Marcos Zimmermann: "La idea de esta muestra es estar cerca de la gente"
Marcos Zimmermann: "La idea de esta muestra es estar cerca de la gente"

Marcos Zimmermann: "La idea de esta muestra es estar cerca de la gente"

El autor de la exhibición Argentinos -150 fotografías que se pueden ver hasta el 31 de diciembre en el Palais de Glace-, habla de sus orígenes, su trabajo con la cámara y sus proyecto futuros

Un mar de paraguas y mujeres vestidas de negro marchan a Plaza de Mayo para manifestarse en contra de la violencia de género y los femicidios; en sus carteles se lee su leitmotiv: #Niunamenos. Una pareja se besa en el colectivo. Evangelistas rezan con los ojos cerrados y las manos sobre sus regazos. El jefe de la comunidad mapuche de Wentru Trawel Leufú resiste mientras esboza media sonrisa con un puño al pecho y otro al cielo. Un grupo de pescadores descarga las vieiras pescadas en Puerto Madryn. Una señora cuyas canas toman su cabellera camina por la ciudad sosteniendo con sus dos manos un choripán mordido. Todos son argentinos y fueron retratados por Marcos Zimmermann, el fotógrafo cuya mirada está puesta sobre nosotros.

Argentinos, la muestra de fotos que reúne 150 imágenes, se puede visitar hasta el 31 de diciembre en el Palais de Glace, Posadas 1725, en la Ciudad de Buenos Aires.


Con identidad nacional

Patagonia, un lugar en el viento, Río de la plata, río de los sueños y Norte argentino, la tierra y la sangre son los tres primeros libros fotográficos de una serie que además de contar la belleza de nuestro país, funciona como ensayo sociológico y de investigación sobre las personas que lo habitan, los argentinos.

“Trabajo sobre la identidad de la Argentina, primero porque soy argentino y segundo porque si la fotografía tiene una función en este momento histórico, es contar algunas cosas de nuestro país de cerca, para gente que está lejos”, explica Marcos Zimmermann.

Para el fotógrafo de 67 años, Argentina tiene muchas realidades distintas y hay muchos países en busca de un país. “Una pregunta que me acusa siempre es saber cómo somos los argentinos, creo que estamos en busca de una identidad que no terminamos de definir. Lo que descubrí que nos une como lazo muy grande -agrega-, es la fraternidad”.

Sin embargo, tampoco niega las contradicciones y las diferencias: La irrefutable verdad que es capaz de exponer una cámara fotográfica puesta a registrar la realidad puede desbaratar hasta la más intrincada contorsión de quienes necesitan imponer la oscuridad sobre nuestros modos para luego aprovechar esas penumbras”, escribe en el texto que abre la muestra.

Argentina está demasiado concentrada en Buenos Aires, y por eso el trabajo de Zimmermann tiene un peso mayor hacia cosas menos porteñas, “para tratar de compensar un poco”, asegura. “Es mi muestra más política en el sentido más profundo del término. Hablo directamente de nosotros hoy, los demás libros tienen mucho trabajo pero más eufemismos. Esta muestra es más directa. Me gusta por el momento que estamos pasando y sobre lo que pienso de la vida”, sostiene. Con esa misma seguridad afirma también que el proyecto que se propuso con estas fotos es “imposible”, y que es apenas el principio de un trabajo que necesitará de muchos fotógrafos y de más tiempo.



Argentinos, la muestra

La exhibición es todavía un trabajo en desarrollo, ya que el próximo año, las 150 fotografías -a las que se sumarán 350- serán parte de un libro de Ediciones Larivière. En principio contará con 12 capítulos, cuyos títulos son verbos: trabajar, estar, luchar, estudiar, creer, soñar, disfrutar, entre otros. Para eso, Cristina Fraire seleccionó las fotos junto al autor, que explicó risueño: “No tengo curadores porque no me gustan. Si las obras no se explican de por sí, que las venga a tener que explicar alguien me parece dramático”.

El esbozo y planteamiento de sus trabajos es metódico y meticuloso. Utiliza el INDEC para informarse y sostiene que no saca fotos “porque sí” para después juntarlas. Así lo ratifica el Director del Palais de Glace, Oscar Smoje: “Marcos es esa clase de artistas que cuando encara un tema, se sumerge y zambulle en él y hasta que lo agota, no lo larga. No se queda solamente en apretar el disparador, revelar la foto y ver cómo queda la copia. Sino que desarrolla una actividad paralela que es la escritura, reflexiona sobre lo que está haciendo en la fotografía. Me parece absolutamente notable porque no todos los artistas pueden hacer ensayo sobre su obra y llevar las dos cosas en vías paralelas”.

