Luis Federico Leloir, el médico argentino que revolucionó la química
Luis Federico Leloir, el médico argentino que revolucionó la química

Luis Federico Leloir, el médico argentino que revolucionó la química

Efemérides
Ganador del Premio Nobel de Química en 1970, por descubrir el proceso bioquímico mediante el cual los organismos aprovechan la energía de azúcares para vivir, se convirtió en un ejemplo a seguir por parte de distintas generaciones de científicos del país y del exterior. En esta nota, lo homenajeamos a 114 años de su nacimiento.
Otros artículos que te pueden interesar
El 6 de junio de 1937 Carlos Saavedra Lamas recibía el Premio Nobel de la Paz
El excanciller argentino fue el primer latinoamericano en recibir el galardón.

Se recibió de Médico en la Universidad de Buenos Aires, en 1932, y luego, con la intención de conocer y profundizar mejor sobre los procesos biológicos, se dedicó a la investigación, en el Instituto de Fisiología de aquella misma casa de estudios. En ese momento, el Instituto estaba dirigido por el doctor Bernardo Alberto Houssay: el segundo en Argentina en recibir un Premio Nobel (1947), luego de Carlos Saavedra Lamas (1936). El médico recién egresado, por su parte, aún no sospechaba que se convertiría en el tercero.  

Luis Federico Leloir había nacido el 6 de septiembre de 1906, en París (Francia), ya que su familia se encontraba circunstancialmente allí, por una intervención quirúrgica que debía realizarse su padre. Se dice que no mucho tiempo después falleció y el pequeño Luis nunca llegó a conocerlo. De regreso a Buenos Aires, donde adoptó la ciudadanía, realizó sus estudios primarios y secundarios.

En la Universidad, Houssay fue el director de la tesis de doctorado de Leloir. A través de ella, el joven doctor investigó sobre algunos temas relacionados con el metabolismo de los hidratos de carbono. Terminó la tesis en dos años y, más tarde, se trasladó a Cambridge (Inglaterra), para continuar con un posgrado en el Biochemical Laboratory.

Ya en la Argentina, Leloir había asumido el cargo de profesor de Fisiología en la cátedra de Houssay; pero, ante el golpe de Estado de 1943, decidió exiliarse y comenzó a trabajar en los Estados Unidos. Primero, en el laboratorio de Carl Gerty Cori, investigando sobre la formación del ácido cítrico y, más tarde, en el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia.

Cuando regresó a la Argentina, volvió a trabajar con su mentor y amigo Houssay, en el Instituto de Biología y Medicina Experimental. Años, libros y muchas investigaciones después, Houssay le propuso a Leloir ser director de otro organismo: el Instituto de Investigaciones Bioquímicas-Fundación Campomar (hoy, Fundación Instituto Leloir), que se creó el 7 de noviembre 1947. Leloir lo dirigió durante cuarenta años y, allí, a pesar de la falta de financiamiento y equipamiento de laboratorio, inició uno de los capítulo más importante no solo para su propia producción científica, sino también para toda la ciencia argentina, la cual culminaría con la obtención del Premio Nobel de Química en 1970

Leloir en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Química (Suiza).

“Y fue así que, en 1970, el Jurado de Química de la Academia Sueca de Ciencias decidió premiar a Luis Federico Leloir con la máxima distinción por sus investigaciones que permitieron aclarar cómo se metabolizan los azúcares en el organismo y el mecanismo de biosíntesis del glucógeno y del almidón, polisacáridos de reserva energética de los mamíferos y las plantas”, comentan desde la actual Fundación Leloir, dedicada a la investigación y a la formación de jóvenes científicos.

Y agregan: “Leloir descubrió el camino bioquímico a través del cual el organismo aprovecha la energía de azúcares para poder vivir. Este hallazgo permitió comprender las causas de muchas enfermedades como la galactosemia, una patología congénita que se caracteriza por la incapacidad que tiene el organismo para metabolizar galactosa (un azúcar simple). Su acumulación provoca daños en diferentes órganos del cuerpo por lo que si esa condición no es detectada en forma temprana, puede ser fatal”.

Por su parte, la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, recordó: “Luis Federico Leloir -como su maestro, el también Premio Nobel Bernardo A. Houssay- hizo del trabajo disciplinado y constante una rutina y sus admirables logros no lo apartaron de la sencillez, su otra costumbre. Pocos años antes de su muerte Leloir pudo inaugurar, frente al Parque Centenario, un nuevo edificio para el Instituto de Investigaciones Bioquímicas, que se veía desbordado por la gran cantidad de estudiantes, becarios e investigadores que querían trabajar”. 

El 2 de diciembre de 1987, Leloir falleció a sus 81 años, en la Ciudad de Buenos Aires. Pero hoy, a más de un siglo de su nacimiento, sus logros y valores éticos siguen siendo un ejemplo para el mundo, y un orgullo no solo para distintas generaciones de químicos e investigadores de todas las disciplinas científicas del país, sino para todos los argentinos y argentinas.