Pensar la ciudad como obra de arte
Pensar la ciudad como obra de arte

Pensar la ciudad como obra de arte

Innovación
La edición Vll de La Cultural puso el acento en la gestión del espacio urbano desde una óptica cultural. El encuentro estuvo a cargo de los facilitadores Gerardo Salinas y Carolina Huffmann. Conocé las nuevas formas de intervención urbana desde una perspectiva creativa
Otros artículos que te pueden interesar

El 15 de agosto último se llevó a cabo en la Biblioteca Municipal de Morón “Domingo Faustino Sarmiento” la edición Vll de La Cultural / Consultorio Cultural Federal: Cultura + Espacio Urbano.

El encuentro estuvo a cargo de los facilitadores Gerardo Salinas y Carolina Huffmann y giró en torno a la siguiente pregunta:

¿Cómo pensar proyectos culturales explorando nuevas formas de intervención en el espacio urbano a través de procesos de creación colectiva entre la ciudadanía y el tejido artístico, en una gestión compartida? 

¿Qué es La Cultural?

Impulsado por la Dirección Nacional de Formación Cultural de la Secretaría de Cultura de la Nación, el Consultorio Cultural Federal de La Cultural promueve una serie de encuentros en diversos puntos del país para repensar los desafíos del campo cultural a través de una metodología innovadora y colaborativa con los participantes como protagonistas. 

El programa busca cambiar una forma pedagógica históricamente centralizada y desactualizada, muchas veces alejada de las realidades, necesidades y demandas de los profesionales de la cultura. Para ello, la iniciativa abre los espacios de discusión y participación, impulsando la reflexión horizontal y promoviendo el desarrollo de conocimiento colaborativo.

Luego de la actividad, la Secretaría de Cultura conversó con Gerardo Salinas y Carolina Huffmann para conocer, entre otras cosas, a qué llamamos espacio urbano, qué es la ciudad para ellos, en qué consistió el encuentro, cuál fue su aporte y qué se llevaron del mismo. 

Gerardo Salinas: “Lo que hacemos o lo que no hacemos determina lo que es la ciudad”

Dramaturgo y gestor cultural, trabaja como dramaturgo urbano en el emblemático KVS (Teatro Real de Bruselas), donde produce nuevas formas de encuentro entre el público y la ciudad a través de las artes escénicas, además de generar puentes con América Latina. 

-¿En qué consiste “Dramaturgia Urbana”? 
La dramaturgia urbana es una forma de dramaturgia que tiene en su objeto principal a la ciudad; a la ciudad como si fuese un texto perfecto. Un texto vivo al que nos podemos aproximar por medio de obras, de la creación de redes o de proyectos. El dramaturgo urbano usa sus herramientas para lograr activar el potencial dramático del contexto urbano. Durante 15 años dirigí un festival que tenía como foco la ciudad o las nuevas dinámicas urbanas en la ciudad. En determinado momento, advertí que las herramientas que estaban a mi alcance desde la practica artística, cultural y escénica, no me alcanzaban para poder trabajar en estos nuevos contextos. Los grandes contextos urbanos o las grandes ciudades en un país como Bélgica son una novedad, porque es un país con ciudades medianas; Bruselas es su única gran ciudad. Este es un período de cambios gigantescos debido a las grandes corrientes migratorias y las nuevas tecnologías, que permiten que estas personas que emigran estén al mismo tiempo en contacto real time con sus países de origen. Esto genera que el mundo y las ciudades estén funcionando como una especie de red gigante. Ver de qué manera se suma al patrimonio cultural y a la vida cultural de la ciudad todo este nuevo entramado de historias y su potencial, me llevaron a la búsqueda de nuevas herramientas para poder trabajar con esto.

-A partir de tus investigaciones, ¿cuáles dirías que son las principales diferencias y similitudes entre las grandes ciudades europeas y las latinoamericanas?
Hay muchas diferencias que tienen que ver con las situaciones geopolíticas, las tradiciones, las condiciones de producción, etc. A mí me interesa mucho hablar de las similitudes. El contexto de la mega ciudad gigante es una novedad en un país como Bélgica. Esta novedad es una búsqueda: cómo funcionar y sobrevivir en un contexto de gran ciudad que uno no puede controlar totalmente. Una ciudad grande tiene bastante de orgánico. En ese sentido, encuentro bastantes similitudes en cómo funciona el entramado urbano en Buenos Aires, Gran Buenos Aires, y lo que se está formando alrededor de Bruselas, donde muchas ciudades y municipios comienzan a funcionar como una totalidad con Bruselas. Es una ciudad que presenta lagunas donde el Estado no está tan presente; esto genera problemas y a la vez espacios para el ciudadano. Me interesa ponerlo en diálogo con algo que también pasa en contextos como Buenos Aires, donde hay bastante trabajo de base que se organiza para contribuir al desarrollo de una práctica en el contexto urbano. Esa es una similitud: enfrentar los desafíos de la gran ciudad. Muchas veces enmarcamos todo en conceptos como nacionalidad, y es cierto que hay cuestiones en común entre quienes comparten una nacionalidad y están bajo la organización de un Estado nacional. Sin embargo,

