La batalla de Curupaytí
La batalla de Curupaytí

La batalla de Curupaytí

Historia
Efemérides
A 154 años de uno de los enfrentamientos más sangrientos que tuvo la Guerra del Paraguay, conmemoramos la fecha para mantenerla viva en la memoria de nuestros pueblos.
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En un rincón bien al sur de lo que hoy es la hermana República del Paraguay se encontraba el Fuerte de Curupaytí, sitio donde el 22 de septiembre de 1866 tuvo lugar una de las batallas más sangrientas que ocurrieron en el marco de la Guerra del Paraguay, Guerra de la Triple Alianza o Guerra Grande, según cada corriente historiográfica.

La guerra, que enfrentó al Paraguay de Francisco Solano López contra la Argentina de Bartolomé Mitre, el Uruguay de Venancio Flores y el Imperio del Brasil, comenzó el 1 de marzo de 1865. Los pronósticos de Mitre auguraban que el conflicto bélico se extendería unos pocos meses. Duró cinco años.

El 1 de marzo de 2020 se cumplieron 150 años de la finalización de aquella guerra que diezmó a la población paraguaya, le ocasionó importantes pérdidas territoriales y destruyó una experiencia social y política de avanzada que iba en contra de los intereses del Brasil y de Buenos Aires.

Virgina González, directora del Museo Histórico Sarmiento y una de las participantes de las jornadas "Paisajes de la Guerra Grande" que se realizaron previo a la pandemia, considera que una explicación respecto de los orígenes de la guerra se basa en las ambiciones políticas ligadas a la construcción de estas nuevas naciones.

"Paraguay en ese momento era el único territorio de la región que fundamentaba sus decisiones político- sociales en estrechas relaciones de paternalismo y solidaridad comunitaria, dentro de un ambiente cultural único -cuya base era fundamentalmente nativa-. Por el contrario, ni Argentina, ni Brasil, tenían esa potencia social; y en Uruguay las disputas partidistas entre blancas y colorados mantenían al país al borde del caos. En este sentido no era posible definir un modelo de nacionalidad y en eso radicó la tragedia".

La guerra modificó el rumbo de las cuatro naciones intervinientes, incluso fue decisiva en la construcción de Argentina como estado-nación, lo cual garantizó la hegemonía de Buenos Aires sobre las provincias interiores. "La paulatina institucionalización, tanto en Argentina como en Uruguay, de un modelo liberal que dirigiría la incorporación de la región a las nuevas dinámicas del comercio internacional. En el caso del Imperio brasileño esto significó el momento más decisivo de su larga búsqueda de la hegemonía en los territorios del Plata (entre 1850 y 1875), pero también fue el punto de inflexión hacia el declive de la monarquía brasileña", desarrolla Virginia González.

Para la directora es fundamental seguir investigando sobre el tema. "Es necesario darle nombre a ese dolor, enfrentarlo y poder entender las causas de aquella guerra que aún siguen sujetas a una variedad de hipótesis, pero lo más terrible es que en ninguno de los países implicados se discute el tema con cierta objetividad, sino siempre con una pasión nutrida tanto de nacionalismo como de filiación política. Los aliados le echaron la culpa a los planes expansionístas y los sueños de grandeza del presidente paraguayo Francisco Solano López, mientras que éste declaraba que su intervención se debía a la ocupación brasileña del Uruguay, que distorsionaba el equilibrio en la región".


Cándido López, 1902, Marcha del Ejército Argentino a tomar posición para el ataque de Curupaytí, el 22 de septiembre de 1866

La batalla de Curupaytí

La Batalla de Curupaytí fue la primera que comandó Bartolomé Mitre tras un año de iniciada la guerra. El fallecido historiador Jose María “Pepe” Rosas, en su libro La Guerra del Paraguay, fue uno de los primeros en enfocar, desde otra óptica, lo acontecido en lo que muchos llamaron “la guerra de la triple infamia”.

“Pepe” Rosas relató que el 14 de septiembre Mitre le había propuesto un armisticio a Francisco Solano López. Éste, incrédulo, tomó sus precauciones y envió a sus mejores hombres al Fuerte de Curupaytí. Siete batallones de infantería y cuatro escuadrones de caballería esperaron el ataque.

“En cuatro columnas se lanzaron los 17.000 argentinos y brasileños por un campo fangoso llevando la bayoneta en posición de ataque, mientras los 49 cañones paraguayos ocultos entre los abatíes hacían estragos en los atacantes”, describió "Pepe" Rosas.

En el campo de batalla, que se había convertido en un pantano debido a una semana de intensas lluvias, quedaron desparramados diez mil muertos argentinos y brasileños. Las bajas paraguayas no superaron los cien soldados. Esta fue la derrota más grande que sufrió la denominada Triple Alianza en el contexto de la guerra.

Virginia González considera que "la batalla de Curupaytí fue un episodio particular a más de un año de haber comenzado la Guerra Guasu. Lo cierto es que fue un duro golpe para los aliados ya que los costos fueron realmente muy altos, no solo en cantidad de vidas sino en repercusiones para la política argentina como fue la muerte de Domingo Fidel Sarmiento -hijo de Domingo Faustino Sarmiento, quien en 1868 reemplazaría a Bartolomé Mitre en la presidencia de la nación-, la de Francisco Paz, -hijo del Vicepresidente de ese momento- y la conocida pérdida de la mano de Cándido López".


