Mecha Solis: “Me gusta comer, cocinar y estar en la cocina”
Mecha Solis: “Me gusta comer, cocinar y estar en la cocina”

Mecha Solis: “Me gusta comer, cocinar y estar en la cocina”

Gastronomía
Encabeza una nueva generación de cocineras. Admira a Dolly Irigoyen y a Narda Lepes. De perfil bajo y mucho oficio, a sus treinta y cinco años ya trabajó con los mejores chefs del país, se fue al exterior, volvió y asegura que "hay muchas mujeres en las cocinas pero no se las muestran porque es más sencillo ir la nota fácil y buscar a las mismas figuritas”.
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Mercedes o "Mecha" Solis es una cocinera argentina, porteña. A sus treinta y cinco años ya es toda "una veterana" en el mundo de la gastronomía. Estudió en el IGA (Instituto Gastronómico Argentino), se capacitó y trabajó en el exterior pero volvió. Acá, en Argentina, fue jefa de cocina durante varios años en el restaurant del chef Germán Martitegui. Cuando sintió que el ciclo se cumplió buscó nuevos desafíos. Pasó por la feria Masticar, donde fue curadora, y hoy "Mecha, la del barrio" -como la llaman y le divierte- tiene su bunker en el primer piso de Café San Juan, en el barrio de San Telmo. De la mano de su amigo y colega Leandro "Lele" Cristóbal, la cocinera está a cargo del sector del taller del restaurant donde realiza conservas en latas, prepara sus famosos alfajores, graba contenido para el canal de Youtube de Café San Juan, donde se siente a gusto y en su salsa.

El "producto" es otras de sus debilidades, busca trabajar con materia prima noble y asegura que se puede comer bien sin gastar de más. "Vamos al lugar de origen a buscar el producto y ver lo qué queremos, lo cargamos en la camioneta y lo traemos", relata.

"Mecha", también, es una de las responsables de la nueva revista gastronómica Cardumen que nació en pandemia junto a otros cocineros amigos y vio la luz hace poco. Será estacional, saldrá cuatro veces al año y, en principio, no cuenta con auspiciantes, es autogestionada por "sus propios dueños".

Divertida y tímida al mismo tiempo, en esta nota "Mecha" cuenta su historia, su acercamiento a la cocina, además de compartir tips y secretos para perderle el miedo a la cocina. "Todos pueden cocinar", asegura.

Mecha Solis es una de las cocineras argentinas con más proyección.

- ¿Cómo comenzó tu relación con la cocina?

- Terminé el colegio y empecé a estudiar cocina mientras trabajaba, porque la cocina es un oficio, hay que poner el cuerpo, no solo sentarse y leer. Mi abuela italiana cocinaba muy bien, era costurera, todos los fines de semana todo transcurría alrededor de la comida y de una mesa. Me gusta comer, me gusta cocinar, me gusta estar en la cocina. "Si fuese por mí, mi casa sería una gran cocina y nada más".

Mis padres nada que ver, mi papá es abogado y mi mamá es escribana, nunca me vi sentada en un escritorio ni pensaba seguir el mandato familiar de estudiar alguna de esas carreras.

Empecé haciendo pasantías, después empecé a trabajar con Germán Martitegui y me fui a Madrid a trabajar en un proyecto de él; también trabajé en Dinamarca y Estocolmo. Más tarde, volví a Argentina para sumarme a proyecto de Germán. Yo soy fanática de Buenos Aires, me gusta mi país, mi ciudad, me gusta estar acá, y como se come en Argentina no se come en otros lugares, por eso es bueno que la gente viaje y tenga la posibilidad de comprobarlo.

- ¿Cuál es tu producto preferido a la hora de cocinar?

- Vegetales más que carne. Me siento más cómoda, pienso más en platos con vegetales. Obviamente que la gente elige más la carne pero hay algo que pasa que es que la gente está aprendiendo a comer los vegetales de otra manera y los valorizas más. No es solamente un tomate en una ensalada, hay que respetar un poco más las temporadas y se puede comer de otra manera.

- ¿Cómo es eso que sostenes que se puede comer gourmet y barato?

- Totalmente. No hay que asociar a lo gourmet con algo caro, hay que cocinar y sumar algunos ingredientes para que ese plato cambie.

"No puede faltar en la alacena un buen vinagre, un buen aceite de oliva, especias, buenas semillas y cosas para ir combinando y logrando distintos sabores. También, quesos y frutos secos".

- La pandemia golpeó fuerte al sector gastronómico, ¿cómo lograron reinventarse?

- El año pasado hicimos el menú del barrio. Vendíamos porciones de 550 gramos por $220, y entregábamos a domicilio en Capital en nuestras propias bicis y autos.

