Philip Roth, el desencanto de un autor americano
Philip Roth, el desencanto de un autor americano

Philip Roth, el desencanto de un autor americano

Letras
Efemérides
En esta nota, y a dos años de su fallecimiento, homenajeamos al reconocido escritor norteamericano que, desde la literatura, se animó a poner en tela de juicio las bases más hondas de los valores y tradiciones estadounidenses.

Con apenas 26 años, ya tenía una novela corta y un puñado de cuentos bajo el brazo. En ellos, exploró ciertas situaciones y comportamientos de las familias judías tradicionales de Estados Unidos. Es decir, se dedicó a observar sus propios orígenes, su vida cotidiana, para darle forma y así entender -mediante la ficción- cómo se establecen y configuran determinadas cuestiones sociales y cómo podrían ser, cuando uno no está de acuerdo con todo lo que nos precede. El joven escritor se negó a dejar esos textos en un cajón, igual que Houghton Mifflin, la editorial que se encargó de llevarlos a la imprenta en 1959

Ese año, de la noche a la mañana, el flamante autor logró con solo su primer libro ganarse el elogio de la crítica, el National Book Award de 1960 y una acusación de antisemitismo por algunos sectores del judaísmo ortodoxo. El éxito literario y las polémicas con algunos rabinos influyentes, quienes creían que sus relatos iban en contra de las tradiciones a las cuales pertenecía, fueron los primeros pasos que le valieron no solo la atención del público y la prensa, sino también un nombre propio en la literatura estadounidense. El veinteañero con solo un par de textos se había convertido en Philip Roth.

Philip Milton Roth nació el 19 de marzo de 1933 en la ciudad de Newark, Nueva Jersey, en el seno de una familia judía, que había emigrado de una zona ucrano-polaca de la Galitzia europea del este. Luego de certificarse de la escuela secundaria, y con las ganas de alejarse de su hogar, se mudó a Filadelfia para estudiar abogacía en la Universidad de Bucknell. Sin embargo, y alentado por una profesora con quien luego mantuvo amistad, dejó las leyes para abrazar de lleno la literatura. Se recibió con honores en 1954 y obtuvo una maestría en Literatura Inglesa. Desde ahí, trabajó como profesor en esa misma Universidad y en otras, como las de Iowa, Princeton y Pensilvania. Mientras tanto, Roth escribía a un ritmo deslumbrante: cuando abandonó su labor docente en 1992 para dedicarse solo a la escritura, ya había publicado quince novelas, dos memorias y una infinidad de artículos en la prensa que lo posicionaron como uno de los autores más destacados de su generación

Algunas de esas publicaciones son El lamento de Portnoy (1969); La novela americana (1973); la tetralogía de Zuckerman encadenado en la que le daría vida a uno de sus tantos alter ego Nathan Zuckerman (1981-1985); La contravida (1986); y dos libros de no ficción: Los hechos (1988), y Patrimonio: una historia verdadera (1991). En cada obra, Roth se desencantaba aún más de lo que muchos llamaban "el sueño americano" y no dudó en criticar sus trampas y sinsabores, más allá de las luces del éxito prometedor. Y así vinieron otros tantos libros que lo consagraron mucho más, incluso, para circular como uno de los eternos nominados al Premio Nobel de Literatura, aunque nunca lo ganó. Entre estos, fue de especial interés su llamada “Trilogía americana”, integrada por Pastoral americana (1997) por el que recibió el Premio Pulitzer; Me casé con un comunista (1998), por él ganó el Ambassador Book Award, y La mancha humana (2000), con el que obtuvo el PEN/Faulkner Award, entre otras distinciones (llegó a recibir más de veinte, nacionales como internacionales, en toda su carrera).

