“En mis novelas, siempre hay un guiño a Galicia”
A los cinco minutos de charla, se puede tener una idea clara de que la relación de Claudia Piñeiro con Galicia es de vieja data. No solo por sus orígenes galaicos (su padre nació en un pueblo cercano a Coruña llamado Portosin), sino porque es algo natural y cotidiano para ella. Además, en su novela Un comunista en calzoncillos, Galicia está presente de manera inevitable: “Tiene un claro guiño a esa tierra; es una novela que habla de mi padre y de mis abuelos cuando vinieron a la Argentina. Hay mucha historia de inmigración en ella”, dice la autora.
“En mi casa se comía y se cantaba en gallego; mi abuela era una gran cocinera, sus sopas eran increíbles. Recuerdo que cuando fui por primera vez a Coruña comprobé que la sopa de nabizas (una verdura amarga típica de la región), que ella preparaba con tanto amor, era oriunda de allá”, cuenta Piñeiro, una de las escritoras argentinas más traducidas, editadas y leídas en la actualidad. Sus libros son llevados al cine y su nombre se ubica, a menudo, al lado del de grandes novelistas mundiales. No causa sorpresa encontrar sus títulos tanto en una librería de la porteña avenida Corrientes como en algún selecto FNAC europeo.
Desde siempre, entonces, su nombre está vinculado a Galicia, esa porción de suelo español que tanta relación tiene con nuestro país y que, en esta edición de la Feria del Libro de Buenos Aires que acaba de terminar, tuvo su representación en el stand de Santiago de Compostela, la ciudad invitada de honor.
“Cuando supe que Compostela era la ciudad invitada de este año me dio mucha alegría; es una ciudad emblemática con muchos peregrinos que la visitan, una ciudad adonde la gente quiere llegar”, relata la escritora, que hace unos años fue distinguida con el XII Premio Rosalía de Castro, el más importante que otorga Galicia a autores relevantes en lengua portuguesa, castellana, catalana y vasca. La distinción fue en 2014, pero Claudia no pudo asistir a recibir el premio por razones personales. “Cuando pude ir, finalmente en 2015, fue muy emocional porque volví al pueblo de mi padre: pude ver su casa y me encontré con muchas sensaciones”, recuerda, al tiempo que concluye la charla, asumiendo con orgullo ese costado gallego que lleva en su ADN.
Texto: Fátima Soliz
Foto: cortesía de Claudia Piñeiro