Ernesto Sabato: frases y reflexiones memorables
Ernesto Sabato: frases y reflexiones memorables

Ernesto Sabato: frases y reflexiones memorables

A 8 años de su partida, homenajeamos al escritor rememorando sus reflexiones sobre la muerte, los valores, el bien, el mal y la resistencia
Otros artículos que te pueden interesar

Casi centenario, Ernesto Sabato dejo este mundo un 30 de abril del 2011. Había nacido en la madrugada del 24 de junio de 1911, en Rojas, provincia de Buenos Aires. En el día su cumpleaños, lo
recordamos haciendo sus mismas preguntas: ¿Cómo resistir? ¿Cómo hacer más humano este mundo? ¿Cómo hacerlo menos miserable? Así comienzan las cartas que Ernesto Sabato dejó escritas en su obra La Resistencia, en el año 2000.

  1. PRIMERA CARTA: Lo pequeño y lo grande

    "Al ser humano se le están cerrando los sentidos, cada vez requiere más intensidad, como los
    sordos. No vemos lo que no tiene la iluminación de la pantalla, ni oímos lo que no llega a nosotros cargado de decibeles, ni olemos perfumes. Ya ni las flores los tienen. Es apremiante reconocer los espacios de encuentro que nos quiten de ser una multitud masificada mirando aisladamente la televisión".

  2. SEGUNDA CARTA: Los antiguos valores

    "Las sociedades desarrolladas se han levantado sobre el desprecio a los valores trascendentes y
    comunitarios y sobre aquéllos que no tienen valor en dinero sino en belleza. Recuerdo esa frase tan cotidiana en aquellas épocas: “Venga amigo, vamos a jugar un rato a los naipes, para matar el tiempo, no más”, algo tan inconcebible para nosotros. Momentos en que la gente se reunía a tomar mate, mientras contemplaba el atardecer, sentados en los bancos que las casas solían tener al frente, por el lado de las galerías. Y cuando el sol se hundía en el horizonte, mientras los pájaros terminaban de acomodarse en sus nidos, la tierra hacía un largo silencio y los hombres, ensimismados, parecían preguntarse sobre el sentido de la vida y de la muerte".

  3. TERCERA CARTA: Entre el bien y el mal

    "Entre lo que deseamos vivir y el intrascendente ajetreo en que sucede la mayor parte de la vida, se abre una cuña en el alma que separa al hombre de la felicidad como al exiliado de su tierra. El mundo del que somos responsables es éste de aquí: el único que nos hiere con el dolor y la desdicha, pero también el único que nos da la plenitud de la existencia, esta sangre, este fuego, este amor, esta espera de la muerte. El único que nos ofrece un jardín en el crepúsculo, el roce de la mano que amamos".

  4. CUARTA CARTA: Los valores de la comunidad

    "Asistimos a una quiebra total de la cultura occidental. El mundo cruje y amenaza con derrumbarse, ese mundo que para mayor ironía es el resultado de la voluntad del hombre, de su prometeico intento de dominación. A cada hora el poder del mundo se concentra y se globaliza. Veinte o treinta empresas, como un salvaje animal totalitario, lo tienen en sus garras. Continentes en la miseria junto a altos niveles tecnológicos, posibilidades de vida asombrosas a la par de millones de hombres desocupados, sin hogar, sin asistencia médica, sin educación. La gente teme que por tomar decisiones que hagan más humana su vida, pierdan el trabajo, sean
    expulsados, pasen a pertenecer a esas multitudes que corren acongojadas en busca de un empleo que les impida caer en la miseria, que los salve. Esta crisis no es la crisis del sistema capitalista, como muchos imaginan: es la crisis de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la idolatría de la técnica y en la explotación del hombre".

  5. QUINTA CARTA: La resistencia

    "El hombre no se puede mantener humano a esta velocidad, si vive como autómata será
    aniquilado. La serenidad, una cierta lentitud, es tan inseparable de la vida del hombre como el
    suceder de las estaciones lo es de las plantas, o del nacimiento de los niños. Ya nada anda a paso de hombre, ¿acaso quién de nosotros camina lentamente? Lo que nos decimos son más cifras que palabras, contiene más información que novedad. La pérdida del diálogo ahoga el compromiso que nace entre las personas y que puede hacer del propio miedo un dinamismo que lo venza y les otorgue una mayor libertad. El miedo es un síntoma de nuestro tiempo. Al extremo que, si rascamos un poco la superficie, podremos comprobar el pánico que subyace en la gente que vive tras la exigencia del trabajo en las grandes ciudades. Creo que hay que resistir: éste ha sido mi lema. Pero hoy, cuántas veces me he preguntado cómo encarnar esta palabra".

  6. EPÍLOGO: La decisión y la muerte

    Cada hora del hombre es un lugar vivo de nuestra existencia que ocurre una sola vez,
    irremplazable para siempre. Creo que lo esencial de la vida es la fidelidad a lo que uno cree su destino, que se revela en esos momentos decisivos, esos cruces de caminos que son difíciles de soportar pero que nos abren a las grandes opciones. Los valores son los que nos orientan y presiden las grandes decisiones. Desgraciadamente, por las condiciones inhumanas del trabajo, por educación o por miedo, muchas personas no se atreven a decidir conforme a su vocación, conforme a ese llamado interior que el ser humano escucha en el silencio del alma. Y tampoco se arriesgan a equivocarse varias veces. Y sin embargo, la fidelidad a la vocación, ese misterioso llamado, es el fiel de la balanza donde se juega la existencia si uno ha tenido el privilegio de vivir en libertad. Sobre nuestra generación pesa el destino, es ésta nuestra responsabilidad histórica".