María Rosa Plana es la nueva directora del Museo y Biblioteca Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento

Es arquitecta y se especializó en conservación, rehabilitación, reciclaje, mantenimiento y restauración del patrimonio edificado
Museos

La arquitecta María Rosa Plana es la nueva directora del Museo y Biblioteca Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento. Especializada en  conservación, rehabilitación, reciclaje, mantenimiento y restauración del patrimonio edificado, se aleja del concepto “museo-depósito” para entenderlo como un espacio de diálogo y transformación para todos sus visitantes.

–¿Cuál fue tu recorrido profesional a la fecha?

–Me recibí de Arquitecta en la Universidad Católica de la Plata (1983); desde entonces tengo una inclinación por el patrimonio cultural. Obtuve los títulos de Doctora y Magíster en Arquitectura; y a distancia, en la Atlantic International University, School of Science and Engineering, Hawai (2011). Hice una maestría en Conservación, Rehabilitación, Reciclaje, Mantenimiento y Restauración del Patrimonio Edificado, en el Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (2003).

En San Juan, comencé a trabajar en el Instituto Regional de Planeamiento y Hábitat de la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de San Juan, en temas de hábitat rural y tecnologías regionales. Me especialicé y perfeccioné en temas de patrimonio tanto en la formación como en la intervención y gestión del patrimonio cultural. Mi carrera profesional se ha basado prioritariamente en la investigación aplicada y su transferencia al medio, como en tareas de docencia y extensión.

–¿Cuál es tu mirada sobre el museo?

–El lugar que asumo, el Museo y Biblioteca Casa Natal Domingo Faustino Sarmiento, posee un valor agregado por ser casa histórica, enmarcado en un hecho de relevancia histórico-nacional, y funcionar como museo y biblioteca. Tipológicamente responde a la casa colonial de patios construida de adobes y techos de caña y barro, ubicada en un barrio típico sanjuanino de clase media, El Carrascal, donde se desarrollaba la vida cotidiana. El valor de este Museo es justamente ese: la casa, en la cual nació y vivió el prócer, la brillantez de sus relatos han permitido hacer un análisis que didácticamente permite reconstruir, tangible y a veces intangible, el modo y costumbres de la vida sanjuanina, el único ejemplo de arquitectura doméstica colonial que está en pie en la capital de San Juan, donde la historia de la casa inserta en el barrio es consecuencia de un contexto histórico, social y político.

–¿Cómo dialogan los museos con el visitante en este siglo?

–El “museo depósito” ya no existe, ahora es dinámico al servicio del público. Desde el museo no se puede permitir que el visitante se retire con los mismos sentimientos y pensamientos con los cuales ingresó. Su visita debe ser una experiencia enriquecedora, a través de un guion museológico adecuado que tenga por objetivo mantener la memoria; llegar al público con autenticidad y ser un transformador cultural, con una oferta diversificada por temática, épocas, tipológicas y actividades; que enriquezca la experiencia e invite a visitarlo nuevamente. Hoy en día resulta obligado modernizarse para dialogar con los visitantes, a través de nuevas técnicas museográficas, programas de difusión y educación.

–¿Cómo se acapara la atención de los nuevo públicos?

–Creo que hoy se busca una interacción con el público mediante estrategias museológicas que invitan a ser parte activa y sentirse protagonistas de su historia de su propia cultura, afirmando así nuestra identidad. Las tareas fundamentales del museo son la formación del público, la difusión de conocimientos y la presentación de colecciones, por lo tanto, todas las actividades del museo deben estar al servicio del público. Las colecciones deben ser presentadas de manera atractiva, destinadas a distintos tipos de público, el diseño museográfico, el guión, el espacio de exhibición, los montajes deben realizarse teniendo en cuenta al visitante y su participación activa mediante propuestas que pueden ir desde actividades lúdicas, shows, música, recreativas como paseos turísticos a enseñanzas de oficios y actividades manuales.

–¿Cómo se logra que la gente, los vecinos y los visitantes se apropien del museo? ¿Es pertinente pensar en un museo como un espacio de recreación, estudio o de paseo? ¿Qué más?

–El museo debe funcionar como gestor social, ser integral abierto democrático y participativo, debe estar al servicio de la sociedad, informarla, estimularla educarla, entender el museo como espacio de interacción, medio de comunicación, diálogo permanente. Es el lugar adecuado para que la comunidad pueda expresarse, recrearse y apropiarse. El museo debe funcionar como un centro de interpretación y reflexión sobre nosotros mismos y nuestra cultura, debe poder hacer que nos reconozcamos y comprendamos, planteando estrategias de comunicación, investigación y preservación creativas y auténticas, que los hagan sentir, que los movilicen.

–¿Puede aportar un museo con la idea de federalizar la cultura? ¿Cómo?

–No solo creo que un museo pueda colaborar con la federalización de la cultura, debe trabajar para ello, pero entendiendo la cultura desde un concepto amplio. La cultura no se federaliza, todos somos cultura. Lo que hay que federalizar son los mecanismos para llegar a todos con las mismas oportunidades de desarrollo. Debe existir la voluntad política de federalizar la cultura, dialogar, discutir, haciendo participar a las provincias de las decisiones y presupuestos. Hoy, el pluralismo cultural constituye el gran reto de las políticas culturales actuales.