Raúl González Tuñón, el gran poeta de Buenos Aires
Raúl González Tuñón, el gran poeta de Buenos Aires

Raúl González Tuñón, el gran poeta de Buenos Aires

Letras
Efemérides
A 116 años de su nacimiento, recordamos al poeta y periodista argentino, quien logró convertirse en un precursor de la poesía social y combativa en el país.

El 29 de marzo de 1905, nació en Buenos Aires Raúl González Tuñón, en el barrio porteño de Once. Sexto de siete hermanos, hijo de inmigrantes españoles de origen obrero, heredó el compromiso social de su abuelo materno, Manuel Tuñón, un minero asturiano y socialista que fue el primero en llevarlo a una manifestación. El perfil lírico y el espíritu andariego lo tomó de Estanislao González, su abuelo paterno, un aventurero, que jamás salió de España.

Su vocación por la poesía la desarrolló junto a su actividad periodística. Trabajó en el diario Crítica, un periódico vespertino de 1930, que contó con redactores como Jorge Luis Borges. Además, Tuñón escribió sobre artes plásticas y crónicas de viajes en el diario Clarín.

Fue corresponsal en la Guerra Civil Española, para el diario Crítica. En Madrid comenzó una amistad con Federico García Lorca, Miguel Hernández y Pablo Neruda. Al terminar la guerra se trasladó a Chile, junto a su esposa, y compartió casa con Neruda, con quien fundó la sede chilena de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, organización antifascista surgida del Congreso de Escritores de Valencia, realizado en Barcelona.

Influyente en la cultura argentina de los años 50 y 60, es considerado uno de los fundadores de la corriente moderna de poesía urbana y creador de una entonación rioplatense para el discurso poético.

La noche del 13 de agosto de 1974 escribió su último poema, en homenaje al cantor chileno Victor Jara. Murió al día siguiente, a los 69 años.

Su obra

Los primeros poemas los publicó en 1922 en las revistas Caras y Caretas e Inicial. Un año después, participó en las revistas Proa, dirigida por Ricardo Güiraldes, y Martín Fierro.

La temática de su poesía alude a viajes, barrios de París y Buenos Aires, pueblos de la Cordillera de los Andes o Patagonia, personajes de circo, lugares lejanos, tugurios extraños, marineros, hampones o contrabandistas. Fue uno de los precursores de la poesía combativa en la Argentina con sus poemas civiles, referidos a acontecimientos políticos y sociales.

*La rosa blindada, inspirada en la Revolución de Asturias de 1934, huelga de los mineros asturianos, es un libro que reúne acciones heroicas de aquellos trabajadores con sus mujeres e hijos, y poemas en los que anticipa el levantamiento de Franco.

*Miércoles de ceniza muestra el desenfado y la picardía de los muchachos de los puertos que deambulaban por el viejo Paseo de Julio.

*La calle del agujero en la media lo escribió en París. Permanece su observación de lo cotidiano, su mirar en las vidrieras y en los ojos fraternales: los de un saxofonista, los de un vendedor de globos, los de las chicas del music-hall, los de Blanca Luz que está lejos, los del organista de la iglesia de San Suplicio.

Yo conozco una calle que hay en hay en cualquier ciudad
y la mujer que amo con una boina azul.
Yo conozco la música de un barracón de feria
barquitos en botellas y humo en el horizonte.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad.
Ni la noche tumbada sobre el ruido del bar
ni los labios sesgados sobre un viejo cantar
ni el afiche apagado del grotesco armazón
telaraña del mundo para mi corazón.
¡Ni las luces que siempre se van con otros hombres
de rodillas desnudas y de brazos tendidos!
Tenía unos pocos sueños iguales a los sueños
que acarician de noche a los niños dormidos-.
Tenía el resplandor de una felicidad
y veía mi rostro fijado en las vidrieras
y en un lugar del mundo era un hombre feliz.
¿Conoce usted paisajes pintados en los vidrios?
¿Y muñecos de trapo con alegres bonetes?
¿Y soldaditos juntos marchando en la mañana
y carros de verduras con colores alegres?
Yo conozco una calle de una ciudad cualquiera
y mi alma tan lejana y tan cerca de mí
y riendo de la muerte y de la suerte
y feliz como una rama de viento en primavera.
El ciego está cantando. Te digo: ¡Amo la guerra!
Esto es simple querida, como el globo de luz
del hotel en que vives. Yo subo la escalera
y la música viene a mi lado, la música.
Los dos somos gitanos de una troupe vagabunda
alegres en lo alto de una calle cualquiera.
Alegres las campanas como una nueva voz.
Tú crees todavía en la revolución
y por el agujero que coses en tu media
sale el sol y se llena todo el cuarto de luz.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad,
una calle que nadie conoce ni transita.
Solo yo voy por ella con mi dolor desnudo
solo con el recuerdo de una mujer querida.
Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto.
Decir, yo he conocido, es decir: Algo ha muerto.

*Juancito caminador es un personaje inspirado en un artista de circo y en una marca de whisky (Johnny Walker), donde se veía a un personaje de bastón y galera caminando por el mundo, un alter ego literario del autor. Poesía romántica de amores furtivos y grandes amores, mezclada con política y retratos de viajes anteriores.

Poema que compuso Juancito Caminador para la supuesta muerte de Juancito Caminador
Juancito Caminador...
Murió en un lejano puerto
el prestidigitador.
Poca cosa deja el muerto.
Terminada su función
-canción, paloma y baraja-
todo cabe en una caja.
Todo, menos la canción.
Ponle luto a la pianola,
al conejito, a la estrella,
al barquito, a la botella,
al botellón, a la bola.
Música de barracón
-canción, baraja y paloma-
flor de campo sin aroma.
Todo, menos la canción.
Ponle luto a la veleta,
al gallo, al reloj de cuco,
al fonógrafo, al trabuco,
al vaso y a la carpeta.
Su prestidigitación
-canción, paloma y baraja-
el tiempo humilla y ultraja.
Todo, menos la canción.
Mucha muerte a poca vida,
¡que lo entierre de una vez
la Reina del Ajedrez
y un poeta lo despida!
Truco mágico, ilusión
-canción, baraja y paloma-
que todo en broma se toma.
Todo, menos la canción.

 

*El poeta murió al amanecer

Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas: la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra,
escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.
Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del Café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.
Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro:
tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.

*De pronto entró la libertad (fragmento)

I
De pronto entró la Libertad.
La Libertad no tiene nombre,
no tiene estatua ni parientes.
La Libertad es feroz.
La Libertad es delicada.
La Libertad es simplemente
la Libertad.
Ella se alimenta de muertos.
Los Héroes cayeron por Ella.
Sin angustia no hay Libertad,
sin alegría tampoco.
Entre ambas la Libertad
es el armonioso equilibrio.
Nosotros tenemos vergüenza,
la Libertad no la tiene,
la Libertad anda desnuda.
(Y el señor Jesucristo dijo
que el reino de Dios vendrá
cuando andemos de nuevo desnudos
y no tengamos vergüenza.)
Hermanos, nosotros sabemos,
pero la Libertad no sabe.

Raúl González Tuñón escribió, también, varias obras de teatroEl descosidoLa cueva caliente y Dan tres vueltas y luego se van, en colaboración con el poeta Nicolás Olivari.