“Insurgencias 68”, a 50 años de sublevaciones que gritaron fuerte
“Insurgencias 68”, a 50 años de sublevaciones que gritaron fuerte

“Insurgencias 68”, a 50 años de sublevaciones que gritaron fuerte

La muestra tiene como centro al Mayo Francés, la Primavera de Praga y la masacre de Tlatelolco; puede visitarse de lunes a domingos, en la Biblioteca Nacional
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Al cumplirse medio siglo del Mayo Francés y de un año signado por el fervor de diferentes levantamientos y luchas populares en muchos países del mundo, la Biblioteca Nacional presenta Insurgencias 68, una muestra que recorre tres sublevaciones emblemáticas que sacudieron los cimientos de los modelos de sociedad impuestos por Estados Unidos y la Unión Soviética.

A través de documentos, registros fotográficos, afiches, ensayos, literatura, y materiales audiovisuales que son parte del patrimonio de la Biblioteca, la exhibición permite reconstruir algunos episodios clave de las luchas, con el objetivo de despertar nuevos debates e interpretaciones de los sucesos transcurridos en 1968.

Además, cuenta con el vasto material del archivo de Crónica, el aporte documental de la Embajada de Francia/Institut français d’Argentine y la Biblioteca Nacional de Francia, sumado a materiales aportados por organismos públicos como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Archivo General de la Nación de ese mismo país y la Agencia France Presse (AFP).

“La muestra tiene un concepto nuclear, que es la idea de que en el año 68, hace medio siglo, se desarrolló una constelación de insurgencias de las cuales elegimos las tres más emblemáticas: el Mayo Francés, la Primavera de Praga y la matanza de Tlatelolco, en México –explica Guillermo David, curador de la muestra para la que trabajó un equipo de seis personas–. Esta experiencia comienza con un paneo de alzamientos insurgentes, que tuvieron a las juventudes y a las juventudes estudiantiles como nuevo sujeto emergente, un nuevo sujeto histórico”.

La primera imagen de Insurgencias es un gran panel en el que, sobre un fondo de grafitis –una de las expresiones artísticas que fue novedad en la mayoría de los alzamientos, y que junto con el afiche tuvieron su aparición pública como medios de comunicación populares–, se pueden observar algunas de las sublevaciones del mismo año en diferentes países del mundo.

“Por ejemplo, el Zengakuren, que fue un movimiento muy raro de alzamiento (en realidad, antiimperialista, en contra de la presencia norteamericana en Japón), que había sufrido la derrota en la Segunda Guerra Mundial. Eran estudiantes japoneses que inventaron un estilo de marcha militarizada para oponerse a la represión policial, marcha que después copiaron en el resto del mundo los movimientos estudiantiles; esto se ve en algunos de los films que se proyectan en la muestra: los estudiantes de Francia o en Praga imitan o replican ese tipo de marcha”, agrega David.

También explica cómo otras iniciativas en diferentes territorios fueron luego retomadas por los movimientos insurgentes de otros países: “En Inglaterra crearon el sitting (las sentadas, que llamamos acá). Fue la primera vez de un modo de protesta no violenta que consistía en sentarse en el piso y ofrecerse con impunidad a la gran potencia. Eso fue un descubrimiento de los estudiantes ingleses que también fue utilizado después por los estudiantes franceses”.

En 1968 hubo alzamientos en muchos puntos del globo. Si bien tenían similitudes, eran todos diferentes: cada uno se articulaba con sus particularidades nacionales. En Estados Unidos estaban vinculados con una cuestión de racismo –debido al asesinato de Martin Luther King y la emergencia de la lucha por los derechos civiles–, y ese año se llegó al apogeo y a la radicalización de la lucha política. En el mural que muestra la constelación de insurgencias, puede verse también que en la Argentina ya se estaba gestando Tucumán arde, una expresión artístico-política de denuncia que desencadenaría y se articularía con el Cordobazo, en 1969.

Luego de un recorrido por esta “constelación de luchas”, como describe el curador, se abren las salas que se centran en las insurgencias más emblemáticas a nivel mundial.

