“Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva”, en el Museo Nacional de Bellas Artes
“Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva”, en el Museo Nacional de Bellas Artes

“Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva”, en el Museo Nacional de Bellas Artes

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Podés visitar la muestra de martes a domingo, hasta el 20 de septiembre
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Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva
Del 11 de julio al 20 de septiembre de 2017, en el Museo Nacional de Bellas Artes

“La obra que está en la entrada del pabellón es la última que hice. Eso quiere decir que todavía tengo ganas”, dijo Luis Felipe Noé en la inauguración de su muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes. Se trata de una exposición que reúne pinturas, dibujos e instalaciones realizadas a lo largo de sesenta años (1957-2017), donde la “estética del caos” es la clave de su producción.

Esa clave –como menciona “Yuyo” en su libro Antiestética (1965)– no se basa en considerar el caos y el orden como opuestos, sino como modos de funcionamiento de un mundo siempre en movimiento. De ahí que podamos observar piezas como Concierto pánico (1991) o ¿De qué se trata? (2006), donde distintas lógicas se complementan en un todo muy atractivo. La experiencia estética que propone Noé supera una vez más las ideas preconcebidas.

“La producción de ‘Yuyo’ nos asombra todo el tiempo, nunca deja de sorprender. Continúa proponiendo algo que uno nunca espera, no es complaciente, no se deja estar en sus postulados, axiomas o certezas. Es una persona que nos enseña a ser siempre jóvenes, rebeldes, a no perder esa mirada que nos asombra del mundo. Plasma su cosmovisión no solo en sus pinturas, dibujos y esculturas, sino también en sus textos teóricos, tan interesantes como su obra pictórica”, compartió Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes.

La muestra no intenta ser un homenaje ni plantear un orden cronológico retrospectivo, sino –como bien indica su nombre– una mirada prospectiva, a través de las obras de un artista que continúa interpelando, conmoviendo, pero siempre en articulación –no sin tensiones– entre distintos periodos de su propia producción.

Por su parte, la curadora de la exhibición Cecilia Ivanchevich expresó: “Su obra desentraña permanentemente el devenir. El pasado hace eco en el presente y se proyecta en el futuro. Esa es la característica que nuclea la obra de ‘Yuyo’ y que atraviesa también su teoría del caos, y cómo se desarrolla esa estética y antiestética”. Y agregó: "El concepto de caos introducido por Noé encuentra un correlato en el pensamiento científico. Por aquellos mismos años, el físico ruso Ilya Prigogine propuso en sus investigaciones la superación del determinismo científico (causa-efecto), lo que marcó el ingreso en la posmodernidad. En este sentido, los planteos de Noé se conjugan con las teorías científicas de la época para dar lugar a un mundo tan inestable como impredecible".

Tres lecturas de la exposición

La conciencia histórica, la visión fragmentaria y la línea vital son los tres ejes que recorren la curaduría. En el primero, el artista aparece como testigo de su época, cómo Noé fue observador de diversos momentos y cómo expuso las citas, denuncias e ironías que aparecen en muchas de sus piezas, como en Introducción a la esperanza (1963): un óleo y esmalte sobre nueve bastidores entelados que hace referencia a las marchas y manifestaciones populares. Junto a esta pieza, se exhibe La pueblada (2006) que, si bien pertenece a la misma temática, hay una maduración estética de relieve, estableciendo un diálogo entre épocas.

En el segundo eje, la visión fragmentada, Noé presenta diversas piezas donde la multiplicidad de realidades coexisten. Allí es cuando, a partir de los sesenta, el artista comienza un juego de relaciones entre lo interno y externo de la obra: la fragmentación se transforma en el hilo conductor y hay una profunda reflexión sobre el caos y la otredad como parte del mismo sistema. Por ejemplo, en Tres testimonios sobre la aparición de un pájaro (1963), el artista divide la escena en tres partes con la intención de cuestionar los distintos relatos de la historia. En otras piezas, “Yuyo” da vuelta el bastidor, lo corta, lo invierte para contar, quizá, otra cara de las cosas.

