Postales de Yapeyú, a 167 años de la muerte de San Martín
Postales de Yapeyú, a 167 años de la muerte de San Martín

Postales de Yapeyú, a 167 años de la muerte de San Martín

El 17 de agosto se inauguró la puesta en valor del templete que conserva las ruinas de la casa natal del prócer
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Don Gil Pereyra, Mirta Delgado de Pereyra, Amalia Pereyra, Ramón Pereyra, Mario Javier Pereyra y Liliana Suarez de Pereyra. Una familia dedicada al cuidado de los restos de la casa donde transcurrieron los primeros años de vida de José Francisco de San Martín.

Liliana tiene 48 años y hace 11 que es la encargada del templete de Yapeyú, la construcción que protege las ruinas de la casa natal de San Martín. El padre de su suegro, Don Gil Pereyra, fue uno de los primeros cuidadores. En 1945, y por voluntad propia, se trasladó desde Paraje La Cruz, uno de los cuatro poblados fundados por los jesuitas, a Yapeyú, para custodiar la casa del General. 

Tras su fallecimiento, cedió el puesto a su esposa Mirta Delgado de Pereyra, que se convirtió en la primera mujer en custodiar el templete y ser remunerada por su trabajo. El amor y la dedicación puestos al servicio de la preservación del sitio histórico fue trasladado a las generaciones venideras.

“Cuidar el Templete es mi vida, es lo que sé hacer, es lo que me gusta hacer. Este lugar es espléndido: el silencio, la orilla del río, el sol, el aire libre”, dice Liliana.

A diario, recorre una y otra vez los ladrillos de argamasa fabricados en las misiones jesuíticas que resistieron el paso del tiempo. En su mirada encarna el orgulloso que sienten los yapeyuanos y los correntinos de haber nacido en la misma tierra que José de San Martín.

El templete que conserva los restos de la casa fue puesta en valor y las reformas fueron reinauguradas el 17 de agosto. Como parte de las obras, se realizaron trabajos de conservación y restauración del Templete y de los edificios complementarios, como los grupos sanitarios, la Casa Guardián, la Plaza de Armas, el Parque del Entorno y el Torre Tanque. Se reconstruyeron piezas en las cubiertas, reparación y nuevas bajadas pluviales,  limpieza y restauración de los muros de la fachada, recuperación de los pisos faltantes, reposición completa de los zócalos, reparación de la carpintería, ajuste de toda la instalación eléctrica a la normativa actual, adecuación de las instalaciones sanitarias y trabajos de pintura.

 

El Regimiento de Granaderos a Caballo fue creado por San Martín en 1812. Fue un ejército modelo, indispensable en la liberación de los pueblos de América. Al crearlo, San Martín pidió a los miembros del Triunvirato que le enviaran soldados provenientes de Yapeyú, porque añoraba tener en su Regimiento oriundos de su pueblo natal. Esa tradición aún se mantiene.

Nicolás que tiene 23 años y hace cuatro que ingresó al Ejército. Nació en El Sauce, Corrientes, y es el primer granadero de su familia. Luego de formarse en el Cuartel de Palermo, hace un mes llegó a Yapeyú. Jamás imaginó que iba a tener el privilegio de custodiar la casa natal del Libertador. 

De lunes a viernes, a las 7.30, Nicolás ensilla su caballo y cabalga unas pocas cuadras bordeando el río hasta llegar al templete. Saluda a sus compañeros, toma unos mates y comienza su trabajo. 

Ajusta su morrión a la cabeza, ubica el sable entre sus manos, alinea sus pies, endereza la espalda hasta alcanzar esa postura rígida que simboliza el respeto a la autoridad y el gesto de rendir honores. Mira un punto fijo y no piensa en nada. Sabe que los visitantes le harán muecas, chistes y lo tocaran con si fuese un muñeco. “Tal vez la gente se olvida que los granaderos dieron su vida en el campo de batalla, soldados que se fueron y nunca más volvieron a ver a sus familias. Es mi trabajo estar concentrado”, dice.

Tres horas dura el tiempo de guardia. Luego vuelve al Regimiento y por la tarde, nuevamente a su puesto. Pero, ¿qué hace un granadero cuando no es granadero? “Salgo a bailar”, contesta.

El higuerón, Ibapoy en guaraní, es parte del paisaje: las familias toman mate en su orilla, los jóvenes escuchan música bajo su sombra, los niños suben y bajan por la montaña de tierra que esconde sus viejas raíces. Un cartel recuerda que es un árbol histórico. Todo el pueblo lo sabe.

La leyenda cuenta que bajo ese árbol jugaba de niño José Francisco, acompañado por su niñera india Rosa Guarú. Durante 200 años brindó sombra a los yapeyuanos y fue visitado por miles de turistas. Una mañana soleada de otoño de 1986, por causas naturales, el higuerón cayó.

Martha Neuman es la actual historiadora del pueblo y esa mañana estaba en plena actividad en el colegio ”San Martín” de Yapeyú, de donde era preceptora, cuando escuchó un ruido ensordecedor. Docentes, estudiantes, auxiliares se dirigieron hacia la plaza creyendo que se había caído una de las columnas de la iglesia. Pero no. ”¡Cuánto dolor cuando volteamos la mirada y lo vimos caído! Todos los vecinos, no faltaba ni uno, nos agolpamos a su alrededor a contemplarlo. No sabíamos qué hacer, deseábamos que nuestra fuerza lo levantase pero tenía raíces de hasta diez metros”.  “Ese ibapoy, como le decía la gente antigua, estaba caído sobre la tierra que tantos años lo alimentó. Si hubiese podido hablar, cuántas cosas nos hubiera dicho”, se lamentóo en ese instante el yapeyuano Lorenzo Schreiner.

Sobre las bases de aquella planta madre creció un retoño del higuerón, al que declararon Monumento Viviente de la ciudad de Corrientes.