Reinas abolladas en el Cervantes
Reinas abolladas en el Cervantes

Reinas abolladas en el Cervantes

Teatro
El teatro vuelve a las funciones presenciales con Reinas abolladas, una obra dirigida por Azul Lombardía que invita a reflexionar sobre el lenguaje y el poder de las palabras. Se podrá ver el viernes 2, sábado 3 y domingo 4 de julio a las 20 h.

El Teatro Nacional Cervantes vuelve a la presencialidad con tres únicas funciones de la obra Reinas abolladas que se realizarán hoy, mañana y el domingo a las 20 h.

La obra, escrita por Victoria Varas y dirigida por Azul Lombardía, fue seleccionada en 2019 por convocatoria abierta, con un jurado integrado por Javier Daulte, Andrés Gallina, Agustina Muñoz, Oria Puppo y Alejandro Tantanian.

Reinas abolladas –que puede verse en la sala María Guerrero– se desarrolla a principios de los 2000 en un pueblo chico del interior de Argentina, y gira en torno a Inés, una joven que busca su propia voz entre los discursos (y mandatos) de su madre, sus tías, su abuela. A diferencia de sus familiares, ella puede elegir qué hacer con su vida. Pero qué elegir entre todo ese mundo nuevo que le muestra la incipiente Internet desde un ciber.

En esta entrevista con la directora de Reinas abolladas, Azul Lombardía, nos cuenta porqué eligió la obra y el aprendizaje que le deja este proyecto.

-¿Por qué eligió dirigir esta obra?

-Fue un regalo del destino. Una propuesta de Maruja Bustamante y Victoria Varas. Me llegó el texto a mis manos, y de mis manos a mi mente, y de mi mente a mi corazón. Me sentí bastante interpelada por el texto. Me gustaba mucho ese mundo, ese universo. Me entusiasmaba el desafío de darle vida con actrices y sentía que tenía ahí mucho que trabajar, que divertirme, que componer, que construir. Me parece que la elegí por el universo que proponía y por el entusiasmo que me despertó.

-¿Qué la interpeló de Mujeres abolladas?

Tiene que ver con pensarnos como voces, como palabras, con lo discursivo.

Siempre estoy reflexionando sobre el lenguaje, sobre el poder de las palabras. Sobre cómo llenamos los días y la vida con palabras, con discursos y el poder que tiene eso en nosotras mismas como contención, como escudo y también como mandato.

En el caso de esta obra, el personaje de Inés, que es la nieta, la hija, la joven, que está tratando de romper esta cortina discursiva para ir más allá de mandato y construir uno nuevo, uno propio y perseguir la libertad.

-¿Qué surge del choque generacional entre las mujeres de la obra?

-Es una bisagra profunda que tiene que ver con el poder elegir. Creo que la obra habla también de eso. De alguien que de repente se pregunta si quiere lo que le viene dado, si quiere, qué quiere, cómo moverse, cómo seguir. La obra transcurre a principios del 2000, hace bastantes años. En ese sentido creo que, por suerte, las cosas están un poco más corridas y más movidas, pero cuando lo cuenta la obra, todavía estaban bastante más arraigados y fuertes ciertos mandatos de permanecer, de no poner las cosas tan en duda de ciertos roles, del amor romántico como fortaleza y como eje central para la construcción de un matrimonio y de la estabilidad, y de la felicidad si se quiere, que, claramente desde el discurso se pone en duda, pero no desde la acción. En Edelma, que es la abuela, me parece que ni siquiera estaba la pregunta. Después están sus hijas, la generación siguiente. En cambio, en Inés ya sí, está el poder elegir. Ahí está el choque generacional.

-¿Aprendió algo haciendo la obra?

Por supuesto. El teatro es pura experimentación, investigación. Yo trabajo muchísimo con lo que sucede en los ensayos, es el espacio de búsqueda y de la tarea más profunda y más reconfortante. Creo que el texto, las actrices, la temática y el trabajo nos hizo aprender a todas. Yo aprendí muchísimo. Aparte trabajar con un texto que no es mío, que es ajeno, pero a la vez pasarlo por mi cuerpo y por el cuerpo de las actrices y llegar a lo que potencialmente más lo represente y más lo expanda, lo aumente. Después tuvo el aprendizaje de la pandemia.

-¿Cómo fueron los ensayos?

-Los ensayos fueron una fiesta. El grupo que se armó es hermoso. Yo había trabajado con mucha de la gente del equipo, con otra no, era la primera vez, pero era gente con la que quería trabajar, así que nos hicimos muy unidos, más con la situación que atravesamos, que estuvimos por estrenar en abril de 2020 y la pandemia nos metió en las casas. Ahí hubo que hacer el aguante y esperar. Y retomamos el proceso en enero de 2021. Y volvimos a las casas un poquito más cuando vinieron las siguientes restricciones. Fue un proceso arduo, de mucho reme. Pero de mucho disfrute también, con un enorme desafío, con mucho amor por lo que hacemos y con mucho agradecimiento porque esa situación nos haya tocado contenidas, con un proyecto lindo y con ganas de sacarlo adelante. Así que, felices.

La directora Azul Lombardía. Foto: Inés Ulanovsky.

Ficha

Con Florencia Bergallo, Maruja Bustamante, Sasha Falcke, Bruno Giganti, Lucila Mangone, María Marull, Juliana Muras y Mónica Raiola.

Producción TNC Lucero Margulis
Asistencia de dirección TNC Matías López Stordeur
Música Mariano Otero
Video Paula Coton
Iluminación Soledad Ianni
Vestuario Victoria Nana
Escenografía Santiago Badillo
Asesoramiento artístico Felicitas Luna
Dirección Azul Lombardía