La artesanía wichi y sus enseñanzas
La artesanía wichi y sus enseñanzas

La artesanía wichi y sus enseñanzas

Entrevistas
Lucía Cardini es psicóloga y emprendedora. Trabaja activamente en la promoción de la artesanía wichi, una experiencia que compartió en el Programa Exportar Cultura, donde instó a “mirar hacia esas culturas olvidadas”.

Lucía Cardini es un pilar fundamental para la comunidad de artesanas wichi de El Potrillo Viejo, en Formosa. Es psicóloga y emprendedora. Hace 20 años forma parte de la Fundación Niwok, ubicada en aquella localidad formoseña. Desde Niwok brinda herramientas organizativas y productivas e incentiva la participación de jóvenes y adolescentes en actividades sociales, culturales, lúdicas, económicas y deportivas.

Se acercó a las artesanas wichi hace unos años y desde entonces no se separó más. Con su experiencia, motivación y deseos de reinvidicar a esta cultura casi olvidada, colabora y ayuda activamente en la comercialización de sus artesanías. Para ella, “son piezas únicas e invalorables”. Y es allí donde siempre se ha generado un incordio a la hora de ponerle precio y costo a artesanías cuyo trabajo demanda tiempo, dedicación y técnicas ancestrales.

Cardini es un motor en esta comunidad formoseña que, pese a la pandemia y a ver interrumpida en parte la cadena comercial, continuó trabajando y apostando a un producto inédito y único en su tipo como es la artesanía wichi.

Días atrás participó de los conversatorios de Exportar Cultura, el ciclo de encuentros virtuales con personalidades de distintos sectores de las industrias culturales que organiza el Ministerio de Cultura de la Nación. Allí compartió cómo fue su acercamiento a la comunidad wichi, el camino recorrido y el modelo de trabajo y comercialización que llevan adelante.

-¿Cómo se produjo su acercamiento a la comunidad wichi?

-Mi acercamiento a la comunidad wichi se produjo hace ya dieciocho años por un vínculo familiar con Mercedes Llorente, que llegó a la comunidad en los años ochenta buscando cómo generar escuelas y generar educación. Llegó azarosamente con varias personas y se instaló en la zona de Ramón Lista, en El Potrillo Viejo.

-¿Qué la motivó a trabajar con ellos y a potenciar su producción artesanal?

-La motivación para acompañarlos y para potenciar la producción tiene que ver justamente con poder encontrar ahí un misterio que no está en otro tipo de productos, donde hay una identidad, un contenido, una cultura que no tiene posibilidades de ser visualizada. La motivación más grande es poder sacarlos del lugar de pena y poder ponerlos en el lugar de valoración, que es lo que está sucediendo en este momento.

-¿Qué dificultades tenían los artesanos para comercializar sus productos y de qué manera los ayudó a mejorar esta práctica?

-La mayor dificultad en la comercialización tiene que ver con la falta de exposición; la falta de turismo en la zona de Ramón Lista y de Formosa. Todo el trabajo de comercialización tiene que ver con generar redes y ferias, que hemos hecho a lo largo de veinte años. Y, sobre todo, tiene que ver con generar conciencia en la cultura nuestra para que eso sea después un retorno en compras.

De esta manera hemos ido tejiendo como socios estratégicos. Hace veinte años que nos acompañan muchos locales; también queremos ir desarrollando nuevas líneas de innovación para tener productos nuevos para los locales de siempre. Este año, todo este proceso, sirvió para tomar conciencia de la falta de visibilización de todo esto. Creo que ahí hay un misterio que lo tienen más resuelto ellos (la comunidad wichi) en su cultura que nosotros. Lo que estaría faltando es que se valore más el precio de esos productos.

-¿Cuántas mujeres integran la organización y cómo están afrontando estos meses en pandemia? 

-Hoy son 430 mujeres que tienen un beneficio directo. Después hay dos grupos de hombres de La Brea y de Morillos; también 40 mujeres pilagá, y hay una comunidad de Cholote que recibe beneficios en cuanto a las compras. Estos meses de pandemia estamos tratando de sostener las compras en origen, que no se corten, tratando de redireccionar toda la venta y la comercialización a través de las redes. Por suerte seguimos y, además, la demanda aumentó mucho, no así la posibilidad de vender ya que no tenemos un recurso humano disponible para eso, ni posibilidades reales físicas. Pero afortundamente la demanda aumentó muchísimo y pudimos aumentar los precios en orígen, un poco asociados al índice inflacionario de este año, y sostener y mantener, que no es poco.

-¿Cómo definiría a la artesanía wichi?

-La podemos definir como una representación de una identidad étnica que tiene que ver con la manera de vivir, con la manera de ser y con la manera de transmitir cultura. En cada artesanía hay un trabajo muy difícil de poner en números, en valores, en horas, en minutos. También está la cosmovisión del trabajo, muy diferente a cómo es en nuestra cultura. Para mí las artesanías wichi son obras de arte únicas, con identidad, con sentido, con una trasabilidad sustentable y sobre todo asociado a la dignidad, porque son productos hechos desde orígen con un gran contenido de dignidad, de todo el cuerpo. Las mujeres wichi usan todo el cuerpo para hacer las artesanías.

-¿Qué proyectos y objetivos tienen en agenda?

-Los proyectos y obejtivos por venir tienen que ver con tener una estructura más cómoda para poder crecer. Otro de los proyectos es integrar a la comunidad pilagá, la comunidad sechamama, las chicas de Somos fibra, muchas comunidades del país que se van integrando para aprovechar los canales comerciales que ya tenemos instalados y que seguimos sumando. Y el gran proyecto que tenemos, como objetivo para el año que viene, es desarrollar en el monte el taller que se merecen las mujeres, un taller cómodo para trabajar y para reunirse. Poder agrandarlo, tener luz, agua, ponerlo en condiciones más dignas de trabajo.

-¿Cómo fue su participación en Exportar Cultura?

-Como experiencia de visibilización fue muy importante. Me parece que Exporar Cultura también permite mirar dónde están los menos mirados y creo que es hora de aprender de otras culturas. Es importante volver a retomarlo y volver a tener esto como eje central para nuestra propia cultura, que está bastante vacía de contenidos, por eso es hora de arrodillarnos frente a ellos y reconocerlos.

Fotos: Fundación Niwok.