Pablo de Santis: "Escribir es como perderse en un jardín que se conoce desde la infancia"
Pablo de Santis: "Escribir es como perderse en un jardín que se conoce desde la infancia"

Pablo de Santis: "Escribir es como perderse en un jardín que se conoce desde la infancia"

Letras
El escritor fue uno de los argentinos presentes en la feria del libro española Liber
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-¿Qué conclusión obtenés al respecto de tu paso por Liber y de la presencia de Argentina como país invitado de honor?

-Es una feria de carácter profesional, como la de Frankfurt, y en ese sentido no tiene el calor de las ferias abiertas al público, como la de Buenos Aires o la de Guadalajara. Por eso las mesas redondas y actos del grupo argentino se hicieron fuera de la feria, en librerías, en el Círculo de Bellas Artes y en la Biblioteca nacional, espacios abiertos a todo público. Se pudo ver, sobre todo, la experiencia de los escritores argentinos que viven afuera, y cómo mantienen sus lazos con el país de origen. En cuanto a la Liber en sí, se notó en los discursos inaugurales un optimismo por el futuro del libro en España. Hubo un crecimiento en el sector del 4 por ciento. Esperemos que el libro argentino tenga también una recuperación similar.

-¿Cómo ves la relación entre las tradiciones literarias de Argentina y de España?

-Son tradiciones muy unidas: algunas de nuestras grandes casas editoriales fueron fundadas por exiliados españoles al cabo de la Guerra Civil. Grandes escritores españoles vivieron entre nosotros, como Ramón Gómez de la Serna. Y a los poetas españoles del siglo XX los consideramos como propios: Miguel Hernández, Federico García Lorca o Antonio Machado forman parte de nuestra memoria familiar, y no sólo literaria. Pero a mí, además, me marcó mucho un escritor que tal vez hoy no sea tan leído en Argentina: Salvador de Madariaga, autor de una saga extraordinaria, El corazón de piedra verde, que narra la conquista de México. Lo leí a los trece años, durante la convalecencia de una hepatitis, y me quedaron grabadas las perturbadoras imágenes del libro.

-¿Qué otros hitos tempranos marcaron tu trayectoria futura como escritor?

-Cuando yo tenía 12 años, mi padre compró un pequeño barco para navegar por los arroyos del Delta. El barco siempre hacía agua, y había que estar "achicando" (sacando el agua de la sentina), para que no se hundiera. Llevaba un chinchorro que también hacía agua. Yo me iba a remar en el bote y a leer en el fondo de algún arroyo, en el silencio más absoluto, mientras pescaba (casi siempre bagres, que devolvía al agua, tratando de que no me lastimaran con las púas venenosas de sus aletas). Así aprendí que uno puede abandonarse a la lectura, pero no demasiado, porque puede terminar por hundirse.

-¿Qué te inspira a la hora de escribir?

-Escribir es como jugar. Uno juega a ser otro, a ver las cosas con la mirada ajena. Juega a que viaja por la geografía o por el tiempo. Juega a no tener los miedos que tiene, a aprender miedos distintos. Tal vez el propio bosque narrativo sea siempre el mismo, pero uno prueba a ir por distintos caminos. Es como perderse en un jardín que se conoce desde la infancia.

-¿Qué le dirías a alguien que está iniciando sus pasos como autor o editor, en base a tu experiencia personal?

-A los que piensan estrenarse como editores, que no se abandonen del todo a lo poético del asunto y que hagan un plan de negocios razonable, de manera que puedan sustentarse con los plazos lentos que tiene el libro en términos de recuperación de la inversión. A los autores, que no se encierren en sí mismos, que se obsesionen por la escritura y no por la publicación, que no se avergüencen de tener modelos a seguir. Y que lean en voz alta para corregir. La literatura siempre es una cuestión de oído.

-¿Cuáles son tus planes para el futuro inmediato?

-Estoy a la espera del estreno de la segunda temporada de El hipnotizador (HBO), una serie cuya primera temporada estaba basada en la historieta que hicimos con el extraordinario ilustrador Juan Sáenz Valiente. Y a principios del año próximo publicaré una nueva novela para adolescentes, Leyra, una historia de terror ambientada en una vieja casona. Allí, una adolescente debe ilustrar las historias de un viejo escritor, mientras se ve acechada por una presencia siniestra.