José Ceña: “Yupanqui fue uno de los pensadores más lúcidos de nuestra cultura”
José Ceña: “Yupanqui fue uno de los pensadores más lúcidos de nuestra cultura”

José Ceña: “Yupanqui fue uno de los pensadores más lúcidos de nuestra cultura”

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El músico, docente, gestor cultural y "yupanquiano", José Ceña, recuerda a Don Ata en el día de su 113 cumpleaños.
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Atahualpa Yupanqui, el padre del folclore argentino
Cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino, Atahualpa renovó la música argentina con un estilo personal que hacía foco en las costumbres del hombre común. Se exilió, cantó con Edith Piaf y escribió más de 1500 canciones. Falleció en Nîmes, Francia, el 23 de mayo de 1992.

Hoy hubiese cumplido 113 años Atahualpa Yupanqui, considerado "el padre del folclore". El artista que supo pintar con sus letras la vida del hombre común, el que pudo mostrar la vida cotidiana con sus altas y bajas, el que deslumbró a Edith Piaf en un club de París, el que apagó sus días en Francia pero nunca olvidó su hogar en el Cerro Colorado cordobés; el que le decía a sus amigos: "Un amigo es uno mismo con otro cuero" y se sumaba al fogón con su guitarra. Nadie como él para "contar lo simple con delicada poesía".

Héctor Roberto Chavero fue su verdadero nombre. Hijo de un padre mestizo de origen quechua-santiagueño y una madre criolla de descendencia vasca, se hizo llamar Atahualpa Yupanqui porque en quechua significa "venir de lejos para narrar". Atahualpa fue un revolucionario de la música, le dio una nueva impronta al folclore, su mensaje y su obra poseen una identidad y un estilo que con el que hoy se identifican miles de jóvenes y artistas.

José Ceña es músico, docente, gestor cultural y "yupanquiano". Fiel seguidor del legado de Atahualpa afirma: “Lo de Yupanqui fue un flechazo”. Hoy es el encargado de recordar y homenajear a Don Ata en el día de su cumpleaños.

- ¿Cómo llegó Yupanqui a tu vida? ¿Fue su obra la que te inclinó hacia el folclore?

- Llegó a través de un recital que Don Ata dio por televisión cuando yo era un pibe. Mi familia materna es del interior. Entre santiagueños y cordobeses la cultura provinciana en mi casa fue tallando con bastante cotidianeidad, por eso cuando lo escuché, además del asombro, no pude dejar de trazar una conexión entre sus canciones y su estilo con la forma de ser de mis abuelos, mis tíos y mi madre. Así llegó Yupanqui. Sentí que se trataba de un sabio que a través de la guitarra y su poesía sembraba algo más que canciones criollas. En esa época yo empezaba con mis primeras clases de guitarra con un profesor del barrio, motivado por aprender canciones hermosas de Charly García, León Gieco pero lo de Yupanqui fue un flechazo.  

Yupanqui me abrió la puerta hacia la música folclórica con un concepto sólido desde lo musical y también desde lo literario, incluso liberándome de prejuicios absurdos que hoy me permiten disfrutar tanto su obra criolla como la de Egberto Gismonti o Roger Waters. 

- ¿Qué es lo que define a la obra de Yupanqui? ¿Qué lo hace único e irrepetible?

- Si bien solemos recordar con más facilidad sus melodías creo que lo que define la obra de Yupanqui es la calidad y profundidad de su obra literaria con un lenguaje sencillo y propio. La misma se encuentra registrada en unos once libros escritos por él. El Canto del Viento y Aires Indios por nombrar algunos, y en más de trescientas canciones. Por ejemplo, su novela Cerro Bayo fue llevada a la pantalla del cine argentino con el nombre de Horizontes de piedra, dirigida por Román Viñoly Barreto, con las actuaciones de Mario Lozano, Julia Sandoval y el mismo Atahualpa. Este largometraje ganó el Primer Premio a la mejor música de película en el Festival de Cine de Checoslovaquia, en el año 1956, y la música compuesta por Don Ata. Quiero decir, un talento de una dimensión que le permitió abarcar otras líneas del arte y la creación y eso es Patrimonio Cultural de todas y todos los argentinos.

Otro dato para recordar y comprender el alcance de su obra es cuando los franceses se dispusieron a celebrar los doscientos años de la toma de la Bastilla, fue entonces cuando la Universidad de Naterre le confió la creación de una letra para una Cantata, así creó una poesía que él tituló La Palabra Sagrada, musicalizada por Juan José Mosalini y Enzo Gieco, estrenada el 21 de junio de 1989. Todo un reconocimiento.

Creo que lo que hace único e irrepetible a Yupanqui es que se trata de una obra que no está basada solamente en la mera observación de una realidad que inspira al hecho artístico, sino que él mismo forma parte de esa realidad. Él integra ese elenco de hombres anónimos que, sin saberlo, tal vez, van tejiendo la trama de una cultura que Yupanqui supo convertirla en poesía y en música. También supo compartir, con el encanto de su relato, esa sabiduría paisana donde él abrevó toda su vida. Fue un paisano más. Su obra, lleva impresa una sinceridad legitimada por un empirismo que se convirtió en canción.  

- Te dedicás a estudiar y difundir su trabajo, ¿cuáles son las acciones más importantes que llevaste a cabo?