muchas veces nos olvidamos de que quizás un ciudadano de Buenos Aires y un ciudadano de Bruselas comparten muchos más desafíos y experiencias que un ciudadano de Bruselas y un ciudadano de algún pueblo pequeño de Bélgica. 

-¿Cuál es tu mirada sobre la producción artística de la Argentina?
Creo que su producción artística es súper potente y diversa. Me fascina que en la Argentina cuando alguien tiene una idea no espera a que estén dadas todas las condiciones para que esa idea suceda, sino que genera las condiciones y hace suceder la idea. La fuerza me parece increíble. Por otra parte, el hecho de que la producción artística no esté en su completitud mediada por el Estado hace que exista diversidad. En Bélgica gran parte de la práctica artística está subsidiada por el Estado, a través de presentaciones, reglamentaciones, apoyos. De alguna manera, esto genera un cuadro mucho más claro y determinado de la producción artística, a la vez que genera mucha más uniformidad. Que esto sea diferente en la Argentina, además de penurias para los artistas, genera contextos de una mayor independencia en la elección temática y de forma. Por supuesto que no estoy alabando las condiciones de producción que generan estas penurias porque preferiría que hubieran posibilidades de sostener todas estas prácticas. Lo que digo es que, aparte de ese costado negativo, la otra cara de la medalla es que se genera una diversidad más grande en el formato y la producción artística. Los artistas argentinos son muy fuertes y ponen mucho compromiso en cada acto artístico que realizan. Eso me enamora todo el tiempo.

-¿Qué es lo primero que observas de una ciudad?
Una de las cosas que uno tiene que hacer, sobre todo cuando está en su propia ciudad, es tratar de tomar conciencia de su propio lugar en la ciudad, desde qué lugar está interactuando y observando la ciudad. Tomar conciencia también de las redes en las cuales uno participa y tratar de descubrir y ver lo que uno no ve en su propia ciudad. Suelo utilizar un ejemplo con respecto a esto que llamo “el ultravioleta”. En todos estos años, en muchas ocasiones, aparte de trabajar en el sector de las artes, me dediqué a tratar de descubrir aquello que todavía no estaba en diálogo con el sector de las artes belgas. Cuando empecé a hacer este trabajo a veces tenía una sensación de indignación y enojo. ¿Cómo puede ser que no se abran a esto? Con el tiempo descubrí que muchas veces no se trata de mala voluntad sino de tener la posibilidad de verlo en principio. Para esto utilizo el ejemplo del ultravioleta. 

-¿En qué consiste?
En nuestro aparato de visión tenemos la posibilidad de registrar una gama de colores que va del blanco al negro con todo lo que está en el medio. Hay determinada cantidad de espectro de color que no podemos detectar, por ejemplo, el ultravioleta. Si pudiésemos verlo notaríamos que cuando vemos el color rojo, o el rojo combinado con el ultravioleta, se trata de otro color. Pero como no podemos ver ultravioleta vemos rojo en los dos casos. Eso no hace que el ultravioleta deje de existir. Está ahí pero no lo podemos ver. El gran desafío es generar la posibilidad de ver el ultravioleta. De esta manera hago el paralelismo con la producción artística y de sentido en una ciudad. Habitualmente, sobre todo los que trabajamos profesionalmente con cultura y arte, tenemos herramientas para detectar, evaluar y leer algunas prácticas artísticas y culturales y otras que no podemos detectar ni saber cuál es su tradición o su estética. Lo que uno tiene que hacer es tratar de generar los saberes, el espacio y el tiempo para poder entender estas otras producciones de sentido y artístico en las ciudades. Una gran herramienta es ponerse uno mismo en cuestión: preguntarse desde dónde está leyendo o participando en la producción de sentido de la ciudad y ponerse en contacto con los otros productores, los otros centros de producción y las otras dinámicas de producción de sentido urbano. 

