La trashumancia, una forma de vida única que tiene su fiesta en Neuquén
La trashumancia, una forma de vida única que tiene su fiesta en Neuquén

La trashumancia, una forma de vida única que tiene su fiesta en Neuquén

La Fiesta del Veranador y el Productor del Norte Neuquino rescata la importancia cultural de una forma de pastoreo ancestral, del que quedan pocos ejemplos en el mundo
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El pastoreo trashumante, una práctica ganadera ancestral que se mantiene en pocos lugares del mundo, sigue viva en el norte neuquino. La trashumancia no es sólo un modo de producción, sino que es toda una forma de vida y una cultura que conforman un rico patrimonio inmaterial de la provincia de Neuquén y el país. Se trata de un sistema que sigue los ciclos naturales del clima, en el que los pastores se trasladan con sus rebaños y sus familias completas en busca de los mejores pastos para sus animales. El invierno lo pasan en las tierras bajas del centro de la provincia, y en el verano van hacia la montaña, donde encuentran vegetación tierna en las faldas de la cordillera.

Los pastores trashumantes, que se llaman a sí mismos "crianceros", producen principalmente ganado caprino, y en menor medida ovino y vacuno. Los grandes arreos, tanto hacia la montaña, donde realizan la veranada, como hacia los valles, donde se realiza la invernada, son espectáculos conmovedores, por las grandes dimensiones de los rebaños y por la destreza de los crianceros en el manejo de los animales.

Las condiciones de vida son muy duras, ya que toda la familia se moviliza de un lugar a otro, y cada traslado puede llevar entre dos semanas y un mes. Con el paso del tiempo algunas de estas condiciones fueron mejorando, con el establecimiento de viviendas en las zonas de veranada y el funcionamiento de una escuela trashumante, que sigue la ruta de las familias, para que los chicos puedan continuar con la escolarización. Además existen planes para fomentar el turismo ecológico, ofreciendo a quienes estén interesados en conocer esta forma de vida la posibilidad de vivir la trashumancia y participar de las tareas de campo como las señaladas y arreos, fabricación de dulces y quesos, esquila de animales, ordeño de chivas, teñido y tejido de lanas, cosecha y sembrado de aromáticas.

Para homenajear a estos esforzados pastores, portadores de un antiguo conocimiento y una cultura que pasa de generación en generación, en el pueblo cordillerano de Andacollo se realiza desde hace 25 años la Fiesta del Veranador y el Productor del Norte Neuquino, que este año, y por segunda vez consecutiva, forma parte del Programa Festejar, con el cual el Ministerio de Cultura de la Nación fomenta e impulsa la celebraciones populares de todo el país.

El Festival

Durante tres días Andacollo vive una verdadera fiesta en la que se combinan las jineteadas y los espectáculos musicales. En el campo de doma los jinetes demuestran sus habilidades, en una competencia en la priman la camaradería y el respeto mutuo, mientras payadores expertos en el arte de la improvisación acompañan con sus décimas y rimas.

En el escenario principal, mientras tanto, ofrecen su arte las copleras de la región, que regalan la sencilla sabiduría de los versos que hablan de estas montañas, los valles, los sacrificios, los dolores y la libertad del trashumante. También los ritmos propios de las provincias norteñas encuentran su público, con la presentación del Dúo La Yunta, que llegaron directamente desde Tucumán para hacer bailar y disfrutar a los lugareños y visitantes de chacareras, gatos y escondidos. La Yunta se presentó en Andacollo gracias a la participación de la Fiesta del Veranador y el Productor del Norte Neuquino en el Programa Festejar.

La leve pero persistente lluvia interrumpe por unos minutos la fiesta, pero no logra detenerla, a pesar del viento frío que baja de las montañas. Cuando por fin la lluvia da tregua llega el turno de las rancheras, ese ritmo mexicano que se arraigó en el sur del continente, tanto en Chile como en algunas regiones de nuestro país, para que la noche termine llena de baile y alegría.