Sebastián Gangi: “Con Hilda aprendí que en el arte las cosas se hacen con total entrega o no se hacen"
Sebastián Gangi: “Con Hilda aprendí que en el arte las cosas se hacen con total entrega o no se hacen"

Sebastián Gangi: “Con Hilda aprendí que en el arte las cosas se hacen con total entrega o no se hacen"

Pianistas Argentinos
El pianista, compositor, arreglador y docente nos cuenta cómo fue formarse con una maestra como Hilda y nos detalla su manera de enseñar, su método y legado.

Sebastián Gangi es pianista, compositor y arreglador. Profesor del Programa Pianistas Argentinos y director del Ensamble Argentino, inició sus estudios musicales en el año 1993. Su formación pianística estuvo a cargo de Haydée Schvartz en repertorio académico, e Hilda Herrera en música popular argentina. A continuación, el músico cuenta cómo conoció a Hilda, qué lo impresionó de ella, el legado de la gran pianista argentina y el detrás de escena de sus clases.

-¿Cómo se conocieron con Hilda Herrera?
-Cuando conocí a Hilda, yo no era verdaderamente consciente de la figura que tenía enfrente. Tenía 18 años y recién empezaba a tocar folclore. Alguien me había grabado un cassette que tenía “El piano de Adolfo Ábalos” de un lado, y “Señales Luminosas”, el segundo disco de Hilda, del otro. Era todo lo que conocía de ella. Gasté ese cassette de tanto escucharlo. En ese momento yo estudiaba con el pianista y compositor Nicolás Müller, que ya era miembro de Pianistas Argentinos (en ese momento el programa se llamaba CIMAP). Fue él quien me llevó a conocer a Hilda a una de las clases, en la imponente sala Guastavino del Centro Nacional de la Música, que continúa siendo el hogar de Pianistas Argentinos hasta el día de hoy. Estaba nervioso. Acostumbrado a mi desvencijado piano vertical, el Steinway de gran cola de la sala se me hacía inmenso. Toqué tres temas, y ella me aceptó en el grupo. Así pasé a formar parte de Pianistas Argentinos; sinceramente, sin tener muy en claro dónde me estaba metiendo, sin siquiera sospechar que ese grupo de pianistas se convertiría en uno de los espacios artísticos más importantes de mi vida.

-¿Qué fue lo primero que te impresionó de Hilda?
-Su enorme conocimiento sobre nuestra música, su entrega frente al piano, su capacidad para tocar cualquier obra de folclore y tango sin haberla practicado nunca antes. Es una mujer apasionada de la música, conocedora de toda la música (de Ella Fitzgerald a Gismonti, de The Police a Schubert, de Britten a Salgán…). Su conocimiento sobre la música popular argentina es inmenso, ¡y su memoria! Puede recordar, reproducir y transmitir prácticamente cualquier melodía y letra de la música criolla.

-¿De qué modo describirías a Hilda como docente, compositora y pianista?
-Como pianista, la distingue la profundidad de su sonido, su fraseo, el peso de su mano izquierda. Su piano es autosuficiente: no necesita de un bombo ni de una guitarra para completarse, todo está allí, no hay nada que falte. Como compositora, es una gran melodista que obra con mucha dedicación y detalle a la hora de ponerle música a una poesía, con una capacidad de crear obras totalmente originales sin perder la raíz de cada género. Y es una gran docente; todo en su trayectoria artística y pedagógica lo hace con gran pasión y vitalidad. Es algo que se contagia; ahí está su principal legado.

-¿Cuál es su clave para acercarse a las nuevas generaciones de artistas?
A través de Pianistas Argentinos, Hilda propone una estética diferente, una manera distinta de abordar la música argentina, y el valor de la propuesta ya de por sí genera interés en músicos jóvenes, ya que les permite desarrollar su propia personalidad musical sin imposiciones. No hay dos alumnos que toquen igual porque se trabaja orientando al pianista desde su propia búsqueda sonora. Una de las cosas que puede alejar a las nuevas generaciones del folclore y el tango es la calidad de las grabaciones viejas de los grandes músicos; ese sonido “gastado” dispara casi automáticamente un prejuicio sobre el contenido de lo que se escucha, aunque en realidad aquello que se grabó pueda ser maravilloso, solo que no se escucha bien. Es un filtro que hay que aprender a pasar; yo también transité ese proceso en su momento. Los profesores que trabajamos junto a Hilda ayudamos a través de las redes sociales a difundir las actividades del programa, de las que participan todos músicos jóvenes. Compartimos videos, partituras, información valiosa.