Con una pluma ocurrente, curiosa e introspectiva, Roth se lanzó a la creación de historias en las que imaginó, observando el lado oscuro de la condición humana y lo peor de la sociedad norteamericana, realidades paralelas que, incluso, resultaron más cruentas que las que le tocó vivir. Son muchas las tramas en las que sus personajes se encuentran al borde del abismo para, de alguna manera, encontrarse (y a veces en contra) con ellos mismos. Así creó a distintos personajes que, al igual que Nathan Zuckerman, son una fragmentación de su propia personalidad, a veces idealizada, a veces hiperbolizada, de lo que él mismo esperaba, quería o necesitaba hacer. Por otra parte, además de las aristas políticas, del pasado y la historia, Roth también le puso tinta a la infancia, el erotismo, la sexualidad, la decadencia, el dolor y la muerte: temas que lo obsesionaron hasta el final de su vida.

Otras de las obras más notables, que ya cuenta con su propia serie en HBO, es La conjura contra América (2004): narrada desde el punto de vista de una familia judía, se trata de una versión alternativa de la historia norteamericana, en la que Charles Lendbergh, un xenófobo piloto de aviones, se hace del cargo de Presidente de gobierno con la intención de implantar el fascismo en el país. Esta es una de las estrategias de escritura más recurrentes y celebradas de Roth: las distintas reconstrucciones de tiempos y espacios que dan lugar a diversas historias de la Historia oficial. De alguna manera, hace reflexionar sobre los artilugios de la creación de discursos y realidades, que muchos sectores del poder utilizan para imponer sus intereses como única verdad.    

Amante del béisbol, casado dos veces y sin hijos, Philip Roth murió el 22 de mayo de 2018 por una insuficiencia cardíaca, en la ciudad de Nueva York. En 2012 había anunciado su retiro de la literatura y solo se dedicó a leer. En una de sus últimas entrevistas, y en relación con toda su ficción, compartió sus motivos de alejamiento: “No quiero leer más de ella, ni escribir de ella ni hablar de ella. Le he dedicado mi vida a la novela, la he estudiado, la he enseñado, la he escrito y la he leído. Excluyendo casi todo lo demás. Ya es suficiente. Ya no siento esta dedicación de escribir lo que he experimentado toda mi vida. La idea de luchar una vez más con la escritura es insoportable para mí”. Antes de morir, su última voluntad fue donar dos millones de dólares a la biblioteca pública de Newark, la ciudad que lo vio nacer y convertirse en uno de los autores más notables de la ficción americana.     

Adaptaciones cinematográficas

El norteamericano Joel Rapp adaptó el relato bélico Battle of blood island (1960), protagonizado por Richard Devon y Ron Kennedy, en el que narran los intentos de dos soldados estadounidenses antagónicos para sobrevivir durante la Segunda Guerra Mundial. Sin bien enemigos, en la unión había una posibilidad de trascender. Larry Peerce, por su parte, filmó Complicidad sexual (1969). Richard Benjamin y Ali McGraw fueron los protagonistas que interpretaron esta comedia romántica entre dos judíos muy diferentes. Se trata de una adaptación de Goodbye, Columbus, el primer libro de Roth.

En 1972, el neoyorkino Ernest Lehman se animó a llevar a la pantalla grande una de las obras más famosas de Roth, El lamento de Portnoy. Richard Benjamin, en el papel de Alexander Portnoy, es quien conversa con su psiquiatra sobre su adicción al sexo y la masturbación: uno de los temas que el autor exploró varias veces a lo largo de sus obras.

Más recientes son las adaptaciones de La mancha humana (2003), dirigida por Robert Benton y protagonizada por Nicole Kidman y Anthony Hopkins, en la que ambos le ponen rostro a este drama psicológico y romántico en el que un profesor universitario, acusado de racista, se entrega a sus deseos eróticos por una extraña mujer, que lo llevará a un secreto pasado que creía olvidado. Y, en 2016, el actor Ewan McGregor debutó como director de Pastoral americana, para ponerle imagen y sonido a la historia de una familia aparentemente perfecta, pero que poco a poco comienzan a resquebrajarse las apariencias por las ideas políticas de la hija adolescente del protagonista, Seymour Levov. McGregor hizo una acertada elección de esta novela que pone en tela de juicio todos los valores de la sociedad norteamericana. Tal vez, la gran hazaña del legado de Philip Roth.