Randa Testigo y la transmisión del patrimonio cultural intangible, en el Museo de la Historia del Traje
Randa Testigo y la transmisión del patrimonio cultural intangible, en el Museo de la Historia del Traje

Randa Testigo y la transmisión del patrimonio cultural intangible, en el Museo de la Historia del Traje

Artesanías
El Museo de la Historia del Traje volvió a abrir sus puertas al público e inauguró “Randa Testigo”, pensada en un formato virtual y presencial. Su curadora, Alejandra Mizrahi, comparte los detalles y las curiosidades de la exhibición.

El Museo de la Historia del Traje inauguró la muestra Randa Testigo, curada por Alejandra Mizrahi. La randa es una malla tejida y bordada por un grupo de mujeres, las randeras, de la comuna rural de El Cercado, en Monteros, Tucumán. La exhibición busca transmitir lo que esta práctica artesanal y textil significa para la comunidad. Se puede visitar de manera virtual, a través de la página web del Museo, o de manera presencial, los días viernes, sábados y domingos con turno previo

Alejandra ha logrado con este guion, construido en tres dimensiones, corporalidades, materialidades y hábitat, interpelar al visitante y transmitir el significado del bordado, que es único para cada randera y que tiene cinco siglos de historia. Durante la inauguración, conversamos con la curadora sobre la manera en la que se contactó con la comunidad, su largo camino recorrido y la manera en que pensó el guion. 

-¿Desde qué lugar encaraste el guion de la muestra? ¿Qué historia querías contar y por qué eligiste exponerla de esa manera?

-El guion de la muestra ha sido pensado desde tres dimensiones: corporalidades, materialidades, y hábitat. La elección de estos tres ejes tiene que ver con poder dar cuenta del tejido más allá del objeto propio, para poder tener una comprensión más amplia de los cuerpos que tejen, de las mujeres de El Cercado y del territorio en el que se produce. Estas tres dimensiones se entretejen en el mismo hacer de las randeras. Corporalidad alude a los cuerpos de las tejedoras, a su identidad referida a la técnica, a sus nombres, a las autorías. Son 50 tejedoras que al día de hoy sustentan y transmiten este patrimonio intangible. Materialidad da cuenta de la técnica en sí misma, de los materiales, de la metodología, de cómo se construye este tejido que es particular, que forma parte de la familia de los encajes pero de uno que se hace con agujas. El tercer eje es hábitat, que tiene que ver con el territorio en donde se desarrolla la técnica, la comuna rural de El Cercado, en Monteros, Tucumán. En ese eje no sólo tratamos de exponer el territorio mismo, los paisajes, los cañaverales y los modos de vida de las randeras, sino también un cruce que es muy importante actualmente y que se realiza con diseñadores, diseñadoras de indumentarias y artísticas contemporáneas.


Vestido confeccionado por la randera Claudia Aybar y el diseñador Gonzalo Villamax ubicado en la sala 3.

-¿Por qué elegiste las randas? ¿Qué relación te une a la comunidad? 

-La randa es muy importante para Tucumán, es una técnica que se conoce, tiene una identificación muy fuerte con la provincia. En el 2013 he llegado a la comunidad a partir de varios proyecto del Instituto de Desarrollo Productivo de la Provincia, y de EDUNT, la editorial de la Universidad Nacional de Tucumán, relacionados a revalorizar esta artesanía textil a partir de publicaciones, de encuentro, de ferias, de diferentes acciones. Cuando tomé contacto por primera vez con las randeras, hace ya ocho años, me conmovió mucho, por un lado, la persistencia de la técnica en el territorio, ya que se desarrolla desde la época de la Colonia en ese lugar y, por otro lado, me vi muy movilizada por estas mujeres que siguen tejiendo esta artesanía en la comunidad. Así fue como empezamos con un trabajo que ha dado un primer libro, Randa Tradición y Diseño Tucumano en Diálogo, que consta de un manual de la técnica y de otras cuestiones referidas a la historia, entrevistas a las randeras y un cruce a diseñadores y diseñadoras y randeras. Ese ha sido mi primer contacto y, a partir de ese momento, comencé a trabajar cada vez más cerca de la comunidad desarrollando los vínculos que hoy transforman esta relación en una hermosa amistad con el grupo de randeras. 

-¿Cómo encaraste la investigación para armar el guion y los textos curatoriales?

