¿Qué otros poemas escribió José Hernández además del Martín Fierro?
¿Qué otros poemas escribió José Hernández además del Martín Fierro?

¿Qué otros poemas escribió José Hernández además del Martín Fierro?

En esta nota, recordando el aniversario de su fallecimiento, el 21 de octubre de 1886, a sus 51 años, transcribimos cuatro poemas del militar, periodista, poeta y político argentino José Hernández
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Si algo sabemos sobre José Hernández (1834 - 1886), es que fue el gran inspirador de la literatura gauchesca, a través de su obra cúlmine, el Gaucho Martín Fierro. Sin embargo, antes de escribir esta obra fundacional de las letras argentina, dejó otros poemas más bien poco conocidos. A continuación, te compartimos algunos: 

  1. Los dos Besos

    Volaron aquellas horas
    En que la mente delira:
    Sin cuerdas está mi lira
    Y sin fuego el corazón.
    Y pues que cantar no puedo
    Tus encantos y embelesos,
    A una historia de dos besos
    Presta, niña, tu atención.

    En los inmensos espacios
    Dos besos que iban errantes,
    Vagos, perdidos, flotantes,
    Se llegaron á encontrar.
    Y al tocarse levemente,
    Yerto el uno y maldecido,
    Tembló el otro, como herido
    Por aquel roce fatal.

    Y entre el éter de las nubes,
    Dó el trueno tiene su cuna,
    Un tibio rayo de luna
    Los ilumina á los dos.
    Y el silencio interrumpiendo
    Que en los espacios reinaba,
    Un génio que allí pasaba
    Oyó la siguiente voz:

    —¿Quién eres?
    — ¿A donde vas
    Por el espacio infinito?
    — Tan fresco tú.
    — Tú marchito
    — ¿De donde saliste, dí?
    — Yo soy ternura.
    — Yo rábia.
    — Yo dulzura.
    — Yo dolor.
    — Yo soy hijo del amor.
    — Yo del ódio y frenesí.
    — Yo vierto una alma en otra alma
    Divinizando las dos:
    Soy el hábito de Dios,
    Soy inocencia y virtud.
    Y yo soy remordimiento,
    Infamia, oprobrio, perfidia:
    Soy maldición, soy envidia,
    Y perversa ingratitud.

    — Yo soy perfume suave,
    Soy celestial armonía,
    Soy placer, soy alegría,
    Soy esperanza que brota.
    — Yo soy maldición, blasfemia,
    Soy rencor de furias lleno,
    Soy para el alma, veneno
    Que destila gota á gota.

    — Yo soy pureza y esencia.
    — Yo crímen y falsedad.
    — Yo salvé á la humanidad.
    — Yo á la humanidad perdí.
    — Soy yo de orígen divino.
    — A mí el infierno me hizo.
    — Yo nací en el Paraíso.
    — Yo en Jerusalen nací.

    — Yo soy virtud
    — Yo maldad.
    — Yo inocencia
    — Yo delito.
    — Yo soy deleite infinito.
    — Yo soy infinito horror.
    — Digámosnos, pues, quién somos,
    Y así saldremos de dudas.
    — Yo soy el beso de Judas.
    — Yo el primer beso de Amor.
    Y los dos al separarse,
    Para seguir su camino
    Por un mandato Divino
    Se miraron con horror.

    — ¡Adiós! yo busco en el mundo
    Odios, venganzas, agravios!….
    Y yo unos cándidos lábios
    Que me den vida y calor.