El tercer eje tiene que ver con la línea, aquella que es casi el alma de la obra de “Yuyo”. Al principio de su carrera, se trata de una línea a mano alzada para recorrer el papel sin frenar en ningún punto. Esto será una constante en su vida pictórica hasta el retorno a la pintura, ya que Noé había postulado entre 1966 y 1975, que el arte debía disolverse en la vida social. Por eso, la había abandonado. A partir de ese momento, abordó distintos tipos de trabajo –como la serie Dibujos en terapia (1971)– que lo ayudaron a encontrar personajes que, luego, fue trabajando en otras obras: funcionaron como un rasgo característico que se mantuvo durante esos años. Cuando volvió a la pintura, en los setenta, Noé imprimió una gran diferencia estética que tiene que ver con la naturaleza como un destacado símbolo latinoamericano más abstracto.

Además, en la selección de obras que podrá verse en la muestra se incluyen piezas históricas, sus libros donde editó reflexiones sobre la práctica artística, una serie de dibujos inédita de 1957 y otras especialmente creadas para esta exhibición, como aquella instalación en la entrada del pabellón: Entreveros (2017), en la cual el artista condensa planteos estéticos de sus distintas épocas y utiliza, entre otros materiales, fragmentos de espejos para incluir el reflejo del espectador en la complejidad del caos. También se exhibe la emblemática La estática velocidad (2009), una obra de once metros, con técnica mixta sobre papel y tela, que fue presentada en la Bienal de Venecia de ese mismo año. La vibración de color y las diferentes lógicas hacen una suerte de patchwork que construyen una gran riqueza en la obra de Noé.

"Luis Felipe Noé. Mirada prospectiva" cuenta con el apoyo de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes. Podrá recorrerse en el Pabellón de exposiciones temporarias hasta el 20 de septiembre de 2017, de martes a viernes, de 11 a 20, y sábados y domingos, de 10 a 20, con entrada libre y gratuita.

Sobre el artista

Luis Felipe Noé nació en Buenos Aires, en 1933. Estudió en el taller de Horacio Butler. Residió en París y en Nueva York. Actualmente, vive y trabaja en Buenos Aires.

Entre 1961 y 1965, formó parte del grupo conocido como Otra Figuración o Nueva Figuración Argentina, integrado, además, por Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega. En 1964, el grupo fue invitado a participar en el Premio Internacional Guggenheim. En 1965, realizó la célebre exposición "Noé + experiencias colectivas" en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Allí presentó su primer libro, Antiestética, donde expuso por primera vez su tesis sobre el caos como estructura.

En 1966, convencido de que la actividad artística se disolvía en la vida social, inició un período en el que decidió no pintar. Sin embargo, en 1971, sintió que había tomado el camino equivocado y comenzó una terapia psicoanalítica que lo ayudó a retomar su actividad artística, en 1975. Producido el golpe de Estado de marzo de 1976, Noé partió hacia París. Durante los diez años siguientes, presentó su obra en la capital francesa, Nueva York y Buenos Aires. En 1987, regresó a la Argentina.

Noé ha realizado más de 120 exposiciones individuales, desde 1959 hasta la actualidad. Se organizaron muestras retrospectivas sobre su obra en el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina (1995), en el Palacio de Bellas Artes de México D.F. (1996) y en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, Brasil (2010). En 2009, fue convocado para representar a la Argentina en la 53.ª Bienal de Venecia y en 2013 fue invitado de honor en la XX Bienal Internacional de Curitiba, Brasil. En los últimos años, ha editado los libros Noescritos, sobre eso que se llama arte (2007) y Mi viaje-cuaderno de bitácora (2015).

Ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional Di Tella (1963), becas del gobierno de Francia (1961) y de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation (1965 y 1966). Por su trayectoria le han otorgado el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes (1997) y el Premio Honor a la trayectoria de la Academia Nacional de las Artes (2015). La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre en 2006.