María del Carmen Bianchi: "En 150 años hemos atravesado muchísimas vicisitudes, pero las bibliotecas populares y la Conabip siguen acá"
María del Carmen Bianchi: "En 150 años hemos atravesado muchísimas vicisitudes, pero las bibliotecas populares y la Conabip siguen acá"

María del Carmen Bianchi: "En 150 años hemos atravesado muchísimas vicisitudes, pero las bibliotecas populares y la Conabip siguen acá"

Entrevistas
Para conmemorar el Día de las Bibliotecas Populares y el aniversario 150º de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, su presidenta, María del Carmen Bianchi, nos cuenta sobre las metas y desafíos del organismo, a un siglo y medio de su creación.
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Las Bibliotecas Populares y la CONABIP celebran su día
Habrá suelta de libros, charlas, cuentos y canciones que se podrán seguir en vivo desde todas las bibliotecas populares del país. Además, hasta el 1 de octubre se lleva adelante una nueva edición del Programa Libro %, a través del cual las bibliotecas populares pueden comprar, en forma virtual, material bibliográfico al 50% de su valor.

La Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) se fundó en 1870, durante el gobierno del entonces Presidente Domingo F. Sarmiento. Actualmente, cuenta con 2000 bibliotecas populares distribuidas en casi 1190 ciudades, localidades y pueblos de toda la Argentina. Todas ellas son gestionadas por 20.000 trabajadores, voluntarios y voluntarias de la cultura, para ofrecer servicios bibliotecarios y bibliotecológicos, de información y acceso al conocimiento y la tecnología, además de difundir el derecho a la lectura. Entre cada una de esas bibliotecas populares, se cuentan más de 59.500.000 libros disponibles para sus 11.070.300 usuarios y usuarias.    

La Comisión se creó en 1870 con la promulgación de la Ley Nº 419, propiciada por Domingo Faustino Sarmiento, para fomentar la creación y el desarrollo de las Bibliotecas Populares que difunden el libro y la cultura.

En 1990 por el Decreto 1.935 se estableció el 23 de septiembre como Día de las Bibliotecas Populares, en recuerdo del día de promulgación de la Ley N.º 419 en el año 1870.

Pasaron gobiernos, procesos, acontecimientos científicos, sociales, culturales, políticos y más, que repercutieron en todas las aristas de la sociedad argentina.

Sin embargo, el espíritu de la Conabip como de las bibliotecas populares que nuclea continuó firme a su objetivo inicial: el amor al libro, a la lectura y su servicio a la comunidad. La pandemia, por supuesto, trastocó algunas condiciones, pero estas casas del libro y el conocimiento no dejaron de aportar sus servicios y recursos que bien emprendieron desde hace un siglo y medio.

A continuación, la presidenta de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, María del Carmen Bianchi, nos cuenta más sobre los actuales desafíos y metas de esta histórica institución.

María del Carmen Bianchi.

-A 150 años del nacimiento de la Conabip, ¿qué metas y desafíos continúan aún hoy?

-En cuanto a objetivos, tanto de la Conabip como de las bibliotecas populares, es seguir siendo una oportunidad de lectura, una orientación al conocimiento y una participación de los intercambios culturales en general. Eso se ha mantenido a lo largo de los años, en la historia de las bibliotecas populares, desde el origen de las bibliotecas socialistas, anarquistas, etc., constituidas para la alfabetización (incluso alfabetización política y social), hasta las más recientes, creadas al calor de las diversas y últimas crisis sociales y políticas del país. Estas siempre han estado ligadas a las necesidades de la comunidad, por un lado, respondiendo a las improntas de cada lugar, localidad, pueblo, barrio, con la doble misión de representar y universalizar, en la medida de lo posible, esa producción cultural, esa forma de los intercambios particulares que, en la Argentina, es diversa geográfica y culturalmente y que la biblioteca expresa. Y, por otro lado, desde la Conabip, aportando a esas singularidades, las particularidades de la cultura nacional y la universalidad: es decir, el desarrollo de la cultura universal. Creo que eso es lo que de algún modo continúan siendo las metas y desafíos, representar aspectos de la producción federal, y la distribución y circulación de las prácticas culturales y de la subjetividad subyacente en las bibliotecas y en las comunidades. Y adecuarlas, como ha pasado hasta ahora, a las plataformas, los dispositivos, a las formas de la relación y la comunicación. Pero lo que subyace es la misma meta. Por supuesto, lo que se complejiza son los desafíos que hay que enfrentar. A pesar de la pandemia, hemos trabajado mucho y adelantado a las necesidades.  