- Viví en Córdoba durante los años 90 y trabajé junto a la Fundación Atahualpa Yupanqui en el Museo Agua Escondida, allá en Cerro Colorado. Quienes conducían la fundación me permitieron acceder a un material valiosísimo. Eso me llevó a realizar tres acciones que considero como las más importantes. La primera fue diseñar con todos los registros heredados -fotos, música, libros, películas, documentales- un modelo de muestra-homenaje para la difusión de la obra de Atahualpa, que en el año 2002 puse en funcionamiento como programador desde la Dirección de Música de la Ciudad de Buenos Aires. Fruto de este trabajo llegamos al Teatro Colón, con un homenaje inolvidable donde participaron Ariel Ramírez, Mercedes Sosa, Juan Falú, Víctor Velázquez, Graciela Borges, Carlos Martínez y Laura Albarracín con Roberto Calvo.

En segundo lugar, y sin dudas lo mejor como trabajador de cultura, fue cuando fui convocado por la Dirección Nacional de Artes de la Secretaría de Cultura de la Nación y desde allí se lanzó, en el año 2008, un programa llamado "Yo tengo tantos hermanos", con el que se realizaron homenajes en todo el país con motivo de celebrarse los cien años del nacimiento de Atahualpa.

En tercer lugar, haber grabado un disco con sus canciones menos interpretadas al que titulé Canciones del mensajero. Estas interpretaciones me permitieron no solo llegar a Venezuela, Francia y España, sino sumergirme en un universo de cultura ancestral y profundamente latinoamericano.


Video: Fundación Atahualpa Yupanqui.

- ¿Qué significó el Programa "Yo tengo tantos hermanos" que tuviste a tu cargo?

- Significó muchas cosas atesoradas en los buenos recuerdos. Desde la Dirección Nacional de Arte recorrimos casi todo el país produciendo con las áreas de cultura municipales y provinciales la llegada del programa proponiendo diversas actividades como el Ciclo de Cine Yupanquiano donde proyectamos películas como Zafra, Horizontes de piedra y los documentales El legado y a La Querencia. Se proyectó por todo el país una documentación fotográfica inédita, un verdadero relato visual sobre la vida de Don Ata, a cargo de Sebastián Domínguez. Presentaciones de libros que se escribieron sobre su obra, tanto de carácter biográfico como el de Sergio Pujol, como de análisis filosófico de los clérigos Fernando Boasso, Carlos Otero o de análisis literario de la escritora mendocina Eliana Abdala. Producción de conciertos didácticos. Recitales de notables artistas como Suma Paz, Hilda Herrera, Franco Luciani, Juan Quintero y Luna Monti, Carlos Martínez, La Bruja Salguero, Oscar Miranda, Pablo Fraguela y Tomás Lipan. Pero eso no concluyó en el año 2008, continuó reformulado y se sumó la obra de otros maestros como Cuchi Leguizamón, Adolfo Ábalos, Ramón Ayala, Ramón Navarro, Hamlet Lima Quintana y Suma Paz. Incluimos como espacio de realización universidades donde se dictaba la Carrera de Música Popular como en la UNVM, UNCuyo, y la UNSL. Fueron años de mucho trabajo  difundiendo aquello que no se puede olvidar. A partir del 10 de diciembre del 2015 el programa "Yo tengo tantos hermanos" dejó de realizarse.

- Si tuvieses que contarle a las nuevas generaciones quién fue Atahualpa Yupanqui, ¿cómo lo describirías?

Lo describiría como un humanista, uno de los pensadores más lúcidos de nuestra cultura que, a través de su guitarra y sus canciones, canalizó la sabiduría paisana. Un saber que él representaba y ejercía con talento. Que sostuvo su obra desde tres pilares fundamentales: el hombre, la tierra y el universo para introducirse en el misterio del silencio, el camino y la guitarra. Contarles que él decía que la verdadera misión del artista es alumbrar, no deslumbrar, y no era un simple juego de palabras.  Eso nos llevaría a comprender que solo desde la ausencia de vanidad es posible adentrarse  en el verdadero espíritu del arte.

- ¿Quiénes son, a tu criterio, los y las nuevas voces argentinas que transmiten e interpretan la obra de Yupanqui?

- La obra de Don Ata marcó el rumbo de muchos artistas, como el de Suma Paz, Mercedes Sosa, Jorge Cafrune, Jairo o Hilda Herrera. Todos ellos dedicaron parte importante de su carrera a interpretar su obra. De las nuevas voces argentinas, digamos los emergentes, no conozco artistas que interpreten con esa dedicación, pero no descarto que sí existan. Motivaciones para una "renovación" del género existen, y más aún si está sustentada con poesía de alto vuelo y música de bellas melodías que nos dejaron referentes como Atahualpa Yupanqui.

- ¿Hay nuevos proyectos relacionados a la difusión de la obra yupanquiana?

Por ahora no. Ojalá podamos retomar alguna línea de acción sobre su obra y también sobre la obra de otros grandes de la música folclórica. Creo que sería indispensable crear un puente de unión entre estos maestros y las nuevas generaciones. Sería muy interesante acercar la obra musical y poética de artistas como Atahualpa a los estudiantes de música y nuevos exponentes sin que esto implique una renuncia a la estética que representa su época y su tiempo. Suma Paz decía, con satisfacción, que la versión de El Arriero de Divididos había llegado a una generación que ella jamás hubiera podido alcanzar. De eso se trata, de unir. Unir eslabones de una cadena: la música folclórica argentina.