Néstor Perlongher, el poeta arengador anarco-queer
Néstor Perlongher, el poeta arengador anarco-queer

Néstor Perlongher, el poeta arengador anarco-queer

Letras
El poeta plebeyo fue sociólogo y activista en defensa de los derechos LGTB en los años más grises de nuestro país. Su deseo era que la libertad sexual vaya de la mano de la libertad social. Esta navidad hubiera cumplido 70 años, aquí lo recordamos
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Fue escritora, dramaturga, docente y periodista. Compartimos algunos detalles de su vida a 128 años de su nacimiento.

El poeta que recorría el barrio en tacos altos

Néstor Perlongher nació el 25 de diciembre de 1949 en el partido bonaerense de Avellaneda. De padre taxista y madre costurera, le interesaba la poesía y compraba muchos libros. Lo criticaban por su aspecto "femenino", pero eso fue un impulso para afirmar su personalidad. Estudió Letras y luego Sociología en la Universidad de Buenos Aires, donde simpatizaba con las ideas del Partido Obrero. Trabajaba en una consultora haciendo encuestas recorriendo barrios vulnerables en tacos altos y abrigo de piel sintética. Su carácter fuerte le permitía sobrellevar las miradas de la gente. 

Sus años de militancia 

Influenciado por el Che Guevara, el Mayo Francés y el Cordobazo, comenzó a militar en el Partido Obrero. Al ser rechazado por su homosexualidad, se acercó al Frente de Liberación Homosexual, heredero del grupo Nuestro Mundo, que contaba entre sus fundadores con el escritor Manuel Puig y el sociólogo Juan José Sebreli

En 1971 el Frente de Liberación Homosexual se convirtió en la primera Asociación por los Derechos de los Homosexuales de Latinoamérica. Perlongher creó dentro de la Asociación el Grupo Eros. Gracias a su experiencia como militante, empujó a los integrantes del Frente a volantear y pegar carteles para visibilizar su lucha. 

En 1973 hace su primera aparición pública en un reportaje de la revista Así, de gran tirada en la época. Fundó el Grupo de Política Sexual e intentó construir lazos con el Peronismo y el Partido Socialista.

 

(Fuente: Editorial Excursiones)

Su deseo era que la causa por la libertad sexual fuera de la mano con la liberación nacional y social. Apoyó la elección de Héctor Cámpora y encabezó las manifestaciones populares del 25 de mayo frente a Casa Rosada y del 20 de junio en Ezeiza. Pero únicamente encontró apoyo en agrupaciones feministas como la Unión Feminista Argentina y el Movimiento de Liberación Feminista. Se creó un grupo de discusión entre feministas, homosexuales y varones heterosexuales, interesados en politizar el tema, hasta entonces privado, de la sexualidad.

Sus publicaciones 

En sus años de estudiante fue colaborador de la Editorial Atlántida con diferentes seudónimos. Como miembro de grupo editor de la revista Somos (órgano de difusión del FLH) comenzó a publicar sus primeros textos de índole política. Del ala feminista del Frente, representada por la activista Sarita Torres, destacó el documento “Sexo y revolución”, en el que manifestaba las preocupaciones por alinear la lucha por los derechos de las mujeres con la de las disidencias sexuales.

Perlongher colaboraba asiduamente con la Revista Persona (1974-1982), publicación feminista, firmando con el apodo de Víctor Bosch o Rosa L. de Grossman (Rosa de Luxemburgo). En estos años bajo el seudónimo de Rosa comenzó a redactar informes sobre la represión a los homosexuales en cada ciudad que visitaba y los hacía circular. 

En enero de 1976, la detención y enjuiciamiento de Néstor Perlongher marcarían el fin de la actividad del Frente de Liberación Homosexual Argentina. 

 

(Fuente: Radio Cultura)

El arengador anarco-queer

En 1980, la Editorial Tierra Baldía editó su primer libro, el poemario "Austria-Hungría". Al año siguiente, Perlongher fue detenido en varias ocasiones por aplicación de edictos policiales. Al poco tiempo decidió emigrar a San Pablo. Allí se publicará su primer artículo en portugués en la revista anarquista O Inimigo do Rei.  Al año siguiente escribió el que sería uno de sus poemas más recordados: “Cadáveres”, en un largo viaje de Buenos Aires a San Pablo, cuando ya había decidido emigrar por no poder vivir libremente. En esa ciudad inició un posgrado en Antropología Social en la Universidad de Campinhas. 