-¿Cuál es la razón de ser de una biblioteca popular? ¿Qué la diferencia, por ejemplo, de una biblioteca pública?

-La biblioteca popular es una de las formas de la biblioteca pública, en el sentido de su caracterización: atiende y está abierta a todo público. No es especializada ni en su acervo ni en cuanto a las personas que atiende: atiende a toda la comunidad. En ese sentido, es pública, pero no es oficial. Lo que distingue a la biblioteca popular de la pública u oficial es la raíz de su nacimiento. La biblioteca popular nace por la voluntad y la inquietud de un grupo de vecinos y no de una programación estatal. Son ellos quienes se autoorganizan y le imprimen la característica que va a tener: usualmente responde a su propia comunidad. Es ese grupo de vecinos el cual conforma una organización no gubernamental, una comisión directiva, con la particularidad que, en este caso, para formar parte de la Conabip y para que la Conabip la registre como tal, como biblioteca popular oficialmente reconocida, tiene que cumplir una serie de requisitos. Como por ejemplo, que esa biblioteca no sea vecina inmediata de otra biblioteca que, a veces, sí pasa con algunas bibliotecas públicas.  

Bibliomóvil de la Conabip.

-En ese sentido, ¿cree que el concepto de “biblioteca popular” está desvalorizado o no ocupa un lugar de privilegio como debería?

-Sí. Creo que en la Argentina, con esa aspiración de modernidad y de europeismo, todo lo que tenga la connotación “popular” tiene una cierta mirada de disminución. Tiene que ver con una forma de autopercibirnos como sociedad, como país y demás. Prácticamente, hace muy pocos años que comenzamos a advertirnos como conjunto y parte de América Latina. Me parece que lo popular tiene esa impronta de ser considerado no diferente, sino menos. Y sucede en todos los ámbitos, como en el de los partidos políticos que se autodefinen como populares, por ejemplo. Entonces, creo que no tienen el lugar de privilegio que requeriría una iniciativa que se ha ido constituyendo de esos miles de fragmentos que son las bibliotecas populares, dispersas en todo el país o de un movimiento nacional con más de 20.000 voluntarios, dedicados a promover la cultura. Eso no sé si es único en el mundo, pero creo que sí. Nosotros no hemos conocido otras experiencias tan importantes, masivas y duraderas en el tiempo. Y, a la vez, tan articuladas por el trabajo de la Conabip y los conjuntos provinciales que fomentan esta actividad. En ese sentido, nada más moderno que la Conabip y las bibliotecas populares, en tanto gestión estatal y como organizaciones de la sociedad civil que gestionan sus iniciativas, y un Estado que cogestiona con ellas sus políticas. Y son políticas construidas al calor de la experiencia de los territorios, de los conocimientos e informaciones regionales, nacionales, incluso enciclopédicos. Esa desvalorización se observa en cierta mirada, en los presupuestos y consideraciones. A veces ha sido más, a veces, menos. Creo que el movimiento de las bibliotecas y la Conabip tuvo su punto más alto, cuando el Presidente Néstor Kirchner las incluyó en la distribución presupuestaria de las arcas nacionales y cuando, en un acto durante una de las Ferias del Libro, manifestó su apoyo absoluto e incondicional a la labor de las bibliotecas populares. Creo que ese día fue un día de reivindicación. Luego, durante el macrismo se fue degradando y, ahora, estamos en etapa de recuperación. Si bien estamos en este marco global de pandemia, hemos logrado hacer muchas cosas en estos meses de gestión y esperamos hacer muchas más. Entre ellas, volver a buscar el lugar que se merece este organismo y las bibliotecas populares.

