Mariana Marchesi es la nueva directora artística del Museo Nacional de Bellas Artes
Mariana Marchesi es la nueva directora artística del Museo Nacional de Bellas Artes

Mariana Marchesi es la nueva directora artística del Museo Nacional de Bellas Artes

Museos
Es historiadora del arte y curadora; su propuesta para el museo incluye involucrar a cada vez más visitantes a través de nuevas miradas

Luego de graduarse en la carrera de Cine en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica, Mariana Marchesi amplió sus horizontes a través de la investigación y curaduría y se graduó en Historia del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Con más de veinte años de experiencia en el campo las artes, y a punto de recibir su doctorado en Historia del Arte, es la nueva directora artística del Museo Nacional de Bellas Artes. Su objetivo: involucrar cada vez más a los visitantes, con nuevas y distintas miradas del gran capital simbólico que posee el Museo.

-¿Cuál fue tu recorrido profesional hasta la fecha?

-Soy historiadora del arte y curadora. He desarrollado mi profesión entre ámbitos académicos y de museos. Soy investigadora del Instituto de Teoría e Historia del Arte “Julio E. Payró”, en la UBA, donde me especializo en Arte Argentino y Latinoamericano de los años sesenta y setenta; y en el estudio de museos e instituciones. Soy profesora de Historia del Arte en el Instituto de Arte “Mauricio Kagel” de la UNSAM. Desde 2002 integro el grupo de investigación independiente sobre “Exposiciones de arte argentino y latinoamericano. El rol del museo y las exhibiciones en la escritura de la historia”. Entre 1997 y 2011 participé en el Área de Investigación y Curaduría del Museo Nacional de Bellas Artes, con distintos proyectos y exhibiciones. Entre 2014 y 2016 fui curadora del Museo de Arte Tigre. Además, soy miembro de la Comisión Directiva del Centro Argentino de Investigadores de Arte (CAIA) y de la Asociación Argentina de Críticos de Arte (AACA). Coedito las revistas Caiana. Revista académica de historia del arte y cultura visual y Blanco sobre Blanco. Miradas y lecturas sobre artes visuales. Presento mis investigaciones en congresos y publicaciones académicas nacionales e internacionales.

-¿Cuál es tu mirada sobre el Museo Nacional de Bellas Artes?

-Entre las varias cosas que se pueden destacar del museo, me gustaría señalar la importancia de su colección: aproximadamente 12.000 piezas. Se trata de la colección de arte argentino más importante que existe, con unas 5000 obras. Por ese motivo y por ser una institución de carácter nacional, el MNBA tiene el deber de representarla, y ofrecer distintas miradas y análisis de este acervo que es un capital simbólico único.

-¿Cómo dialogan los museos con el visitante en este siglo? ¿Cómo se acapara la atención de los nuevos públicos?

-La experiencia dentro del museo debe respetar las necesidades del visitante, involucrarlo y ofrecerle distintas herramientas de interpretación donde, con sus decisiones, pueda satisfacer sus propias necesidades e inquietudes. Es importante que el visitante elija contenidos y recorridos de modo que se sienta con la libertad de optar por distintos grados de información y modos de participación. Tanto las muestras como los programas públicos y educativos deben actuar como un nexo eficaz entre el museo y la comunidad, con el objetivo de atender, orientar, acompañar y provocar a los diversos públicos que, en el caso de un museo nacional, son muy heterogéneos (niños, estudiantes secundarios y universitarios; investigadores y académicos; comunidades específicas, adultos mayores, por nombrar algunos). Sin dudas, la tecnología con sus posibilidades de interacción han ampliado de manera significativa los modos de brindar información y de involucrar al visitante; sin embargo, tampoco se deben desatender otros recursos de difusión tradicionales (materiales impresos, visitas guiadas, audioguías, textos de sala) que hoy siguen siendo elegidos por parte de la audiencia.

-¿Cuál crees que es la función pública de una institución cultural como un museo?

-En sus trescientos cincuenta años de historia, los museos han atravesado por distintos momentos y han renacionalizado sus propósitos de acuerdo con los contextos sociales en que les tocó desenvolverse. En la segunda década del siglo XXI, los museos se enfrentan a los nuevos desafíos que implica su inserción en una sociedad global, fuertemente influenciada por la cultura de la comunicación tecnológica.

El museo se entiende hoy como es un espacio de enriquecimiento personal y de producción de conocimiento único. Fomenta distintos tipos de aprendizaje, distintas experiencias interactivas y de participación, que involucran al visitante en un proceso que amplía sus capacidades creativas entendidas no sólo hacia la actividad artística sino también para cambiar o manejar situaciones de su propia vida. En esa concepción del saber, como herramienta de libertad, es donde el museo tiene su mayor potencial social.

-¿Cómo se logra que la gente, los vecinos y los visitantes se apropien del museo? ¿Es pertinente pensar en un museo como un espacio de recreación, estudio o de paseo?

-Si aspira a establecer lazos con la comunidad, el museo debe hacer que el visitante se sienta con libertad de elegir de qué manera hacer uso del espacio y de las posibilidades que ofrece la visita. Esto sin duda ayuda en que sea percibido como un lugar cómodo, que facilite el encuentro y el intercambio. Es ese margen de libertad donde el museo puede lograr que conocimiento y recreación se vinculen de manera única. En el caso de las colecciones nacionales, es importante que los ciudadanos perciban el patrimonio como propio, como parte de su identidad. Es decir, entender que a través de las imágenes se puede repensar la historia e imaginar el futuro de una comunidad.  

-¿Puede aportar un museo con la idea de federalizar la cultura? ¿Cómo?

-El MNBA es depositario del mayor patrimonio artístico de la Argentina. Por ser un museo nacional tiene el deber de hacer accesible su colección e implementar programas que contemplen todo el territorio argentino. Los ciudadanos de todo el país tienen el derecho de conocer y disfrutar de un acervo que les pertenece, más allá de las distancias que los separen del lugar que lo custodia. Para lograr este objetivo se puede apelar a distintas actividades como exposiciones itinerantes (algo que el museo siempre realizó con mayor o menor énfasis a lo largo de su historia), programas y/o talleres de formación y capacitación u otras actividades de extensión relacionadas al patrimonio y la promoción de la cultura en distintos puntos del país.

-¿Qué políticas de otros museos te parecen interesantes?

-Cada museo responde a distintas exigencias y debe cumplir con las necesidades de un contexto que es irrepetible. Haciendo un punteo, de ningún modo exhaustivo, se pueden mencionar algunos factores sobre los que determinadas instituciones ponen especial atención: me interesa el modo en que la Tate Modern enfoca el estudio de sus colecciones y los guiones curatoriales que resultan de estas investigaciones. También son interesantes sus estrategias de comunicación con el público, siempre inclusivas. En Latinoamérica, Brasil se destaca por sus enfoques museográficos. Una cualidad que evidentemente ha sido incentivada casi como una política cultural ya que se advierte en muchos museos del país tanto públicos como privados. Como historiadora del arte e investigadora, también me interesan los museos universitarios y la doble función que tienen de vincularse con un público general y con una comunidad académica. El MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporáneo) de la UNAM, en México, es un buen ejemplo en ese sentido.