El Mayo Francés

Es un momento donde se articula la dimensión de lucha juvenil con la lucha estudiantil por reivindicaciones peculiares. La principal reivindicación del alzamiento fue que los varones pudieran acceder al área de dormitorios de las mujeres. Así empezó el Mayo Francés: por una cuestión de liberación sexual. Pero como todos los alzamientos, empiezan con una cuestión menor y terminan desarrollándose”, describe Guillermo David.

El 22 de marzo de 1968, un grupo de estudiantes tomó la Universidad de Nanterre y dio origen al Movimiento 22 de marzo, que sería uno de los referentes de las movilizaciones de mayo y junio de ese año. El curador recuerda el hecho: “fue la primera vez que se tomó una universidad en Francia, exactamente medio siglo después de la toma y reforma universitaria de Argentina. Es decir, que en nuestro país ya existía la experiencia, ya se habían tomado muchas veces las universidades; eso también es interesante, porque muchas veces se piensa en Europa como vanguardia, y tanto en la Argentina como en América Latina ya venía practicándose”.

Un personaje importante de la revuelta fue Daniel Cohn-Bendit, un joven estudiante de sociología, judío, nacido en Francia, hijo de padres alemanes judíos que se habían refugiado del régimen nazi. Como era pelirrojo lo apodaron “el rojo”. Cohn-Bendit pasó a ser una figura muy popular, carismático y con un gran manejo de los medios de comunicación, algo que era novedoso por esos tiempos. Por todas esas condiciones, fue acusado de extranjero, alemán, judío y comunista, declarado “indeseable” y expulsado del país. Pero su ostracismo duró poco y en su regreso encabezó la revuelta de mayo.

La noche del 10 de mayo se produjeron barricadas, se tomó la Sorbona y todas las universidades y espacios públicos en general; se decretó estado de asamblea permanente y se empapelaron las paredes con afiches de mensajes contundentes, que también pueden verse en la muestra. El derecho a la libre información, en contra de la censura, el grito por una universidad popular, el poder del pueblo, de los obreros, de los estudiantes, de los campesinos, el reclamo por los bajos salarios y el trabajo pesado, la unión de la lucha de los estudiantes y los obreros, el veneno y la toxicidad que para las izquierdas francesas ya representaban los medios de comunicación y los modos de dominación mediática de la sociedad, reflejados en los afiches que ponían a la vista la acumulación de consignas y reivindicaciones de los sectores en lucha. En cuanto a su producción, el Taller de gráfica popular, o “Ateliers Populares”, en Francia, tuvo un papel relevante, del que participaron varios argentinos, entre ellos, Julio Le Parc.

“Hay dos cosas que tienen mucha presencia en las insurgencias —dice Guillermo David—: los adoquines y los tanques. Vas a ver tanques en todas las insurgencias. Y también los adoquines con los cuales construyeron las barricadas”, afirma mientras señala un ejemplar de adoquín, que representa a los originales que se utilizaban en los levantamientos.

Otra de las características del Mayo Francés fue la solidaridad obrera con los estudiantes. Los trabajadores se plegaron a la lucha en contra de la posesión de la CGT (Confederación General del Trabajo), y estas revueltas causaron un gran vacío político, ya que Charles de Gaulle, que era presidente de Francia hacía una década, un líder carismático y populista, no supo dar respuesta. “Se fue y estuvo guardado un par de meses, había un vacío de poder tremendo”, insiste David, y agrega: “incluso el Partido Comunista estuvo en contra, porque esa era, decían, una insurgencia de los hijos de la burguesía, lo cual también era cierto. En realidad, era los hijos de la alta burguesía, e incluso se supo que la policía tenía orden de no reprimir por ser los hijos de los jefes, de los directores y de los dueños. Eran a la vez los que podían acceder a la universidad que, aunque estaba democratizada, seguía siendo bastante elitista”.