-¿Cuánto nos dice una ciudad acerca de la cultura de quienes la habitan?
Está es una pregunta muy interesante. Suelo utilizar el siguiente statement para activar la discusión: “las ciudades no existen”. Las ciudades son una suma de performances que realizan más o menos las mismas personas que hacen todos los días más o menos lo mismo. La ciudad es la sumatoria de todas las acciones y movimientos que realiza la gente en un contexto determinado. Esta visión se contrapone a la idea de ciudad como una totalidad lógica en la que nosotros tenemos poco que decir y somos casi esclavos de ella. En esta visión nosotros creamos y recreamos la ciudad cada día, y por eso somos de vital importancia. Sin nosotros la ciudad -con sus edificios, su entramado de calles y su logística, se transforma en una escenografía sin sentido. Lo que hacemos o lo que no hacemos determina lo que es la ciudad.

-¿Cómo pensar proyectos culturales explorando nuevas formas de intervención en el espacio urbano a través de procesos de creación colectiva entre la ciudadanía y el tejido artístico, en una gestión compartida?
Lo primero y lo más importante es escuchar, leer, observar, y tratar de descubrir qué hay ya en ese espacio público, qué dinámicas hay, qué actores hay, qué sentido está produciendo ese espacio. Hacer una diferencia muy grande entre la lógica del espacio público y la lógica del espacio sala. El gran desafío es entrar con respeto y amor a un espacio. Por eso digo que la ciudad es como un texto, pero no como un texto escrito así no más, sino como un texto casi del orden del texto sagrado, que se tiene que respetar como es, más allá de que uno lo interprete y entre en diálogo con él. Es muy importante escuchar, pensar qué dinámicas hay, tratar de pensar qué impacto va a tener nuestra acción en las dinámicas presentes, qué acciones modifica o perjudica, para saber exactamente cuál es el lugar para poder integrarse. Diría que mi principal consejo para hacer intervenciones es tomar el espacio urbano en serio, interesarse, aprenderlo, poner en valor las dinámicas que ya están presentes, tratar de encontrar la belleza y el significado y entender lo que está sucediendo para poder construir un sentido en el sentido. 

-¿Cómo fue la experiencia de participar, como facilitador, de La Cultural / Consultorio Cultural Federal: Cultura + Espacio Urbano? 
Mi balance es sumamente positivo. Anoto en la lista de mis ganancias personales y de aprendizaje la posibilidad de haberme contactado con alguien como Carolina Huffmann. Se trató de un espacio que me enriqueció muchísimo. Me encantaron los participantes y su dinámica. Eran muy diversos y de diferentes prácticas. Y en un ambiente muy distendido y con mucho enfoque y compromiso con el hacer. Fue una gran actividad con un gran formato. El diálogo quedó abierto para seguirlo desde Bélgica. 

Carolina Huffmann: “Una ciudadanía activa mejora y potencia la calidad de vida urbana”

Arquitecta dedicada al urbanismo y especializada en caminabilidad. Docente en distintas casas de estudio, y representante de Janes Walks Bs. As., obtuvo la beca para Global City Organizers Summit realizado en Toronto. Participó de Placemaking Week Amsterdam coordinando el taller The Sensory City, becada por el Ministerio de Cultura de la Nación. Ganadora de la beca de creación del Fondo Nacional de las Artes 2017 con el proyecto Caminatas Sensoriales. Trabajó en la Secretaría de Transporte (CABA) en Intervenciones Peatonales (2013-2016). Es parte del equipo de CityCamp encuentros sobre innovación, ciudad y proyectos y Smartkids, laboratorio de ciudades por niños. En 2012 fundó Urbanismo Vivo.

-¿Qué te llevó a especializarte en caminabilidad? 
Viví en Barcelona un año, mientras estudiaba mi maestría. Cuando volví a Buenos Aires no podía entender cómo una ciudad con tantas similitudes tenía una vida urbana social tan distinta. Quería estar tan o más enamorada de mi ciudad como de lo que había estado allá. Decidí que la mejor manera de reencontrarme con Bs. As. era volver a conocerla y caminarla; entenderla, recorrerla, vivirla. A partir de investigar, observar, a partir de caminarla, estudiarla y disfrutarla empecé a especializarme en caminar como una forma no solo de movilidad sino como una herramienta social para mantener la ciudad activa y segura. Aprendí el concepto de caminabilidad (walkability), que tiene que ver con la habilidad de una ciudad de ser caminable. Todos somos peatones, pero circular a pie es distinto a caminar como movilidad. Entender la ciudad desde la escala peatonal es entenderla desde la escala humana, hacerla más vivible, más inclusiva, accesible y segura.