Perlongher fue un provocador. Definido como “arengador anarco queer”, reivindicaba la figura del “del marica, de la loca”, como la verdadera respuesta contracultural al machismo reinante. 

En 1987 publicó su segundo poemario “Alambres”, en la Editorial Último Reino, por el cual recibió el premio de Literatura Boris Vian. En 1988 la editorial Puntosur publicó “El fantasma del SIDA”, en el cual analizaba el dispositivo del sida como un aparato de control de los cuerpos por parte de la institución médica.

El año siguiente, editó su tercer poemario “Hule” y el cuento “Evita vive”, que fue muy polémico y en el que intervinieron ediles justicialistas y radicales del Concejo Deliberante. Fue criticado fuertemente por dos artículos publicados en la revista Sitio en la que se oponía a la Guerra de Malvinas, generando nuevamente polémica. Uno de ellos fue titulado “Todo el poder a Lady Di”.

En 1983 colaboró con revista El Porteño y en 1984 participó de la conformación de la Comisión pro-Libertades Cotidianas, una unión de grupos gays, feministas y anarquistas que, junto a la revista Cerdos y Peces, inició una campaña de firmas exigiendo la derogación de los edictos policiales. En 1985, colaboró en el diario Folha de São Paulo.

En 1986 terminó su tesis “El negocio del deseo: la prostitución masculina en San Pablo” e impartió un curso sobre antropología urbana. 

En 1990, Editorial Sudamericana publicó “Parque Lezama”. Durante este periodo, Perlongher se conectó con la religión del Santo Daime y viajó a París para realizar estudios de posgrado sobre sus rituales. Al año siguiente abandonó la tesis en curso, se editó “Aguas Aéreas” y dictó un curso en el Colegio Argentino de Filosofía sobre “Las formas del éxtasis”

 

(Fuente: Gatopardo)

 

El 26 de noviembre de 1992, Néstor Perlongher falleció en San Pablo de una septicemia generalizada producida por el SIDA que padecía desde hacía algunos años. En 1992 se publicó su último trabajo, “El chorreo de las iluminaciones”.

En cuanto a su estilo como poeta, él mismo lo definió como: “Cierto embarrocamiento (no decir nada “como viene”, sino complicarlo hasta la contorsión) amanerado o manierista y, al mismo tiempo, una voluntad de hacer pasar el aullido, la intensidad. Un barroco de trinchera, o un neobarroso, que se hunde en el lodo del estuario”. Entre sus influencias mencionaba a surrealistas como Enrique Molina, beatniks como Allen Ginsberg, a Góngora, a los cubanos José Lezama Lima y Severo Sarduy, y a Osvaldo Lamborghini.

Su legado

El escritor, periodista y activista por los derechos LGBTIQ, Gustavo Pecoraro recuerda a Perlongher con estas palabras:

Setentas tronchazos y ninguna flor

En agosto de 1997 el recordado periodista y poeta, Oscar Vitelleschi, escribió el texto “Jauregui y Perlongher. Un solo corazón” que se publicó en la Revista NX cuando se cumplía justo un año de la muerte de Carlos Jáuregui quien había fallecido el día 20 de ese mismo mes, en 1996. La comparación era inevitable. Los dos, grandes activistas LGTBI de finales de siglo XX. Dos maricones que hicieron de la militancia LGTBI un acto colectivo cuando nadie pensaba en ese tipo de derechos.

Decía en una parte del texto: “Barrocos. Uno por su voz barrosa, trepidante de un humor moroso de almorranas recicladas, el otro por hacer que “troncha el pámpano el negro de un vergazo”. Uno por quedarse sin sus dientes para demostrar cómo suenan libres las palabras y no haya fronteras para los besos, y el otro para describir como una ráfaga de ejes celestes a una mujer con banlon que sube al colectivo, o algo así…”

(Fuente: The Clinic)

Voces profundas y gangosas de noches trepitantes y debates eternos. Ambos, víctimas del sida en esa década infame que fueron los `90 para tantas cosas pero además para los putos que morían bajo la ignorancia estatal o en las oscuras salas de algún hospital público o -en el mejor de los casos- bajo el amparo amoroso de sus amistades y afectos. Néstor estaría cumpliendo 70 años y me animo a imaginarlo lejos de los caminos de su ex compañero Juan José Sebrelli, tan cómodo entre compañías probas y republicanas. Me gusta imaginarlo como un puto viejo, de esos que pasean su Eros orgullosos en los escasos saunas de sociabilidad en los que aún son bienvenidos. O esperando -fumando- en algún andén desierto de alguna estación lejana, donde deambula el deseo que no necesita nombre y chonguea cada tanto por unos mangos.

