Joyas de la historieta argentina, la muestra que inmortaliza al humor
Joyas de la historieta argentina, la muestra que inmortaliza al humor

Joyas de la historieta argentina, la muestra que inmortaliza al humor

Se exhibe una selección del enorme acervo documental reunido a partir de donaciones que conforman el único fondo público de carácter nacional de la historieta y del humor gráfico argentinos
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Una de las tantas definiciones de humor dice que es el sostén individual y colectivo de la sociedad. El humor sirve para sostenernos frente a los grandes dilemas internos y externos. En momentos dramáticos apelamos al humor porque es lo que nos sostiene frente a la soledad, al desamor y, finalmente, a la muerte. Aunque las revistas de historietas hoy tienden más hacia los medios electrónicos que al papel, siguen muy presentes en la memoria colectiva. Es por eso que la creación del Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional es sustancial como difusor de esta riqueza cultural de nuestro país. Es el único fondo documental público y nacional que abarca toda la producción histórica de estos medios y lenguajes en la Argentina.

El Centro comenzó como programa de investigación en 2012 y muy pronto comenzó a gestionar donaciones de documentos específicos, de libros editados en la Argentina y en el exterior (en ediciones frecuentemente inaccesibles), y colecciones de obras originales de artistas gráficos y guionistas. Ante la necesidad manifiesta de los estudiosos de recibir una atención específica y experta en la materia, se adecuó el programa para la institucionalización del archivo como primera medida para constituirlo.

La inauguración fue a través de la muestra Joyas de la historieta argentina. El Centro es un lugar en el cual se realizarán exposiciones en forma permanente. Para José María Gutiérrez, investigador de la historieta argentina y uno de los responsables del Centro, contar con un espacio físico ayuda no sólo a mostrar los clásicos, sino también las tendencias actuales:

“Hacíamos una o dos muestras por año, que es muy poco y en general son homenajes a personajes muy importantes y se pierden un montón de cosas: no podés hacer recuentos históricos, tomar temas, agarrar tendencias. Al tener un sitio propio y realizar tareas de difusión, lo que hacemos es entrar en una dinámica de continuidad, una corriente de público que sepa que acá cuenta con un espacio dentro de un circuito cultural importante y nos permite también, amplificar y mostrar todo lo que tenemos”.

El acervo del Centro de Historieta y Humor Gráfico cuenta con más de 12 mil originales de artistas, que fueron reunidos en 7 años de trabajo a partir de donaciones que realizan los propios dibujantes, familiares y editoriales.

“Esto es una muestra chiquitísima de lo que tenemos. De cada uno de los temas que se ven en las vitrinas y los cuadros, hay una enorme cantidad de documentos originales que tranquilamente podrían reemplazar a estos. Por eso, la exposición se va a ir renovando todo el tiempo”, agrega Gutiérrez.

El espacio de la muestra es circular, evocando así el concepto sin principio ni final, la igualdad de la mesa redonda, donde nadie ocupa un lugar preferencial: todo es importante. Así lo afirma el autor de La historieta salvaje: “La muestra se llama ‘Joyas de...’pero no son las únicas joyas. Todo lo que coleccionamos son joyas y no podría destacar una sola”.

La exposición está dividida entre vitrinas y cuadros que exhiben períodos, tendencias representativas de estilos y tipos de producción. Se compone de obras de referencia y estudio, como el boceto de la primera presentación de Capicúa hecha en la plantilla original del semanario Patoruzú: “Es muy importante históricamente. Primero porque está la plantilla original de Patorozú, por lo que es muy importante para investigadores y también es la primera mención que hay a la historieta que él después va a desarrollar que es Capicúa”, cuenta Gutiérrez. Además, se pueden ver fanzines y ediciones limitadas artesanales, como una del Eternauta en griego o una holografía de Guillermo Mordillo. A su vez, incluye guiones, dibujos, maquetas, matrices de impresión, merchandising, publicidad y documentos personales, como una carta de Oscar Grillo a Quino.