-¿En qué consiste Urbanismo Vivo?
Urbanismo Vivo es un equipo dinámico y multidisciplinario de consultoría urbana que busca potenciar el vínculo entre las personas y la ciudad desde una mirada local y humana. Tenemos un enfoque que propone una aproximación sensible al territorio a través de la participación ciudadana mediante distintas metodologías. Nuestro trabajo se desarrolla en el ámbito del espacio público, entretejiendo distintos materiales: cultura local, intervenciones físicas efímeras y vida social. Buscamos conectar a la gente con el ambiente en el que vive con la premisa de que una ciudadanía activa mejora y potencia la calidad de vida urbana.

-¿Qué hace que una ciudad sea amigable? ¿Qué se debe tener en cuenta a la hora de diseñar y planificar los espacios urbanos?
Una ciudad amigable es una ciudad que incluye, cuida, integra; una ciudad en la que conviven las diferencias cotidianamente. Para poder tener una ciudad así se la debe construir con una mirada inclusiva teniendo en cuenta a quienes la habitan y hacer una ciudad para, por y con las personas. Construir una ciudad equitativa en términos de cuánto espacio le dedicamos a qué y a quién, balancear espacio vehicular con espacio peatonal, visibilizar tanto espacios productivos como reproductivos, equilibrar espacios para los diferentes géneros y edades. Las ciudades no solo son su forma urbana, o su “funcionamiento eficiente”, sino también los programas, proyectos y las actividades que dan uso y apropiación de la ciudad a la ciudadanía.

-¿A qué se denominan Intervenciones Peatonales?
Intervenciones Peatonales son formas sencillas de metodología de urbanismo táctico que tienen como fin mejorar la experiencia del peatón en la ciudad. Mayormente ubicadas en intersecciones y cruces complicados, se rediseña el espacio público (calle y vereda) para ganar espacio peatonal, quitar el exceso de asfalto para el vehículo privado (de esta manera reducir la velocidad vehicular, volver al peatón más visible, menor tiempo expuesto en el cruce) con el objetivo de tener cruces más seguros y más amables (sin necesidad de semáforos, por ejemplo).

-¿Cómo se transforman las ciudades a partir del uso de nuevos medios de transportes, como la bicicleta, por ejemplo?
Las ciudades que logran ampliar su porcentaje de usuarios en otras movilidades son ciudades que comienzan a ser más amables, obviamente más sustentables y menos contaminantes, pero además socialmente más activas y conectadas. La bici y el monopatín son medios de movilidad que están en vinculo directo con la ciudad y el usuario, no son contaminantes, tienen velocidades muy favorables para la interacción y convivencia entre las personas y permiten cubrir distancias muy accesibles así como combinar con otros medios de transporte públicos. Este tipo de transportes favorece la reducción del uso del vehículo privado, uno de los mayores responsables de la contaminación, alienación y violencia urbana.

-¿Qué es lo primero que observas de una ciudad?
Sus calles. Claro que por mi especialidad lo que observo es la distribución y el equilibrio entre espacios de circulación peatonal. Pero la magia de una calle no esta únicamente en su forma física, sino en los aspectos cualitativos que nos hacen querer caminar esas calles: la luz, la gente, los sonidos, los olores, los árboles, el mobiliario, la arquitectura, los usos de planta baja que vinculan con la vereda, la apropiación de las personas y sus espacios.

-¿Cuánto nos dice una ciudad acerca de la cultura de quienes la habitan?
Los espacios públicos son un reflejo de la cultura local que la habita. La ciudad es una vidriera de la cultura local y deja en evidencia muchos aspectos de la misma, tanto por la diversidad o inclusión de voces, como de tradiciones, rupturas, controversias o luchas. La ciudad expone lo que la sociedad late y la cultura es parte de quienes somos. No existe ciudad sin gente, ergo no existe ciudad sin cultura. Donde la cultura crece, evoluciona, cuestiona y transforma, la gente lo expresa en su hábitat y la ciudad se transforma de diferentes maneras, tanto a través del diseño de su forma y sus espacios, como de la manifestación social, la expresión artística, la apropiación espacial, y los usos y las costumbres.