Los museos y sus jardines: hoy, la Estancia de Jesús María – Museo Jesuítico Nacional
Los museos y sus jardines: hoy, la Estancia de Jesús María – Museo Jesuítico Nacional

Los museos y sus jardines: hoy, la Estancia de Jesús María – Museo Jesuítico Nacional

Museos
Un jardín cordobés de 402 años de historia, donde supo haber huertas, viñedos y un sector de pastoreo para el ganado
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“Guanuscate” significa “agua muerta” o “río seco” y así denominaban los indígenas a las tierras donde los jesuitas se asentaron en 1618, y luego rebautizaron como “Jesús María”. Los jesuitas pertenecientes a la Compañía de Jesús adquirieron más de 9000 hectáreas en la zona y establecieron una importante unidad productiva destinada al mantenimiento económico del Colegio Máximo, que funcionaba en Córdoba Capital. Construyeron molinos, criaron ganado, vendían mulas, cosechaban trigo, cebada, garbanzos, lentejas, arvejas y manzanas, y si bien la producción de harina de trigo fue su principal sustento económico, se destacaron por la producción vitivinícola. Con el vino que producían abastecían a la comunidad jesuítica y el resto se vendía, para luego comprar esclavos para la labranza de la vid. Su producción alcanzó un alto grado de desarrollo y llegó a producir 13 mil litros por año y tener sus propias variaciones, como el vino “lagrimilla de oro”, que se exportaba a Europa.

Indígenas y esclavos africanos: protagonistas de la historia

La Estancia Jesús María estaba situada sobre el Camino Real, zona clave para el comercio de la época ya que esa ruta unía el Puerto de Buenos Aires con el Alto Perú (actual Bolivia) y por ahí transitaban mercancías, comerciantes, soldados, esclavos y colonos. En la Estancia llegaron a vivir más de 270 esclavos africanos que habían sido comprados en el Puerto de Buenos Aires. Junto con los nativos, los esclavos fueron fundamentales para el desarrollo económico de la zona, ya que se encargaban de las tareas referidas al mantenimiento de la tierra, la construcción de molinos, bodegas y todos los edificios que se encontraban en el predio. Su presencia está impregnada en cada piedra que rodea la Estancia y, gracias a un trabajo de investigación del equipo del Museo, en conjunto con el colectivo Red ruta del esclavo, sus nombres, oficios, edades fueron recuperados y se puede reconstruir parte de su historia.

Un museo, un parque, 402 años de historia

La necesidad de un espacio para rememorar la acción de la Compañía de Jesús en el Río de la Plata fue el puntapié para la restauración de la Estancia y creación del Museo Jesuítico Nacional. El 14 de mayo de 1941, la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos declaró a la antigua Estancia de Jesús María Monumento Histórico Nacional, y comenzaron las obras de restauración del predio. A tres renombrados sacerdotes jesuitas se les encomendó la tarea de armar una colección para el Monumento restaurado en un Museo: al Padre Guillermo Fürlong S.J., Padre Pedro Grenón S.J. y Padre Oscar Dreidemie S.J; este último se convertiría posteriormente en el primer Director del Museo. El Padre Dreidemie pasó su vida dedicada a la puesta en marcha y crecimiento del Museo. La historia y quienes lo conocieron lo recuerdan como un ser entrañable, que año a año aparece por los pasillos de la Estancia para reencontrarse con los trabajadores en señal de que están haciendo bien su trabajo, cuenta Santiago Scalisi, integrante del Área Educativa del Museo.

En ese territorio donde supo haber huertas, viñedos y sector de pastoreo para el ganado, se parquizaron de los jardines y colocaron álamos carolina, palos borrachos, tipas, talas, pinos. Se conservan un nogal histórico que plantó Domingo Faustino Sarmiento y algarrobos puramente corbobeses. También se instaló un lago artificial cavado a pala. En la actualidad es uno de los espacios verdes más visitados de la ciudad. Los fines de semana el Museo organiza ferias de artesanos, ciclos de música, y recorridos por las dieciocho salas del Museo y los edificios que conforman el predio. Desde el año 2000, la Estancia integra la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO junto con la Manzana Jesuítica y el Conjunto de Estancias de la Provincia de Córdoba. Sus atractivos edilicios principales son la residencia de los padres jesuitas que fue construida por el mejor arquitecto jesuita del siglo XVIII, el italiano Juan Andrés Bianchi, y la iglesia de estilo barroco colonial donde se puede observar en su la cúpula la imagen de cuatro ángeles con rostros indígenas.