Igualmente se pueden encontrar catálogos y folletería, publicaciones temáticas y clichés de impresión, rarezas importantísimas ya que en general se tiraban. El estudioso del cómic argentino, Gutiérrez, expresa:

“Lo que coleccionamos y tratamos de conservar para los argentinos, no es solo la obra de arte, sino toda la producción completa para mantener la integridad de la serie. Queremos que el estudiante, el investigador o el historiador, pueda trabajar y recomponer todo el proceso de producción que va desde el primer boceto, el primer guión, la primera anotación que hace un guionista, la primera idea hasta el producto final. Consideramos que todo eso compone el mismo original y la misma serie”.

Mujeres, cómics e historietas

La historieta y el cómic fueron medios en el que predominaban los hombres. Sin embargo, así como histórica y actualmente, las mujeres -mediante la lucha por la igualdad de género- también hacen justicia por trazo propio. José María no trabajó solo, desde el comienzo lo hizo junto a su compañera -y co autora de La Historieta salvaje- Judith Gociol, quien el año pasado afirmaba que “los lugares sociales de las mujeres cambiaron, también en la historieta”. Esta exposición también da lugar a trabajos del género femenino: se pueden ver dibujos de María Del Cobre, entre otras. “Es un fenómeno que cada vez toma más importancia, actualmente se están editando muchísimos libros de guionistas y de dibujantes y de autoras integrales con voces y totalmente novedosas”, agrega Gutiérrez.

La metodología para recibir y ocuparse del material se inicia con la digitalización de los documentos. “Es por una cuestión de preservación -explica el investigador- por cualquier tipo de siniestro que pudiera suceder. También sirve para tenerlo a disposición del donante, por si ellos también lo requieren, se lo podemos dar digitalizado en alta”. Lo que le sigue es la identificación: “Hay muchos documentos que llegan sin información, tenemos que darle una ubicación en el tiempo y un contexto. Es importante porque no habíaa ningún archivo ni ningún reservorio que conservara y preservara este tipo de documentos, con lo cual lo que estaba sucediendo es que estaban desapareciendo: pérdida por fuga al exterior, destrucción, gente que no sabe qué hacer cuando fallecen los autores, los materiales que tienen valor económico se venden y se van al exterior y los que no se destruyen. Se perdió mucho material. El primer paso que dimos fue tratar de revertir eso”, agrega.

Las narrativas gráficas son una de las producciones culturales más importantes de los argentinos. Durante más de un siglo las producciones autóctonas no solo fueron muy importantes para la formación intelectual y lectora de millones de argentinos, sino que además tuvieron y tienen reconocimiento internacional. Para Gutiérrez, se ignora el caudal de archivos y tesoros que tenemos en el país, algo que se destaca cuando recibe extranjeros que se sorprenden por la calidad de los trabajos. “Los argentinos lo desconocemos, pero hemos desarrollado lenguajes propios. Hay mucho material que no se parece a nada, la argentina tiene un sabor propio, no solo temático si no la forma también”.

Entre otros archivos y colecciones personales se destacan por su volumen los de Eugenio Zoppi, Alberto Romero, Alberto Broccoli, Adolfo Mazzone, Alberto Cognigni, Alejandro Del Prado (Calé) y Rubén Sosa, así como la revista Hortensia, guiones de Héctor Oesterheld, la biblioteca de Carlos Trillo y el archivo de trabajo del historiador del humor argentino Enrique Vázquez Lucio (Siulnas). “Debemos empezar a reconocer eso y para hacerlo tenemos que empezar por conservar los documentos, estudiarlos y difundirlos”, concluyó.

El Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos puede visitarse de martes a viernes de 14 a 20 hs. y sábados y domingos de 14 a 19 hs. en la Plaza del Lector Rayuela (ex Museo del Grabado) de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.