María Moreno y sus obras escogidas en el Bellas Artes
María Moreno y sus obras escogidas en el Bellas Artes

María Moreno y sus obras escogidas en el Bellas Artes

Arte
Museos
La escritora dio un recorrido por el museo, como parte del ciclo de visitas guiadas a cargo de personalidades de las letras

El ciclo Obras Escogidas convoca a un escritor a realizar una visita guiada por sus obras preferidas del Museo Nacional de Bellas Artes. La selección involucra sus gustos, motivos literarios, ideas sobre las artes visuales y la literatura. En diciembre, fue María Moreno –periodista, narradora y crítica cultural que publicó más de diez libros, entre ellos El affaire Skeffington (1992) y Subrayados. Leer hasta que la muerte nos separe (2013)– la elegida para recorrer las salas y contarle al público cuáles son las suyas. “Los cuadros los leo mucho en función del espacio literario, científico y político del momento. Más que una elección de obras empecé por lo evidente, son las obras mayores. Como no soy crítica de arte, lo llevo a mi propio territorio”, dijo sobre su criterio para elegir y narrar las obras.

El beso, de René François Auguste Rodin (1908)

“Hace muchos años esta obra estaba más centrada en el hall, cerca de la entrada. La primera vez que vine al Museo tenía cinco años, yo miraba la escultura como al pasar, y fingía que iba a ver a Manuelita, que era un cuadro infantil. En ese momento El beso era algo casi pornográfico, para mí era una desilusión, porque yo tenía curiosidad y buscaba los órganos sexuales. El beso en sí me interesaba muy poco, yo volvía a buscar algo más, que por supuesto no está ahí”.

Retrato de Manuelita Rosas, de Prilidiano Pueyrredón (1851)

“Le digo cuadro infantil porque estaba en todos los libros de lectura. Ella podía pensarse que era una 'niña del perdón', eso sería en acuerdo con su padre. Me gusta mucho ese traje tan barroco, es todo en rojo el cuadro, hasta la nariz tiene roja, como si estuviera borracha. Creo que el autor exaltó la publicidad rosista. Esos brazos ociosos, esa manito apoyada en el sobre, pienso que esa carta es de un pedido de perdón seguramente, también pienso en otras cartas históricas. Hay como vísceras en toda la obra. Creo que hay algo de estrategias y mentiras sobre el poder, y ahí está Manuelita que se supone que mira al pueblo”.

El despertar de la criada, de Eduardo Sívori (1887)

“Mi madre me prohibía verlo, era demasiado explícito, escandaloso. Es un poema bestial. El pie es lo que horroriza, descuidado, de alguien trabajador. Además, hay algo anormal en la posición de esa pierna. Veo un gesto de pudor, un exceso de estirar la pierna para ocultar el pubis. El período en el que Sívori pinta el cuadro es el más fetichista, es como una ley del deseo que hay sobre ellas. Pienso que el horror que causaba es porque en aquel momento no posaba la clase baja. Durante mucho tiempo las esposas, luego las amantes, eran las modelos. Todo esto está en el escándalo que generó este cuadro”.

La vuelta del malón, de Ángel Della Valle (1892)

“Es un cuadro que tiene que ver con la revolución, aunque ya había pasado la conquista del desierto, y con venganza. Los bárbaros en ese momento son aquellos que han tirado los elementos de la fe, de culto. El tema principal es el de la guerra de fronteras, como justificación de la campaña del desierto y la conquista de América. La cautiva tiene una figura de víctima que no me gusta. Es la que sabe qué hay ahí, era testigo de lo que había pasado allí, tenía ese secreto. Además, por detrás de eso hay una posición de mujeres fuertes, que iban a buscar a sus hijos –a rescatarlos–. El maletín me gusta, porque es un misterio. Me gusta pensar que tiene una colección de diarios con relatos históricos”.

Sin pan y sin trabajo, de Ernesto de la Cárcova (1894)

"La luz que entra por la ventana es una luz metafórica, aparece del lado de los débiles.  Siempre me pareció un cuadro muy ambiguo, tiene cosas complejas y difíciles de definir en un sentido determinado, también tiene instrumentos primitivos. Del hombre uno puede pensar que está excluido porque no tiene un trabajo especializado, y que ese niño va a morir por las condiciones en las que se encuentran. Puede ser que estemos ante un anarquista en potencia, o un caído, vencido.  Ahí surge esta cuestión de si el arte sirve para tomar conciencia, o para desviar miradas, hacer denuncias. Este cuadro fue reconocido y tomado como una crítica social".