Dibujos y relatos en un escenario natural: así fue la primera edición de “Relieves. Experiencias artísticas en territorio”, en Cafayate
Dibujos y relatos en un escenario natural: así fue la primera edición de “Relieves. Experiencias artísticas en territorio”, en Cafayate

Dibujos y relatos en un escenario natural: así fue la primera edición de “Relieves. Experiencias artísticas en territorio”, en Cafayate

126 alumnos participaron de la primera edición del programa, que realizará intervenciones artísticas y educativas en diferentes ciudades.

El martes 1 de noviembre, a las 8.40, un micro amarillo y una combi esperaban en la puerta de la escuela Dr. Facundo de Zuviría Nº4.064 a 72 alumnos de sexto grado, para partir hacia un Anfiteatro Natural que se encuentra en los cerros, a 48 kilómetros al costado de la ruta que une Cafayate con la ciudad de Salta. Los estudiantes fueron acompañados de sus tres maestros, cuatro artistas y la curadora de la propuesta artística Relieves, un programa que organiza el Ministerio de Cultura de la Nación junto con la Fundación arteBA, que se integrará de una serie de intervenciones artísticas y educativas en diferentes ciudades del país.

Los estudiantes estaban expectantes, ya que sólo tres de ellos conocían el lugar. Antes de ingresar, la artista coordinadora de la actividad, Marcela Sinclair, les señaló un cartel que decía: “Patrimonio Cultural de la comunidad indígena Suri Diaguita Kalchakí, sitio sagrado, centro de observación y estudios de la cosmovisión Diaguita, una puerta al supramundo”.

Los chicos cantaban y aplaudían para comprobar la buena sonoridad del lugar –el eco que se producía–, y Sinclair les contó que el taller de escritura sería allí porque es un lugar antiquísimo, para viajar con la imaginación en el tiempo e inspirarse. Después, les presentó a los tres artistas que los acompañaban y les narrarían historias, a modo de disparadores.

El escritor Daniel Zelko –Daniel Zelkowicz es su nombre real– les leyó el texto “Mi idea del paraíso”. A continuación, fue el turno de Andrea Fernández, una artista plástica, comunicadora y docente, quien leyó “Otro mundo dentro de este mundo”. “Este texto surgió de la idea del arte como algo transformador, pienso que se puede cambiar la realidad, desde las cosas pequeñas a las más grandes. Y eso modifica la vida”, dijo.

El tercero en seguir con la charla motivadora fue Daniel Elías, guionista, director y actor de cine y teatro. El escritor relató que el nombre del lugar, “Quebrada de las Conchas”, se debía a que allí antes hubo un mar, con caracoles o conchas marinas. “La naturaleza hace sus creaciones, por ejemplo con las formas de los cerros de los alrededores: no se crearon por el hombre, pero él necesitó darles un sentido, por eso tienen nombres como las ventanas, el sapo y el fraile”, enumeró Elías. Luego, improvisó una historia ficticia sobre su abuelo, y aclaró que lo hizo para demostrar que, con ciertos aspectos cercanos de la realidad, se pueden inventar cosas que no existen.

Una vez concluidas las lecturas, Sinclair invitó a los niños a juntarse, en grupos de tres, para comenzar a escribir. Los artistas les entregaron a los 21 grupos lápiz, goma, papel y unas tablas portapapeles –para apoyar las hojas al momento de escribir–, que serían sus herramientas de trabajo.

Ignacio Nicolás Quiroga, de 12 años, relató: “Me gustó mucho el taller y las leyendas. Contamos una historia de la Quebrada, que vinieron diez gauchos en peregrinación, escucharon una voz y era el diablo, chiquito, que tenía patas de cabra y cuernos”.

Al mediodía, llegó la hora de volver. Sofía Flores, también de 12 años, dijo: “Lo que más me gustó fueron las historias que nos contaron y nos divertimos mucho haciendo un cuento. Es sobre un pony rosado y un amigo imaginario”. Cuando los chicos corrieron hacia el micro, al paisaje estático se le agregó una gran nube de tierra.

Por la tarde, los protagonistas de la jornada fueron los estudiantes de los cuartos grados de la misma escuela. Divididos en dos grupos, ambos fueron al asilo de ancianos “Padre Ismael Sueldo” que data de 1933 y tiene una fachada colonial amarilla. “¿Qué le preguntarían a alguien que vivió en su pueblo, en una época que vos no viviste?”, fue la propuesta inicial de Sinclair y Aguado para los alumnos.  

“Cuando era joven había leones –la gente del campo les llama así a los pumas– , la ruta era todo ripio, nos veníamos corriendo desde mi pueblo, Animaná, hasta Cafayate”, les contaba a los pequeños don Román Meriles, de 75 años. Mientras tanto, Inés Olarte, una señora de 76 años cantaba una copla bagualera y tocaba la caja chayera, un instrumento de percusión con forma de tambor pequeño. Cuando terminó, los chicos aplaudieron.

Al mismo tiempo, el otro grupo hacía un recorrido por la exhibición del Archivo Histórico Municipal “Muestra fotográfica juegos y oficios de Salta de antaño y Recuerdos de mi pueblo”, en la Galería de Arte “Calixto Mamani”. Ahí, se podían ver fotos desde 1910 en blanco y negro, cepia y algunos objetos antiguos. Además, en un cartel se destacaba que el nombre Cafayate significa, en quechua, “Cajón de agua, sepultura de penas, pueblo que lo tiene todo”.

 

Luego del recorrido los chicos contaron los descubrimientos que hicieron: “hubo cambios en los edificios y la arquitectura, antes las casas eran de barro”, Sinclair los ayudó a describirlos. Les propuso observar bien las fotos de la Plaza 3 de Febrero, situada enfrente, porque luego irían allí y al día siguiente dibujarían sobre eso. “Los chicos pequeños se sorprendían a partir de las fotos y los relatos, se conmovieron”, aseguró Fernández.

El 2 de noviembre, por la mañana, se realizó un trabajo de edición de los textos escritos por los niños de los sextos, en el que los artistas hicieron una puesta en común junto a ellos y se les explicó que el resultado de esos dos días será una obra colectiva.

Julia Cáseres, la directora de la escuela Zuviría, relató: “A los alumnos les hace muy bien trabajar en el espacio abierto, se aprende mucho más de esa experiencia y estaban contentos”.

La maestra Edith Lorena Carmen, de sexto grado, agregó: “Fue una experiencia muy grata salir del aula, interiorizar a los niños del arte, lo que es crear e inventar una historia. Los relatos están marcados por sus contextos, sus miedos y se mezcla lo místico con lo propio del pueblo, su cultura, la de sus familias y ancestros y la lucha de las comunidades indígenas por las tierras”.

Durante la tarde, se realizó un taller de dibujo con los alumnos de los cuartos grados, en la plaza Michel Torino. Ahí, se les repartieron carbonillas, marcadores, óleos pasteles y papel, para que dibujaran sobre los paseos y la realidad observada el día anterior.