Además de las 150 fotos en blanco y negro -seleccionadas entre 100 mil tomas-, se suman 8 textos distribuidos por el salón. Todos ellos son relatos escritos y vividos por el autor en los dos años que lleva recorriendo el país: 2016 y 2017. Y así como sus imágenes, sus textos también reflejan el espíritu documental y la sensibilidad que lo caracteriza. “Hay temas que todavía quiero hacer, como el Teatro Colón, o algo relacionado al judaísmo: una circuncisión o un bar mitzvah”, adelanta.



Blanco y negro

Solo dos de sus 17 libros son a color. Su trabajo personal es en blanco y negro, y lo justifica con dos razones: “La explicación más snob es que al ser blanco y negro uno elimina una cosa de la realidad que es el color, y te quedás con una representación de la realidad. Y la otra, es que empecé a revelar y copiar en blanco y negro en los años 60, y para expresar me parece más conciso, no distrae”.

Esta es la segunda vez que expone en el Palais de Glace. La primera fue en 2009, con Desnudos sudamericanos, un ensayo sociológico compuesto por más de 80 fotografías de varones desnudos de diversos países sudamericanos fotografiados en su ambiente natural. Zimmermann remarcaba que eran “fotografías de gente verdadera”. Argentinos también retrata a personas anónimas, comunes y corrientes. En las imágenes se pueden apreciar los rostros, las acciones en detalle. Hay situaciones recortadas, sin un encuadre preparado y eso logra que quien las observe se sienta parte de ese instante. “La idea de esta muestra es estar muy cerca de la gente. Me gustaría que llegue a las personas, que se identifiquen. Y sobre todo aportar a una ideología que tiene que ver con conocernos a nosotros mismos, a ver el interior de la Argentina, que es tan enorme”, agrega.

Pero Marcos no solo registra y retrata, también se adentra en las situaciones más diversas. El pasado invierno caminó hasta que el mar de Península Valdés le llegara hasta el pecho para acompañar a los pescadores locales que buscaban vieiras. Durante su paso por el norte formoseño entró en un aula de una escuela pilagá y captó al maestro y director en plena explicación. O cuando se involucró en un parlamento estatal indígena, que discutía un tema de posición de tierras y solo pudo hacer una toma antes de que lo echaran. “Estas fotos no están ahí solo porque me gustaron, son elegidas especialmente”, sostiene.



Yo, fotógrafo argentino

Su primera foto fue a los 9 años, con una cámara Rex de plástico “muy primitiva”, según cuenta nostálgico. Se trató de una perra que había tenido cachorros y que para él, “fue un hecho muy increíble”. A los 12, mientras veraneaba en Córdoba junto a su familia, se enfermó de sarampión y como se aburría le pidió a su padre que le regalara una cámara con diafragma y velocidad. Fue una Briette. Prácticamente nací fotógrafo, creo que lo soy antes de tener una cámara. A Córdoba iba en un tren que se llamaba Rayo del sol, por la mañana abría la persiana del camarote para ver pasar el mundo: la gente yendo a trabajar, al colegio y esa película me fue quedando en el ojo, quizás todo lo que hice después fue repetir eso”, asegura.

Dice que lo que más le gusta es la fotografía directa, que nos muestra, porque revela a los demás y lo revela a él. “A esta altura soy una persona directa, no me gusta el arte que tiene muchas vueltas. Ni los artistas que entienden el arte como una disciplina aúlica, para unos pocos, o de elegidos. Me parece que uno practica la sensibilidad todos los días”.

Inquieto, perseverante y curioso, Marcos Zimmermann no descansará de la fotografía: Cuanto más hago me doy cuenta que más me falta. Uno ve tantas imágenes que puede captar y tantas que se te escapan, hay otro libro paralelo que está en la cabeza y no en las fotos, pero eso es el motor que te impulsa a seguir haciendo. Hace 4 años creía que ya había hecho todo como fotógrafo y ahora me parece que alguna cosa todavía puedo decir”.

Y mientras señala la ropa y el gesto de calor que lleva un transeúnte en una imagen urbana, agrega: “La fotografía es una herramienta extraordinaria para detener el tiempo y poder reflexionar sobre las cosas”.