-¿Qué método utiliza Hilda para enseñar a tocar el piano?
-Hilda no enseña a tocar el piano en un sentido técnico-muscular, sino que trabaja únicamente con pianistas que ya tienen un dominio del instrumento avanzado o intermedio. Podría decirse que Pianistas Argentinos es un espacio de perfeccionamiento; si tuviéramos que pensar en un equivalente institucional, está más emparentado con una instancia de postítulo. En cambio, sí se trabaja mucho en torno a propuestas estéticas que invitan al alumno a probar otras miradas a las que no está acostumbrado.

-¿Cuáles son algunas de estas propuestas estéticas?
-Las detallo:
- Poner el foco en la melodía y su belleza, que en muchos casos no requiere de ornamentaciones ni agregados para “sonar bien” en el piano;
- Proponer un lenguaje armónico que se desprenda de las mismas características del género que se aborda, explorando los estilos desde su esencia sin imposiciones foráneas;
- Si un tema tiene letra, aprenderse la letra y “cantar” a través del piano, tocando mientras se piensa en el texto y en cómo su significado o su fraseo pueden influir en la manera de tocar;
- El lucimiento y el virtuosismo no deben ser un fin en sí mismo, sino que deben estar justificados musicalmente por la obra que se toca;
- Aprender a bailar o tocar el bombo pueden ser herramientas importantes para incorporar varios ritmos argentinos, y eso puede reflejarse luego en la manera de tocar;
- Perderle el miedo al error, que es también parte de la música. A veces por temor a la equivocación, uno transita por el piano con gran cautela y preocupación, y eso produce interpretaciones “a media máquina”, sin pasión.

-¿Qué aprendiste de Hilda?
-Aprendí melodías de autores anónimos que de otra manera jamás hubiera conocido. Conocí la obra de montones de compositores e intérpretes.

Aprendí que la música es una sola, y que son innumerables los puentes que conectan un estilo con otro, aunque no se vean a simple vista; que hay que conocer toda la música, no solo los géneros en los que uno se especializa; con Hilda aprendí que en el arte las cosas se hacen con total entrega o no se hacen. Aprendí que una parte importante de la tarea del docente es transmitir la pasión por lo que se hace.

-¿Cuál crees que es su principal legado?
-Además de su talla como creadora de melodías que hoy son parte del acervo cultural argentino, Hilda exploró a fondo el lenguaje pianístico del folclore, desde una óptica que no es la más habitual: el piano solo. En la historia de nuestro folclore es más frecuente encontrar a pianistas tocando dentro de un grupo (o al menos acompañados por una guitarra y un bombo), que a pianistas que deciden enfrentar todas las riquezas de nuestros ritmos en el piano solo. En este sentido, Hilda hace un gran aporte al piano argentino abordando todos los géneros de las distintas regiones del país, y en algunos casos construyendo códigos nuevos sobre el “cómo se toca”.

-¿Cómo transcurse una clase con Hilda?
-Como suele ocurrir con los folcloristas de su generación -que aprendieron nuestra música jugando, explorando, escuchando a otros músicos, imitando a otros instrumentos, de una manera natural y no sistematizada- Hilda no enseña con un método específico. Cada vez que empezas una clase con ella inicias un viaje que no sabes dónde te va a llevar: podes terminar tocando un tema que no conocías, improvisando a cuatro manos, hablando sobre la obertura de La Flauta Mágica o tocando una chacarera en el bombo. Al terminar ese viaje, sin darte cuenta te llevás en la memoria dos tangos, una cueca, la historia de cómo se compuso la Zamba del Chaguanco, una melodía de Chopin y un texto de Homero Manzi. Y como la pasión de Hilda se contagia, sin darte cuenta al final del viaje aprendiste a amar todo eso.