Rayos y Centellas, rock para chicos y chicas
Rayos y Centellas, rock para chicos y chicas

Rayos y Centellas, rock para chicos y chicas

Infancias
El cantante de Rayos y Centellas, Gustavo Libedinsky, cuenta cómo vivió la banda la reciente vuelta a los escenarios y comparte los trasfondos de hacer rock para las infancias.

Después de largos meses de cuarentena, la banda de rock para chicos y chicas Rayos y Centellas, compuesta por el vocalista Gustavo Libedinsky, Fernando Kabusacki (guitarras), Pablo Zagare (bajo), Gustavo Braga (teclados) y Martín Paladino (bateria), volvió a presentarse en vivo, con protocolo y un público reducido, en el anfiteatro del Parque Centenario.

A continuación, Gustavo Libedinsky comparte cómo fue la vuelta a los escenarios en un marco tan diferente, los detalles de la banda y las claves de hacer rock para el público infantil.

-¿Cómo sintió Rayos y Centellas la vuelta a los escenarios?

-Estuvo buenísimo, muy emotivo. Desde un lugar de energía, no de melancolía, fue como un "al fiiiiin". Desde el primer acorde los chicos y los grandes estaban en llamas. Fue una fiesta de reencuentro. Nos sentíamos raros por lo del Diego, que fue un sacudón, costaba concentrarse. Hasta un rato antes no sabíamos si se hacía. Pero cuando llegamos ahí y vimos la maquinaria funcionando -técnica, protocolos, etc.-, bueno sí, se hace. Y se disfrutó mucho a partir de salir a escena y ver tanta alegría en las caras de la gente, o de los ojos, por los barbijos. Ese fue el punch que precisábamos. Cambiamos pantalla por protocolo y pudimos disfrutar juntos, se dio esa magia de la diversión, los chicos, los grandes y la banda, juntos al mismo tiempo en el mismo lugar.

 


Gustavo Libedinsky, Fernando Kabusacki (guitarras), Pablo Zagare (bajo), Gustavo Braga (teclados), Martín Paladino (batería), y las bailarinas de danzas urbanas Zoe Brukman y Wity Serrano. Gentileza: Rayos y Centellas.

-En lo personal, ¿qué te llevó a dedicarte a la música infantil?

-En mi caso se fue dando de una forma no premeditada. Hace muchos años me sucedió de participar en un espectáculo infantil, cuando yo recién empezaba. Me impactó mucho la energía que se generaba, me divertía un montón descubirir el público de pibes. Paralelamente, empecé a laburar en el área de recreación de educación no formal. Más tarde fui ayudante de sala en un jardín y luego profe de música en un jardín en el que sigo estando. No es que lo planeé, la vida me llevó por ese camino y siempre lo disfruté, me sigo divirtiendo como hace 20 o 30 años. Los pibes siempre sorprenden, siempre tienen una salida y, al estar en un contacto tan intenso, es algo que me fluye, me resulta natural el vínculo de comunicación. Cuando empecé a dedicarme a la música para pibes había mucha música que no me gustaba nada. El problema era que me encontraba teniendo que manejarme con un repertorio, un material, con el que no me sentía identificado. Y el material con el que sí me sentía identificado no era muy aceptado por algunas instituciones donde me tocó laburar. De esa manera fue que me puse a componer.

-¿Hay algo de particular cuando se compone para niños y niñas?

-En cuanto a lo que es estrictamente musical, no hago ninguna salvedad, ninguna diferencia. Sí un trabajo más meditado y laburado en lo que son las letras de las canciones. En el grueso se trata de buscar esos lugares de convivencia entre los adultos y los niños, las cosas en común, las cosas que se dan en esa relación, lo que sucede entre los chicos. Mucho de jugar con lo cotidiano, el drama de levantarse, la venganza de los padres cuando el pibe estuvo hinchando toda la noche y no se quiso dormir, y a la mañana se tiene que levantar. Algo que tenga que ver con cuento, con fantasías, con historias, mucho lúdico y mucho humor, siempre. Los pibes tienen la risa fácil, y así como la tienen fácil, cuando algo no les interesa algo, media vuelta y afuera, los perdiste.

