La alta cultura, lo popular y lo masivo, revisitados
La alta cultura, lo popular y lo masivo, revisitados

La alta cultura, lo popular y lo masivo, revisitados

La mesa de debate se realizó en el marco del Encuentro de la Palabra 2015, que se desarrolla en Tecnópolis hasta el 5 de abril.

El escritor y docente Martín Kohan, el director teatral Ricardo Bartís, el cineasta Nicolás Prividera y el fundador del sello musical Años Luz, Javier Tenenbaum, debatieron el 3 de abril sobre los consumos masivos, los cánones culturales establecidos y el rol de los artistas en la cultura argentina contemporánea, como parte del Encuentro de la Palabra 2015, que se realiza en Tecnópolis hasta el 5 de abril, con entrada libre y gratuita.

“Tensiones entre alta cultura, cultura popular y cultura del espectáculo” fue el título de la charla, organizada por el Ministerio de Cultura de la Nación, que fue coordinada por el periodista Gabriel Lerman.

Kohan comenzó por problematizar los conceptos de cultura popular y alta cultura; al tiempo que se refirió a lo masivo y al mundo del espectáculo hoy: “La categoría de cultura popular me resulta hospitalaria y, por eso mismo, incómoda, porque, en principio, suscita un consenso que nadie se animaría a contradecir”, formuló el también investigador universitario.

“Muchas veces se homologan la cultura popular y la cultura de masas. Nos referimos como ídolos populares a aquellos que son ídolos de la cultura de masas, y ahí estamos disolviendo una tensión que, en definitiva, existe: la de la generación de ídolos populares y su circulación”, propuso el autor de Ciencias morales.

“La cultura de masas se define por la potencia para lograr una línea que atraviesa a todos los sectores sociales”, teorizó Kohan y, vinculando los conceptos, agregó: “En estos años, asistimos a la reconversión de un fenómeno de la cultura popular en un fenómeno de masas. Estoy pensando, por ejemplo, en la cumbia: un tipo de música, de baile y de reunión que siempre fue propio de los sectores populares y hoy es escuchada y bailada por todos los sectores sociales”.

Para el escritor, la alta cultura “supone un modo de resistencia respecto de la cultura de masas, y por eso se sitúa en un lugar sustancialmente diferente del de la cultura popular”. “Sin duda –continuó– entre la cultura alta y la popular hay diálogos, pasajes, comunicación y transferencia. Abundan los ejemplos de cómo lo que hoy consideramos alta cultura se ha nutrido de lo popular y, a la inversa, cómo formas de circulación de lo popular se han convertido en alta cultura”.

“Sin embargo, es necesario sostener el conflicto entre la cultura popular y cultura alta porque vivimos en sociedades desiguales y con formas de exclusión brutales, y no creo que estas divisiones sociales puedan existir sin estar plasmadas de alguna forma en el ámbito de la cultura”, concluyó Kohan.

Para Bartís, “la idea de alta cultura supone una visión ideológica”. “La cultura no es más que esas construcciones simples, cotidianas, que se nutren de tradiciones y saberes aprendidos y de una sensibilidad específica”, postuló.

En opinión del dramaturgo, el teatro como forma cultural tiene, además, un componente político en tanto “genera una ilusión social momentánea”. “El teatro siempre fue considerado un elemento extremadamente peligroso por el poder y el Estado porque muestra que la realidad es, en definitiva, una convención. Da cuenta de que se pueden crear otras realidades”, explicó.

A su turno, Tenenbaum habló sobre el presente de la música como industria cultural. "Las nuevas tecnologías generan una ruptura en la concepción de cultura de masas", aseveró el productor, para quien, en la actualidad, gran parte de la creación y la difusión de música se diversifica, deja de ser masiva y llega solo a ciertos segmentos sociales, y ya no a las grandes masas.

"El sistema logró así la neutralización automática de los discursos revolucionarios. Hoy podemos escribir, filmar, grabar y publicar cualquier barbaridad y no le movemos un pelo a nadie. Lo que sucede es nada. Asistimos a la homologación de todo", aseguró el productor musical.

Prividera recorrió las distintas etapas del cine nacional y sus vínculos con lo popular. "El cine argentino nace de las tradiciones populares del teatro y la radio; pero entró en crisis como sistema, como forma de hacer, en los años 60", historizó.

"Posteriormente, comienza a pensarse un cine moderno, en oposición al popular, cerrado sobre sí mismo, que dejó de problematizar cuestiones sociales", amplió el director, para quien, luego del golpe de Estado de 1976, “sobrevive el peor cine popular: el de Olmedo y Porcel”. “Con el Nuevo Cine Argentino de mediados de los 90 –prosiguió–, se reponen ciertos debates sociales; sin embargo, mucho de ese cine también clausura otras preguntas o se integra al sistema".

"Lo que ayer era popular hoy ya no lo es tanto y lo que ayer era vanguardia ahora está integrado al sistema", finalizó Prividera.

El Encuentro de la Palabra es organizado por Presidencia de la Nación, la Secretaría General de la Presidencia; los ministerios de Cultura, Planificación y Educación; la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip); el Plan Nacional Igualdad Cultural; el portal educativo Educ.ar y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).