Me gusta imaginarlo debatiendo al abordaje “con tocado de plumas el latrocinio, desparramando gráciles sentencias” junto a Gustavo Zampicchiatti, el Zampi, su amigo trotsko y puto, militante del PTS (Partido Socialista de los Trabajadores) y del FLH (Frente de Liberación Homosexual), que integra la lista de los 30.000 desaparecidos.

Me costaría verlo engalanándose para un tardío y confuso reconocimiento que de tantas ansias en manosear su apellido ni siquiera se detiene en el valor de su obra literaria. Me atrevo a imaginarlo rodeado de libros polvorientos, escribiendo y pensando sobre ese país liberado que sigue llorando tantas ausencias. Y deseado, aún. Con sus carnes viejas, erótica libertina tan Genet y nada Vargas Llosa.

Perlongher, un único, un elegido, es como un símbolo de una casa de espejos donde los contornos se distorsionan y multiplican. Desde Palabra Obrera al Santo Daime, desde Austria-Hungría hasta El chorreo de las iluminaciones, cuando ya era cadáver.

Cádaveres.Quizás -y hablo de esta parte del mundo- el alegato más estremecedor contra la represión hacia el colectivo LGTBI y los Derechos Humanos, sólo comparable al Manifiesto de Lemebel, otro único también “perseguido por los guardianes de la calma, finalmente apostado en el calor del muaré de los glandes morenos”.

Su muerte en 1992, meses después de la Primera Marcha del Orgullo en la Argentina, le arrebató todo un devenir de libertad que fue construyéndose en su -a la vez- añorada y odiada Argentina, que le debe también a él -como a tantas otras y otros- esos primeros pasos, eso primeros debates, esos primeros panfletos, esas primeras consignas, esas primeras valentías. Pero sobre todo le debemos el reconocimiento unánime -más allá de todo revisionismo y apropiación-, porque no habrá otro igual -aunque vale la analogía con Jaúregui- otro del que no habrá otro igual. Dos “rosas rasantes, decapitadoras capitanas, purulentos putos, sidodos suculentos, kapos del Kaposi, puntas puntuales, santos satánicos, queridas queer”.

Felices setenta. Donde estés.

También lo recuerda la escritora Nurit Kasztelan, directora de la Editorial Excursiones junto a Sol Echevarría, que recientemente publicó varios de sus trabajos: 

La primera vez que leí a Néstor Perlongher tenía 18 años y me partió la cabeza. Recuerdo sobre todo la entrevista con la que arrancaba el libro, donde cuando le preguntaron que habría querido ser, él respondió: Devenir negro, devenir mujer, devenir loca. Un adelantado a su época creo. Como la mayoría de los grandes artistas.

Tuvimos la suerte de publicarlo en Excursiones, gracias a la generosidad de Osvaldo Baigorria y Christian Ferrer, que compilaron el libro y para la nueva edición agregamos algunos textos que encontramos en la revista Cerdos y Peces y unas desgrabaciones de unas charlas que dio en el Centro Argentino de Filosofía sobre Drogas y Salidas de sí mismo. Su forma de ver el mundo, de plantear al deseo como motor de las cosas es revolucionario todavía ahora. 

En 2012, a 20 años de la muerte del poeta, se celebraron en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno las Jornadas Perlongher en la que diferentes personalidades de la cultura disertaron sobre los efectos filosóficos, epistemológicos y políticos de su obra. Entre otros, participaron Horacio González, Jorge Panesi, Mabel Bellucci, Flavio Rapisardi, Marlene Wayar, Paula González Ceuninck (del Centro Cultural Néstor Perlongher de La Plata) y la Agrupación Nacional Putos Peronistas.

A continuación, el autor leyendo uno de sus poemas más célebres:

“Cadáveres”

https://www.youtube.com/watch?v=di_IbckdtHw&feature=emb_title 

 

Fuentes consultadas: Página 12, La izquierda Diario, Clarín, “Prosa Plebeya - ensayos 1980-1992” (Colihue), Serie documental “Soy lo que soy”, Documental “Rosa Patria”, de Santiago Loza.

Agradecimientos: Nurit Kasztelan y Gustavo Pecoraro.