Ahí descubrimos que somos cocineros, que podemos cambiar. No hay que olvidarnos que cocinamos, que podemos cocinar en un restaurant o podemos hacer un guiso y venderlo y va a tener el mismo cariño y respeto.

En plena acción, amasando los populares panes chinos: baos. 

- ¿Cómo te definís: cocinera, chef, pastelera?

- Cocinera, me gusta aprender, saber de todo. Soy un poco de todo. Por ejemplo, estamos haciendo los "alfajores del barrio" que pesan 160 gramos y equivalen a tres alfajores comprados en el kiosco. Los hacemos desde cero, no tienen ni conservantes, ni nada raro, es todo "producto".

- ¿Quiénes son tus referentes y maestros?

- "Lele" Cristóbal, Narda Lepes, Germán Martitegui. Tienen que ser tangibles, cosa que se pueda compartir porque si no es raro, es como idealizar. Me gusta decir que mis referentes son gente con la que estuve y trabajé, que compartí en la cocina. También admiro mucho a Dolly Irigoyen. De afuera no tengo referentes.

- ¿Sos de quedarte un largo tiempo en un proyecto o preferís ir experimentando?

- Suelo estar bastante con alguien o en un proyecto. Si me involucro es a largo plazo, sino son trabajos que empiezan y que terminan.

En Café San Juan, en el primer piso, Mecha pasa casi todo el día creando, experimentando y compartiendo su amor por la cocina. Hoy en día, su proyecto, su "zona de confort" está centrado ahí donde se siente feliz y a gusto.

Mecha junto a Leandro "Lele" Cristóbal, amigo y colega.

- ¿Renunciaste a algún aspecto importante de tu vida por la cocina?

- No dejé nada. Si hay momentos, cuando sos chico, que te das cuenta que todo el mundo sale y vos no podes porque estás trabajando y cuando salís de trabajar todos ya están volviendo.

"La cocina me dio muchas cosas más. Me dio viajes, experiencias, amigos, conocimientos más allá de la comida".

- ¿Cuáles son los errores más comunes que cometemos al comenzar a cocinar?

- Creer que sabemos todo. Que nos vamos a quemar, nos vamos a cortar, siempre. Hay tiempos, a veces queremos apurar las cosas pero no se pueden apurar, que si hay una receta que dice que tarda una hora en cocinar es así. Y siempre, fundamental, hay que probar la comida.

- ¿Qué es Cardumen?

- Es una revista que hicimos cinco cocineros, a quienes nos inquietaban las mismas cosas. No es exclusiva para el sector gastronómico. Es para todo público. Hay temas y dudas que se nos plantean a todos. Como saber que el agua es la bebida número uno antes que la cerveza o el vino, está bueno que no lo leamos solo los cocineros.

Para el contenido elegimos de qué queremos hablar y contactamos a la gente que nos interesa que hable de esos temas en la revista. Y lo más importante es que tiene una mirada federal.

"Se puede comer gourmet y barato, lo importante es elegir bien el producto", asegura la cocinera.

- ¿Cuál es tu techo?

- Todavía no lo encontré. Estoy conforme con lo que hago. Si bien tengo dudas como todo el mundo y a veces cuando me levanto me pregunto si está bien lo que estoy haciendo, creo que el día que no me pase eso me va a sorprender que no me lo cuestione. Me gusta preguntármelo todos los días.

- ¿Qué te gusta comer?

- Asado, guiso de lentejas y las milanesas de mi mamá. Levantarme un sábado con el olor de que mi mamá está friendo milanesas es incomparable.

- ¿Ves como una conquista la presencia, cada vez más frecuente, de mujeres cocineras?

- No me gusta plantearlo como una guerra de sexos. Todavía no tenemos tanto protagonismo como deberíamos tener, lo que es loco porque la cocina es el territorio de la mujer en la casa y a nivel profesional nos cuesta más ocuparlo.

"Siempre se muestran a las mismas personas a nivel gastronómico, nos tienen que mostrar más y no ir a las mismas figuritas de siempre", señala.

- ¿La solución?

Que nos muestren más, porque siempre se va a la nota fácil, al restaurant que lo tiene el varón pero hay un montón de mujeres trabajando en un montón de cocinas y no se muestran. Las cocinas de los comedores, por ejemplo, las manejan mujeres. Creo que siempre se muestran a las mismas personas a nivel gastronómico, siempre son las mismas figuritas. Es fácil ir a la nota fácil, ir al lugar donde van todos, en vez de buscar adonde haya mujeres".

- ¿Un consejo o mensaje final?

- A las mujeres les digo que cocinen, que cocinen menos con el teléfono y más con el cuchillo, no miremos tanto las redes sociales, hay que aprender de los pares. Menos redes y más cocina.