-La investigación ha sido encarada ya desde ese primer libro, después hemos hecho otros trabajos desde la universidad con otras personas. En el 2017 obtuve una beca de Investiga Cultura, con la que he podido desarrollar más profundamente lo que es el escenario en el que se desarrolla esta técnica, en comparación con otras prehispánicas, porque la randa es una técnica que proviene de la Colonia pero que, hoy en día, está asentada en el territorio con particularidades específicas, diferenciándose de otros encajes que se siguen haciendo en algunos lugares de Europa. De esta manera, he podido profundizar un poquito más a través de entrevistas, de diálogos más profundos con las artesanas. Parte del guion que planteo hoy surge de esa investigación, pero ha sido algo que he ido pensando específicamente en el momento en que me han hecho la propuesta desde el Museo del Traje. La ideé a partir de estos tres ejes que me parecían importantes expresar, tanto en la visita virtual como en la presencial.


Alejandra Mizrahi en la inauguración. Randas tejidas por Margarita Ariza y Mirta Costilla.

-¿Cuáles son esas particularidades que diferencian a las randas de aquellas técnicas que persisten en algunos lugares de Europa? 

-Las particularidades que las diferencian son más que nada los bordados en los dibujos que ellas ponen en las randas. Esto se ha ido despegando de la matriz tradicional y hoy tienen un repertorio de dibujos y de puntos de bordados que tienen que ver con el paisaje circundante. De esta manera, utilizan puntos que se denominan lluvia, florcitas, punto arroz, margarita, media margarita, esterilla, entre otros. Todos estos puntos configuran un repertorio de bordados que las hace particulares, que las hace producir imagenes determinadas que se repiten en sus tejidos.

-A la hora de pensar el guion curatorial, ¿tuviste en cuenta los cuidados de este tipo de objetos para ser expuestos?

-Sí, he pensado el montaje en función de la lógica misma que tienen las randas para percibirse y para hacerse en realidad. La randa (su procedimiento), es una malla que luego se tensa en un bastidor y después se borda. Entonces un poco respondiendo a la misma lógica de construcción del tejido, he tomado algunos aspectos para poder desarrollar las propuestas de montaje, que son para verlas de todos lados, montadas en un bastidor, recordando cada una de las autoras, con sus nombres. Por otra parte, en la muestra hay un acompañamiento audiovisual importante  que realicé junto a la realizadora audiovisual Alina Bardavid, compuesto en los tres ejes, en los que registramos el contexto de El Cercado, la materialidad y, por otro lado, a las autoras con sus voces contándonos acerca de esta artesanía. También hay otra parte sobre la deriva poética, relacionada al diseño, en donde se pueden ver trabajos en colaboración de artesanas y diseñadores. Y por último, tenemos a la randa del arte contemporáneo, donde se pueden ver dos obras, una de Carlota Beltrame y otra de Guadalupe Carrizo, dos artistas tucumanas que trabajan con la randa desde su dimensión estética, política y discursiva.  


Alejandra Mizrahi montando randa tejida por Cristina Costilla en el biombo (MUMORA: Museo Móvil de la Randa) expuesto en la sala 1.

-Después del largo camino recorrido, ¿qué es la randa para vos?

-La randa es un montón de cosas, sobre todo funciona como el testigo de una comunidad de mujeres que tejen en un mismo territorio hace muchos años, desde el 1500 aproximadamente hasta el día de hoy. Simboliza un tejido, una comunidad que sostiene y continua una técnica de generación en generación. Mi percepción de la randa en todos estos años ha ido cambiando. Mi primer acercamiento ha sido muy técnico, en función de cómo se hacía ese encaje especial y particular que se sostiene en el territorio. Todos los años fui cambiando el foco de importancia; lo que más me motiva a continuar trabajando es toda la comunidad que hay alrededor del tejido, de qué manera estas mujeres (alrededor de 50) sostienen la técnica, cómo todos esos nudos, redes y dibujos y bordados las representan a cada una de ellas y cómo también este tejido empodera a unas mujeres de un territorio específico.

-¿Cómo se sintió la vuelta a la presencialidad en la inauguración? 

-Una de las cosas más emocinantes de poder volver a la presencialidad ha sido montar la muestra. Todo este año he estado realizando un trabajo muy interno, muy de escritorio, encerrada en mi casa en Tucumán, pero tener la oportunidad de venir a montar todas esas mallas, esas redes bordadas, que ya se habían producido y que ya habíamos pensado cómo montarlas, ha sido uno de los momentos más especiales. Por otra parte, también ha sido emocionante poder compartir todo este repertorio de propuestas en relación a las randas con un público más grande, con el deseo de que la randa se transmita a otros lugares, se conozca, se identifique como un tejido de radical importancia para las tucumanas y para todas las argentinas también


De izquierda a derecha: Marisal Baldasarre (Directora Nacional de Museos), Alejandra Mizrahi (Curadora), Vicky Salías (Directora del Museo de la Historia del Traje), Sabrina Mazzalupo (Área de Museografía del MHT), Valeria Crespo (Área de Educación del MHT), Karina Solano (Área de Relaciones Institucionales MHT).