-¿La elección del estilo musical tiene que ver con aquel material infantil que no te gustaba?

-No es que no me gustaba nada, pero todos tenemos músicas que nos gustan más que otras, no es poner en valor la calidad sino los gustos. Trato de componer de acuerdo a lo que a mí me gusta, lo que me llama la atención. Siempre me gustó el rock, y el universo del rock. Tenemos una paleta de géneros con una sonoridad eléctrica, por lo general, vinculada a lo que se entiende como rock en el amplio sentido de la palabra. Y también me parece que el rock es muy divertido, muy lúdico, todos lo cliches del rock son una fuente inagotable de chistes, de autoburla. En el espectáculo de Rayos en vivo transcurre una historia que se cuenta en forma paralela. Hay un desafío con el que se encuentra la banda: tiene que intentar ser creíble como rockero y, como delirio, quien va a dar el veredicto de si somos o no una banda de rock es un marciano.

-¿Qué función cumple la puesta en escena en el espectáculo infantil?

-No se trata de poner algo para que los chicos se enganchen porque eso sería desconfiar de lo que uno hace. Nosotros usamos otros recursos porque nos interesa, nos divierte, nos parece que está bueno, nos gusta armar esa propuesta, es parte del espectáculo. El formato banda en los espectáculos infantiles es relativamente novedosos. Nosotros, antes de ser Rayos y Centellas, teníamos otra banda que fue Papando Moscas. Fue de la primera camada de bandas vinculadas al rock ATP (apto para todo público). Hoy hay un montón y muy buenas. La parte que tiene que ver con lo teatral es, por un lado, lo que más trabajo nos lleva porque es un lenguaje no del todo desarrollado ni habitual en los integrantes. Sin embargo, funciona. Aparte de los músicos, en la banda hay dos bailarinas del estilo danzas urbanas (Zoe Brukman y Wity Serrano) y el marciano (Mario Rizzo), que se hace presente. Y es un delirio absoluto.


Rayos y Centellas: "Vamos Saltando"

-¿Tienen pensado lanzar nuevo material?

-Tenemos algunas composiciones, nos estamos stockeando de material y vamos a ver cómo se desarrolla. Cuando la nueva normalidad nos permita empezar a juntarnos un poco más, empezaremos a pulirlo, a laburarlo. Este año es como una especie de cuenta regresiva y fojas cero. Yo calculo que vamos a seguir laburando este espectáculo que tenemos armado y luego durante el año que viene estaremos avocados en paralelo a formar un material nuevo.

-¿Componen todos juntos?

-Solemos armar los temas todos juntos. Uno lleva una idea de canción y en un ensayo se dispara hacia algún lado. Las canciones terminan cobrando vida después de varios shows en vivo, para mí eso siempre fue así. Componés la canción pelada, la podrías tocar en un fogón con la guitarra. Después pasa a la banda, se nutre de otras cosas, se cambia la ropa, se viste, se graba. Al grabar se viste de otra manera y con el correr de los shows va tomando otro carácter de acuerdo a lo que está pasando, qué lugares de la canción cambia el énfasis o no, qué respuesta hay del público, cómo convive esa canción con el hecho del show en vivo.

-¿Qué le dejó a Rayos y Centellas este 2020 tan particular?

-Algo que sucedió entre los que hacemos espectáculos infantiles fue que nos conocimos; casi todos nos conocimos. Hubo gente que armó cosas piolas, hubo mucho trabajo colaborativo. Nosotros hicimos una canción con el grupo Los Tutú, así medio de aguante y de esperanza, que se llama Vamos a Estar Bien. La TV Pública y Pakapaka se coparon y editaron el video. Y eso no se hubiese dado de otra manera, o quizá sí, pero la verdad que esto (la cuarentena) fue un caldo de cultivo para cosas amorosas, para cosas copadas, y entre los infantiles se dio mucho, colaboramos, nos alentamos los unos a los otros, eso es algo lindo.