  2. El viejo y la niña

    Cruza un arroyo inocente
    Sobre un campo de esmeralda,
    Y á su orilla crece un sauce
    Reflejándose en sus aguas.
    En sus trasparentes ondas,
    Serenas, limpias y mansas.
    Varios descuidados cisnes
    Su blanco plumaje, bañan.
    Los pintados pajarillos,
    Saltando de rama en rama,
    Enamorados y alegres,
    Con su dulces trinos cantan.
    Y las flores caprichosas,
    Que crecen entre la grama,
    Aquel manto de verdura,
    Entapizan y engalanan.
    Y las perfumadas brisas,
    Al cruzar en ténue calma,
    Rozan leve y suavemente,
    Agua, cisnes, flor y grama.
    Pálido un rayo de sol,
    Que se quiebra entre las ramas,
    Va á reflejar moribundo
    En las cristalinas aguas.
    Del verde sauce á la sombra
    Un pobre viejo descansa,
    Pura la mirada y limpia,
    Serena, aunque triste el alma.
    A sus trémulas rodillas
    Alegre una niña salta,
    Y sus sonrosados dedos
    Entre sus canas enlaza.
    El las huellas de la vida
    Muestra en su faz arrugada,
    Y ella refleja en su frente
    La pureza y la esperanza.
    De la sien del viejo penden
    Escasas hebras de plata,
    Pues deja tan poco el mundo
    Que hasta deja pocas canas.
    Y ella los sedosos rizos,
    Flotantes sobre la espalda,
    Por la brisa acariciados
    No suelta, sino derrama.
    El es la verdad del fin,
    Es la realidad ingrata;
    Y ella es la ilusión risueña
    Que dá vida á la esperanza.
    El es el árido invierno
    Con su nieve y sus escarchas,
    Es desierto, soledad,
    Repulsión, tinieblas, nada
    Y en la senda de la niña,
    La primavera derrama
    Todas sus galas floridas
    Con generosa abundancia.
    El es la noche sombría,
    Ella la aurora galana,
    Ella viene, y el se vá
    Libre de congoja el alma.
    Ella en su inquieta inocencia
    Jugueteando con sus canas
    — ¿Por qué motivo, le dice,
    Tienes la cabeza blanca?
    Fija en la niña el anciano
    Pura y serena mirada,
    Sus secos labios contrae
    Lijera sonrisa amarga,
    — ¿No sabes, niña inocente,
    No sabes niña adorada,
    Que la vida se parece
    A la antorcha que se apaga?
    Seductoras ilusiones,
    Nuestra juventud engañan
    Y al retirarse fugaces
    El tinte del pelo cambian,
    Vienen muchos desencantos
    Muere ó se vá la esperanza;
    Que la esperanza de ayer
    Es desencanto mañana.
    Y solo nos deja el mundo
    Al terminar la jornada,
    Al espíritu congojas
    Pero no á los ojos lágrimas,
    Solo deja el desengaño
    Y tristezas en el alma,
    Las arrugas en el rostro
    Y en la cabeza las canas!!»
    Oyó la niña el sermón
    Sin entender ni palabra,
    Pues la vida tiene aún
    Arcanos que ella no alcanza.
    Se fué á arrojar juguetona
    Piedrecillas en el agua,
    Los cisnes tienden el vuelo
    Y el viejo vuelve á su casa.
    Las flores siguen creciendo,
    Las aguas siguen su marcha,
    Sigue el sauce dando sombra,
    Sigue el pájaro en sus ramas.
    Sigue la brisa apacible
    Y al verde follaje arranca
    Esa tímida armonía
    Que solo percibe el alma.
    Mas yo he seguido hasta aquí,
    Y es tiempo de decir basta,
    Porque las penas son mías
    Y soy dueño de ocultarlas.
    Yo soy ese pobre viejo
    Lleno de arrugas y canas
    Y es la niña juguetona,
    La lectora de esta fábula.
    Guarde ella sus ilusiones,
    Yo mis tristezas amargas,
    Ella sus blondos cabellos
    Y yo mis escasas canas.
    Que ya fugaron veloces
    Las ilusiones del alma;
    Pues ayer compré un billete
    Y no me he sacado nada.

  3. El carpintero

    Al compás de su herramienta
    Mientras trabaja afanoso
    Así sus desdichas cuenta,
    Así canta y se lamenta
    Un carpintero amoroso.

    «Es mi vida su mirada,
    Y cuando su voz escucho,
    Siento mi alma arrebatada
    De tierno gozo inundada….
    — Muchacho, trae el serrucho,

    «Brotan de sus ojos bellos
    Penetrando el corazón
    Esos fúlgidos destellos
    Y absorto me quedo en ellos….
    Muchacho, trae el formón.

    «De sus labios de granada
    Se escapa de amor el soplo,
    Y es ondeante y perfumada
    Su cabellera rizada…
    Muchacho, trae el escoplo.

    «Y mi vida antes serena
    Tornóse agitada y turbia
    Cambióse el placer en frena,
    De amor gimo en la cadena,
    Muchacho, traeme la gurbia.

    «Y cariñoso con ella
    Inocente el cefirillo
    Juega al mirarla tan bella
    Fulgente como una estrella,
    Muchacho, trae el cepillo.

    «Por ella es este dolor
    Por ella siento esta pena,
    Y ella con su cruel rigor
    Desdeña, ¡ingrata! mi amor:
    Muchacho, trae la barrena.»

    Y amante sigue sus llantos
    Y sus eternas disputas
    Aliviando sus quebrantos
    Con sus amorosos cantos
    Entre tablas y virutas.

  4. Cantares

    Yo tengo entre mis libros
    Un libro viejo
    Que una vieja lo mira
    Con espejuelos.
    Y tengo un libro
    Que lo ve una muchacha:
    Con ojos lindos —

    La viejita leyendo
    Pasa el dia entero,
    Y da vueltas las hojas
    Con dedos secos;
    Pero la otra
    Tiene para las suyas
    Dedos de rosa.

    A las unas les gustan
    Crónicas viejas
    Y gustan á las niñas
    Lindas novelas—
    Mas no me asusto
    De que tengan entre ellas
    Distintos gustos.

    Y para que no digan
    Que es impolítico.
    Después de estas verdades
    Haré un cumplido
    Las viejas, vivan!
    Que son madres ó abuelas
    De lindas niñas.