-En los festejos por estos primeros 150 años se rinde homenaje a Juana Manso. ¿Cuál es la importancia de esta figura en relación con las bibliotecas populares?

-Estamos rindiéndole un homenaje especial a Juana Manso, porque ella fundó la Biblioteca Popular de Chivilcoy, antes de la existencia de la Conabip y del reconocimiento como biblioteca popular. Además, porque se trata de una figura que recorrió territorios en la búsqueda y en la escucha de las necesidades, incluso de organización; quien apoyó la organización de la comunidad para autoprestarse servicios que el Estado no estaba prestando; quien se transformó en un nexo entre el incipiente Estado nacional y los grados de organización de la comunidad, en materia de educación y cultura en general, y de las bibliotecas populares, específicamente. También, por otro lado, y como se sabe sobre distintos aspectos de la historia, las mujeres suelen no tener el lugar que se merecen en esa construcción social, política, histórica, etc. Por eso, pensamos que para este festejo por los 150 años de la Conabip era necesario volver a hablar de Juana Manso y de lo que ha significado en este aspecto.  

Juana Manso (1819-1875).

-Frente a la pandemia y el distanciamiento social, ¿cómo incentivar a los más jóvenes a leer? ¿Qué otros roles/actividades propone la Conabip más allá de la lectura en este contexto?

-Se ha incentivado muchísimo a los y las jóvenes para acercarlos a la lectura, sobre todo en este contexto de pandemia, y ha habido mucha respuesta por su parte. La bibliotecas populares, en su diversidad, han encontrado métodos muy diversos: algunas que están, prácticamente, cada vez más dedicadas a los comics; las que tienen un impresionante acervo de material destinado a los más jóvenes; las que hacen actividades especiales, y las que usan de manera frecuente las redes sociales; incluso aquellas que están haciendo de forma acelerada un aprendizaje de estas plataformas. Por supuesto, estas iniciativas no solo tienen que ver con el contexto de pandemia, sino también con las distintas idiosincrasias de las localidades en sí. Creo que, muchas veces, pensamos los mundos desde la Capital y solamente desde los recursos con los que se cuentan aquí. Pero la verdad es que el territorio argentino contiene muchas formas de las juventudes y muchas formas en relación con sus acercamientos. Pienso que las bibliotecas van cumpliendo esa función, buscando las maneras de conectarse. Han establecido distintos tipos de redes digitales para continuar acercándose a los chicos y chicas en sus tareas escolares o, incluso, universitarias; en la búsqueda de material; en la ayuda con las exploraciones en internet. En fin, ha habido una amplia gama de posibilidades. Igualmente creo que las bibliotecas populares y nosotros, al igual que el resto de los organismos del Estado que prestan servicios, vamos a tener que readecuarnos pospandemia de muchas maneras. También realizar otros aprendizajes: hay formas asociativas de los jóvenes que, poco a poco, vamos adquiriendo y recuperando también, para nuestras organizaciones, modalidades que, tal vez, eran impensadas hace un año. Pero todavía es muy rápido pensar en la pospandemia. El mundo está cambiando, con resistencia a que no sea así, con resistencia a no seguir usando los viejos métodos; pero que poco a poco vamos a descubrir los cambios y a poder adecuarnos a ellos. Por lo pronto, las bibliotecas están aprovechando, en este momento, un recurso especial para readecuar sus espacios de préstamo y lectura; espacios al aire libre que puedan ser utilizados para sus acciones comunes. Vamos a poder. En 150 años, hemos atravesado muchísimas vicisitudes y cambios, y las bibliotecas siguen acá y la Conabip también.