Cándido López, 1893, Después de la batalla de Curupaytí


Tal como relata la directora del Museo Histórico Sarmiento, entre los miles de soldados anónimos perdió la vida el joven Domingo Fidel Sarmiento. Como una premoción, el 21 de septiembre de 1866, "Dominguito" escribe a su madre:

"(...) Mas si lo que tengo por presentimientos son ilusiones destinadas a desvanecerse ante la metralla de Curupaití o de Humaitá, no sientas mi pérdida hasta el punto de sucumbir bajo la pesadumbre del dolor. Morir por su patria es vivir, es dar a nuestro nombre un brillo que nada borrará; nunca fue jamás más digna la mujer que cuando con estoica resignación envía a las batallas al hijo de sus entrañas. Las madres argentinas transmitirán a las generaciones el legado de la abnegación y del sacrificio (...)".

También, en aquella terrible batalla, el reconocido pintor Cándido López perdió su brazo derecho. Cándido era fotógrafo daguerrotipista y se dedicaba a retratar pequeñas ciudades de Buenos Aires y el sur de Santa Fe. Cuando estalló la Guerra del Paraguay planeaba un viaje a Europa para perfeccionar su arte, pero decidió sumarse al ejército para luchar en la guerra.

“Al presentarme como soldado voluntario en defensa de mi Patria en una guerra nacional, me propuse también servirle como historiador con el pincel”, dijo Cándido López en una carta que le envió a Bartolomé Mitre en junio de 1887.

Cándido fue soldado y cronista: bocetó en carbonilla noventa escenas de las guerra y relató en un diario sus vivencias. Fue conocido después de aquel 22 de septiembre de 1866 como “el manco de Curupaytí”. Con el tiempo educó su brazo izquierdo y sus carbonillas se conviertieron en óleos de gran valor artístico y testimonial.

“No será por cierto una obra maestra de la pintura, pero es la verdad de los hechos y de los detalles, salvados del tiempo para servicio de la historia y de mi patria”, declaró López en su carta a Mitre.


López, Cándido, 1894, Asalto de la 2ª columna brasileña a Curupaytí. Este óleo se puede visitar en el Museo Nacional de Bellas Artes

Un pueblo en armas

"Tanto la batalla de Curupaytí como la Guerra del Paraguay fueron la conflagración más larga y sangrienta del territorio, que dejó sobre todo a Paraguay pérdidas irrecuperables, tanto económicas, políticas como en vidas. Es necesario aprender de este capítulo en la vida latinoamericana, que ha dejado una herida difícil de cerrar, al punto que, incluso hoy en día, en el ámbito diplomático es un tópico que se intenta no abordar para no generar incomodidades con odios heredados que continúan", reflexiona Virgina.

Curupaytí fue una de las batallas más crueles pero no la única. En la memoria del pueblo paraguayo queda la herida abierta de la batalla de Acosta Ñu.

En medio del conflicto bélico, permanecer en los territorios era peligroso por lo que familias enteras acompañaban las acciones del ejército. Luego de tres años de guerra la mayor parte de los soldados paraguayos había muerto; por ello fueron llevados niños -de entre seis y trece años- al frente en el campo de batalla.

El 12 de agosto de 1869 las fuerzas paraguayas se dividieron en dos: en una columna iba Franciso Solano López, y en la otra, mujeres, niños, ancianos. Esta última fue alcanzada por los ejércitos aliados. Fue una masacre. "De un lado estaban los brasileños con 20.000 hombres, y del otro, en el medio de un círculo, los paraguayos con 3.500 soldados, de 9 a 15 años, no faltando niños de 6, 7 y 8 años, escribió el historiador Julio José Chiavenato en su libro Genocidio Americano. La guerra del Paraguay.

En memoria de esta masacre cada 12 de agosto se conmemora el Día del Niño en Paraguay.


Foto: Federico Artigue: Tambor del 1° de InfanterÌa. Carte de visite. Museo de Luján.

El país de las mujeres

En 1868 las fuerzas de Argentina, Brasil y Uruguay lograron entrar a la capital paraguaya y creyeron haber alcanzado la conquista definitiva; sin embargo la guerra se prolongó por un año más y se dio por finalizada con la muerte del presidente Francisco Solano López el 1 de marzo de 1870.

Ese último año exigió sacrificios de ambas partes pero las peores consecuencias quedaron del lado de los perdedores. Se calcula que en esos cinco años murieron entre 200.000 y 300.000 paraguayos, lo que entonces equivalía a la mitad de la población del país y de los cuales el 80% eran hombres.

Virginia González comenta que por eso, concluída la guerra, el Paraguay fue llamado "el país de las mujeres":

"Las mujeres paraguayas siempre habían tenido una función importante en la economía de subsistencia y el comercio al menudeo que fue aumentando en el transcurso de la guerra. Al principio, se limitaban a las típicas tareas femeninas como coser uniformes y donar parte de su cosecha o ganado para el aprovisionamiento del ejército. Siempre había sido importante el aporte de las mujeres para el mantenimiento de las tropas pero fue cada vez más imprescindible. Parece que al principio la guerra fue un buen negocio para las mujeres pero cuando las acciones militares llegaron a sus pueblos, la situación se volvió bastante difícil. A partir de 1866, prácticamente toda la producción agrícola estaba en manos de las mujeres, que además empezaron a asumir tareas pesadas, como por ejemplo el trabajo en las salinas. En los campamentos las mujeres trabajaban como enfermeras, lavanderas, cocineras y más tarde también ayudaban en el transporte. Es decir, la vida en Paraguay cambió radicalmente luego de la Guerra Guasu".

La Guerra del Paraguay está presente en la memoria de los pueblos que la libraron y sus  consecuencias aún repercuten en las generaciones actuales.

 
 
Fuente: Barbara Potthast en Niños soldados y niñas famélicas en la Guerra del Paraguay/José María Rosa, La Guerra del Paraguay y las montoneras argentinas/ Domingo Sarmiento, Vida de Dominguito