Gaby Messina: "La fotografía fue una excusa para acercarme más profundamente a las personas que tenía delante"
Gaby Messina: "La fotografía fue una excusa para acercarme más profundamente a las personas que tenía delante"

Gaby Messina: "La fotografía fue una excusa para acercarme más profundamente a las personas que tenía delante"

La fotógrafa y artista visual inauguró la muestra "Maestros. El Bosque y el Árbol" en el Bellas Artes

Durante cuatro años, y a partir de una entrevista y sesión de fotos con el escultor argentino Enio Iommi, la fotógrafa y artista visual Gaby Messina fotografió y entrevistó a quienes, con sus obras de arte, marcaron la historia artística de la Argentina en las últimas décadas. El resultado de ese trabajo es Maestros. El Bosque y el Árbol, una muestra de fotografía que se exhibe hasta el 4 de septiembre en el Museo Nacional de Bellas Artes, como parte de la edición 2016 de los XIX Encuentros Abiertos-Festival de la Luz.

El proyecto reúne 112 retratos de los artistas visuales más importantes del país. Luis Felipe Noé, Enio Iommi, Antonio Seguí, Delia Cancela, Gyula Kosice, Rómulo Macció, Clorindo Testa y Marta Minujín son algunos de los creadores fotografiados desde 2012 en sus talleres y en ámbitos domésticos, a partir de una selección que contó con la asesoría de Rodrigo Alonso.

Maestros. El Bosque y el Árbol es una apuesta a lo grande: además de una muestra fotográfica, es un documental —musicalizado por Gustavo Santaolalla— en el que estos artistas reflexionan ante la cámara, y dos libros, uno con las fotografías y otro con las charlas.

-¿Cómo nació Maestros. El bosque y el Árbol?

-Maestros... surge a partir de escuchar a Enio Iommi en una mesa de la que participó en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA). Atraída por su personalidad, después de la charla me acerqué y le dije que me encantaría encontrarme con él y hacerle un retrato. Enio era una persona que irrumpía; siempre fue muy polémico en su forma de expresarse. A la semana estaba yendo a Ciudad Jardín con mi asistente y el auto cargado de equipos. Mientras armábamos el set, Enio, que ya estaba muy viejito, en silla de ruedas y con cierto temblor en sus manos, continuaba trabajando con una cinta aisladora, una birome Bic, un taco de madera... Durante el encuentro nos pusimos a charlar. Estaba muy conectado con lo que estaba pasando. No se trataba de una conversación banal; de repente nos metíamos en temas muy profundos, entonces comencé a filmarlo. Y ahí entendí el cuerpo de obra.

 -Es decir que la fotografía dio paso un proyecto más integral...

-Claro, en ese momento sentí la necesidad de seguir conociendo artistas ya grandes. La fotografía fue una excusa para acercarme más profundamente a la vida y al entorno de esas personas que tenía delante.

-Entiendo que el “ya grandes" refiere tanto a la edad de los artistas elegidos como al legado de todos ellos.

-Exactamente. Hay un juego de palabras que tiene que ver con Grandes mujeres, el primer proyecto de mi carrera. Creo que esto es una continuidad. En Grandes mujeres indago la femineidad y aquí en Maestros... escucho e indago a gente que ha sido muy curiosa en su vida. El artista es un ser muy curioso. Entonces hay una combinación atrapante que tiene que ver con la experiencia vivida desde una mirada inquieta. “Que el árbol no te tape el bosque” es una frase que escuché hace mucho y trato de aplicar. Corrernos y dejar de ver el árbol para ver todo lo que hay alrededor. Y por eso lo doy vuelta: que el bosque esta vez no nos tape el árbol. El arte coquetea con la existencia; nos devuelve mucho de nosotros mismos e invita a reflexionar al otro con el arte de uno.

-¿Qué criterio guió la selección de los artistas?

-Cuando terminé de hacer el trabajo de Iommi seguí pensando que quería conocer a otros artistas que respondieran a esta premisa, como Yuyo Noé, Margarita Paksa, Horacio Zabala, entre otros tantos artistas indiscutidos. En un comienzo, Rodrigo Alonso, un gran curador, me asesoró en quiénes debían ser estos maestros. A medida que el proyecto iba a avanzando, el boca a boca de los artistas fue muy importante. Ellos mismos me decían a quiénes debía conocer. Por supuesto que muchos no están, simplemente porque tenía que hacer un recorte de edad, que fue de 65 años para arriba. De otro modo el proyecto hubiese sido interminable.

-¿Qué fue lo más gratificante de conversar con ellos?

-Yo proponía indagar desde otro lado que no tenía que ver solamente con su carrera sino con su ser. Entonces en eso aparecían cuestiones más emocionantes e incómodas como el exilio y la relación con la muerte. Lo que recuerdo es una entrega muy generosa de parte de ellos hacia mí. Alonso me contaba acerca de la desaparicion de su hija, Sanguinetti me decía que esperaba al menos que aparecieran los huesos de su marido, López Osornio me contaba que si no se iban del país en 24 horas mataban a sus hijas. Se me caían las lágrimas. Maestros... es una celebración de la vida, es meterse en estos temas tan difíciles y tristes para poder ver la otra cara de la vida, que tiene que ver con vivir. Como me dijo Nora Aslan: “Está tan bueno vivir, es tan lindo vivir, que me da pena tener que irme”. La curiosidad y la inquietud del existir lleva a uno a hacerse cargo, a no poner en automático, y esto es muy valiente, porque es el camino más difícil de ahondar.

-¿Cómo llegó la fotografía a tu vida?

-En un viaje familiar mis padres nos regalaron a mi hermana y a mí una cámara de fotos tipo Minolta. Me llamó la atención que mi hermana y yo, que estábamos todo el tiempo juntas, sacáramos lo mismo pero que después cada una representara tan diferente lo que habíamos visto, cada una con su impronta y su espíritu. Eso me pareció mágico; la fotografía te desnuda. Más adelante me anoté en un curso de fotografía y me enamoré, como hoy me enamoran las imágenes en movimiento, me enamora musicalizar una imagen en movimiento, me enamora la voz. Por eso me considero una artista visual, y por eso me acerqué a artistas visuales.