Ernesto de la Cárcova, su vida y obra
Ernesto de la Cárcova, su vida y obra

Ernesto de la Cárcova, su vida y obra

Arte
La exposición se llevó a cabo en el Museo Nacional de Bellas Artes hasta el 26 de febrero de 2017; conocé la obra del gran pintor argentino, a 91 años de su fallecimiento
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Ernesto de la Cárcova nació en Buenos Aires el 3 de marzo de 1866, e inició su formación artística con el pintor piamontés Francesco Romero en 1882, en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. Entre 1885 y 1893, continuó sus estudios en Italia, primero en Turín y luego en Roma, donde comenzó a pintar la obra Sin pan y sin trabajo, expuesta a su regreso a Buenos Aires en el Segundo Salón del Ateneo, de 1894. Adquirida por el Museo Nacional de Bellas Artes en 1900, la pintura se exhibió en múltiples oportunidades y ha sido reapropiada en las últimas décadas como imagen emblemática de luchas sociales

Además de su labor como pintor, De la Cárcova se destacó como medallista. Dedicó buena parte de su vida a una intensa tarea institucional y educativa. Fue docente y primer director de la Academia Nacional de Bellas Artes (1905-1908), director del Patronato de Becados Argentinos en Europa (1909-1916) y director-fundador de la Escuela Superior de Bellas Artes (1921-1927). Se desempeñó como inspector nacional de la enseñanza del dibujo, jurado en concursos de adjudicación de cargos docentes y proyectos de monumentos, y profesor universitario de dibujo para ingenieros y arquitectos.

También fue uno de los tempranos miembros del Partido Socialista y Legislador por la Ciudad de Buenos Aires en la Comisión de Obras Públicas. Falleció en Buenos Aires el 28 de diciembre de 1927, a los 61 años, y la comunidad artística le dedicó grandes homenajes, testimonios del inmenso afecto que recibió de colegas y estudiantes a lo largo de su carrera.

A 150 años de su nacimiento, en el 2017, el Museo Nacional de Bellas Artes lo homenajeó con una exhibición que reubió gran parte de su obra. Curada por Laura Malosetti Costa, con colaboración de Carolina Vanegas Carrasco, la muestra –montada en las salas 29 y 30 del primer piso del Museo– fue integrada por distintos retratos, paisajes, naturalezas muertas, bocetos y medallas.

En la sala 29, se recreó la exposición de 1928, “Ernesto de la Cárcova”, la cual tuvo lugar en Amigos del Arte un año después de la muerte del artista. Allí se puedieron apreciar distintas piezas de género y retratos como Autorretrato (1888), En el jardín (1902), Lola Pérez del Cerro en el lago Di Como (s/f), Pensativa (s/f) Miss L. T. (1920) y distintas Academias: bocetos de desnudos femeninos. La figura de la mujer fue una de las grandes presencias en este recorrido por la obra del pintor argentino. También contó con distintas medallas con alegorías de las artes y el famoso escudo heráldico que aún utiliza la Universidad de Buenos Aires como “sello mayor”: la representación femenina de La Patria, exponiendo un libro sobre su regazo.

Por supuesto, como no podía faltar, en la sala 30 se exhibió la célebre obra Sin pan y sin trabajo (1894), patrimonio permanente del Museo Nacional de Bellas Artes, también conocida como La huelga: una pintura de temática obrerista que De la Cárcova comenzó en Roma cuando apenas tenía 26 años; y la finalizó un año después en Buenos Aires. En esta pieza, el dramatismo de la situación que viven los personajes parece acentuarse aún más con los efectos de contraluz y pesadas sombras genialmente logradas.

Resulta muy interesante que, hacia la izquierda de la obra, también se expuso un análisis radiográfico –a cargo del equipo de Gestión de Colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes y del Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural de la UNSAM–, donde se observaron i pentimenti (los arrepentimientos) y correcciones que el artista realizó sobre la composición, dejando a la luz un proceso creativo que, a pesar de la existencia de bocetos, De la Cárcova decidió finalizar aquellos cambios directamente sobre la tela.

Esta pieza, según el Director del Museo, Andrés Duprat, “se volvió un ícono de la protesta social y los reclamos populares en la Argentina”, y dialoga con sus ensayos previos, y a su vez, con otras obras recientes de Antonio Pujia, Carlos Alonso, Gustavo López Armentía y el Grupo de Arte Callejero (GAC).

“Se exhiben reproducciones de Sin pan y sin trabajo en diarios y folletos, que circularon casi desde el mismo momento en que se la conoció públicamente, junto a producciones de artistas contemporáneos y registros de acciones artísticas en la calle, reapropiaciones que circulan en la web, y dibujos de niños y jóvenes que viven en el barrio La Cárcova y que, a partir de ese nombre, se han visto convocados a participar en el homenaje a este hombre que pensó el arte como herramienta de progreso e inclusión social”, expresó Duprat.

Una de las reversiones más destacadas es la proyección de 2001, realizada por Tomás Espina. Se trata de una filmación donde el autor aparece desnudo delante de una copia de Sin pan y sin trabajo hecha con carbonilla, ocupando el lugar de la mujer. Espina tomó ese espacio para representar su propia desdicha. Además, se dejaron afiches sobre el piso con una de las imágenes de la proyección para que el público pueda llevarse.