe a Laura por intermedio de un juzgado de San Martín. Una trabajadora anónima le comentó al matrimonio Sfiligoy que la beba que estaban por adoptar tenía una hermana, y a los pocos meses, Tatiana se incorporó a la familia.

En 1980, las Abuelas de Plaza de Mayo identifican a Tatiana. En ese entonces, las Abuelas buscaban a sus nietos en iglesias, hospitales, casas cunas, orfanatos. Un día, con la foto de las nenas en mano, dieron con el juzgado de San Martín donde pudieron encontrar un expediente que las llevó directo a la niñas. De común acuerdo, las familias decidieron que las niñas continuasen viviendo con sus padres adoptivos y en contacto permanente con su familia biológica. Amelia Ruarte, su abuela, viajaba desde Córdoba todos los años y compartía un mes de vacaciones con ellas.


(Foto: Tatiana junto a su abuela paterna / Autor: Martin Acosta)

“Mi mayor vínculo fue con mi abuela paterna, con la materna era difícil hablar del tema porque nunca pudo procesar lo que pasó y no pudo aceptar demasiado la elección de su hija de ser militante. Mis abuelas me dieron objetos, cosas, ropas de mis padres y pude recorrer la casa donde vivieron. Algunas de esas cosas las tengo, otras no. También me transmitieron enseñanzas y el amor por sus hijos. Pero el lugar donde mas me encuentro con mis padres es en el Centro Cultural Villa Libertador, que queda un barrio obrero en las afueras de Córdoba. Allí mis papás y sus compañeros estaban con la idea de montar un centro cultural en medio de esa villa. Hoy ese centro cultural existe, yo participo a la distancia y voy siempre que puedo.”

Como muestra de ese amor incondicional a sus familias, al cumplir 18 años, Tatiana decidió continuar llamándose Tartiana Sfiligoy, una unión entre el nombre que le dieron sus padres biológicos y el apellido que le dieron sus padres adoptivos.


-¿Recordás la primera vez que le contaste a alguien tu historia?

-Cuando estaba en la escuela primaria esperaban que hablara un poco, pero yo no decía nada, no contaba nada, era muy para adentro, muy tímida, retraída. Hasta que en un momento el equipo pedagógico decidió hacer una intervención y la invitaron a Estela a dar una charla en mi escuela, en mi grado, ¡que casualidad! En una parte de la charla Estela dice ‘Ahí esta Tatiana, la nieta que encontramos hace poco’, y en ese momento no me quedó otra que decir algo.

-Yo no fui quién lo contó pero a partir de ahí sí lo pude empezar a contar. Sin darse cuenta Estela realizó una intervención psicológica muy fuerte y me parece que fue lo mejor que me pudo haber pasado porque eran muy difíciles esas épocas. Yo venía de una escuela donde a mis padres adpotivos les prohibieron contar mi historia y después, gracias al consejo de Abuelas, me cambiaron a esta escuela evangélica pero laica que recibía a muchos hijos de desaparecidos y exiliados.


(Foto: Tatiana en la sede de Abuelas. Archivo Abuelas de Plaza de Mayo).

Con los años, la militancia en HIJOS, su trabajo en Abuelas y las charlas con sus abuelas, su maternidad, Tatiana fue comprendiendo y conociendo quiénes fueron sus padres. Buscó en compañeros nuevas historias, detalles, anécdotas que le permitiesen identificarse con ellos. Así se descubrió haciendo teatro, tal como Mirta y Oscar, dos enamorados de las tablas. Entre esas búsquedas de memorias Tatiana tuvo dos hijas y un hijo y con ellos el desafío de explicarles cómo era tener dos mamás y dos papás.

Cómo narrar esa historia reciente que es individual pero también colectiva porque hay una sociedad entera involucrada en la necesidad de conocer la verdad. Cómo responder a la pregunta de ¿quién sos vos, mamá? resonó una vez más. 

“Una de las cosas que me ayudó, no cerrar la historia sino comprender la dimensión de mi historia fue cuando en 2007 salió la tira Televisión por la Identidad. Se emitía por canal de aire, en horario central y tuvo una gran masividad. Mi hija del medio, Maia (13 años) me pedía ‘vamos a mirar la serie, la mira toda la escuela y vos no me dejas' y yo les respondía: ‘no siento que estés preparada ni vos ni yo’. Pasó todo ese año y un día me senté con ella y con mi hija mayor (19 años) y vimos el capítulo. Lloramos mucho las tres y Maia me dijo que le ayudo a entender muchas cosas que antes le traían dudas".

"Me di cuenta de lo importante de compartir la historia personal porque además de ayudarme a transitar situaciones como ésta con mis hijas, hay una sociedad entera que está atravesada por ellas. Por ejemplo, cuando Abuelas identificó a Ignacio Guido Montoya Carlotto la gente iba por la calle tocando bocina, hubo una alegría, una emoción colectiva”.


(Ver capítulo)

La sed de verdad de los jóvenes y las políticas públicas vinculadas a la memoria son determinantes en los procesos de restitución de los nietos y nietas recuperados. En el año 2013, un grupo de estudiantes de una escuela en Villa Ballester se pusieron a investigar la historia de Tatiana y de su hermana Laura en el marco del programa Jóvenes y Memoria. Como cierre del proyecto organizaron el festival artístico al que llamaron "La plaza del olvido está lleno de memoria". Se realizó en la plaza Mitre, en aquel lugar donde Tatiana vio por última vez a su madre. 

“Para mi fue muy difícil porque yo nunca más volví a esa plaza y les dije a los chicos que no sabía si iba a poder. Pensé mucho hasta que me animé a ir pero fui pero rodeada de toda mi familia, de mis afectos. Días antes del festival pensaba ‘llego a la plaza y me desmayo, me pasa algo en el cuerpo’, y no me pasó nada, era todo mi cabeza, temores que a una le quedan. Y estuvo bueno porque empezás a derribar barreras en relación a los propios miedos. Y eso me lo devolvieron esos pibes y pibas que quisieron conocer y entender qué pasó.

-¿Quién es hoy Tatiana?

-Yo no soy la misma antes. Fui cambiando en esa búsqueda personal de sentirme mas plena. En esa construcción dialéctica de la identidad no dejo nunca de ser Tatiana, soy una Tatiana que se va ensamblando con las cosas que me van pasando. Yo me casé, me separé, me hice nuevos amigos, cambie de trabajo, tuve tres hijos. Por suerte la historia de mis padres no fue lo único que me pasó. En el proceso de restitución, que es de toda la vida, una reconstituye la identidad a través de un proceso psicológico donde esta la posibilidad trascender esa historia o de poder hacer algo nuevo con esa historia. Me parece fundamental, tanto para los sobrevivientes como para nosotros y nosotras, los hijos, poder hacer algo nuevo con esa historia y sumar en un colectivo esa transmisión para construir algo mejor para esta sociedad.

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Tatiana es psicóloga, trabaja en el sitio de la memoria Virrey Ceballos y asiste a los testimoniantes durante los juicios de lesa humanidad.

 

Fuente: Tatiana Sfiligoy (Ruarte Britos)"La identidad como construcción, más allá del nombre", en Página 12 / Archivo Abuelas de Plaza de Mayo / Secretaría de Ciencia y Tecnología