Otro hito importante que puede verse en la muestra es la toma de la Casa Argentina en París. En nuestro país, la dictadura encabezada entonces por Onganía se había hecho con el poder. La Casa Argentina de París, que era la casa de los estudiantes becarios de la Sorbona, estaba en manos del onganiato. Fue Julio Cortázar, que vivía allí desde 1951, quién protagonizó el copamiento. El reclamo de los estudiantes argentinos se sumaba a la lucha francesa y denunciaba la situación en la que se encontraban, ya que con la dictadura en el gobierno el control para el acceso a las becas había aumentado. El 25 de Mayo, fecha patria por excelencia, rebautizaron la Casa Argentina y la nombraron “Che Guevara”.

El Mayo Francés estuvo inspirado por diferentes pensadores, entre ellos, Herbert Marcuse, un filósofo de la Escuela de Frankfurt que dio una conferencia titulada “El fin de la utopía”, que terminó siendo el desencadenante ideológico que motivó a las juventudes a levantarse. Marcuse proponía una subjetividad rebelde, crítica a los modos de dominación contemporáneos, proponía a la sexualidad como núcleo duro de esa lucha, promovía el derecho al propio cuerpo, a la sexualidad libre, desprejuiciada, todas consignas que pintaron banderas explícitas del Mayo Francés, que fue, por definición, un grito en contra de los autoritarismos.

Otro material que puede verse en la exposición es el impacto bibliográfico inmediato que tuvo el Mayo Francés, libros de reflexión teórica de grandes pensadores, libros de autores franceses y argentinos, lecturas de izquierda, revistas anarquistas y ediciones especiales de varios medios.

“Esto marca justamente el fracaso al que condujo el Mayo Francés, cómo la industria cultural inmediatamente operó sobre la revuelta y produjo su normalización explica el curador. Pasa con todas las revoluciones, no solo con estas insurgencias. En algún momento los estudiantes vuelven a la facultad, se retoman las clases... El Mayo Francés terminó por un motivo muy simple: empezaron las vacaciones. El 1 de junio del 68 empezaban las vacaciones, la gente se fue y se terminó el Mayo Francés. En el medio, el De Gaullismo convocó una inmensa manifestación a favor, que fue tan o más grande que la del Mayo Francés: en general se piensa a este suceso solo como la parte insurgente, aunque no es así, De Gaulle tenía mucha aceptación popular y las concentraciones a su favor fueron también masivas.

“Este grito anti-autoritario ganó. Uno puede decir: 'Fracasó en sus objetivos', pero a la larga, en realidad, terminó conformando la cultura que tenemos hoy. El estudiante obtuvo reformas: en la Sorbona, que era una institución donde la relación docente-alumno era como de dios a esclavo, pudo modificarse con el Mayo Francés. Entre otras cosas, porque hubo un recambio generacional y había nuevos profesores como Michel Foucault, que tenían una reflexión respecto a los modos disciplinarios de la sociedad que pudieron articular con modelos educativos. Después, la liberalización de las costumbres fue un hecho mundial propio de esa generación, que en Francia tuvo su despertar”.

La masacre de Tlatelolco

“En México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) estaba en el poder desde la década del 20. Una discusión que hay en torno a esto es que se habla de 'la matanza de Tlatelolco' y en realidad era un proceso de más de diez años de luchas estudiantiles, que en el último quinquenio se había incrementado en forma exponencial. Hubo muchas marchas, algunos episodios de represión violenta, y en consecuencia, un incremento de las manifestaciones en contra que tienen su colofón el 2 de octubre de 1968. Ese día, durante una manifestación, que no fue de las más grandes, mientras se escuchaban discursos desde un palco (los palcos eran como el tercer piso de un edificio, no como los conocemos hoy), en la enorme Plaza de las Tres Culturas, el ejército los sitió, un helicóptero pasó arrasando y francotiradores dispararon sobre la gente. Hubo algunos infiltrados, incluso en ese grupo se encuentra Oriana Fallaci, que estaba ahí y cuenta en su libro de memorias, desde adentro el episodio de la masacre. Se calculan unos 300 muertos. Parar las manifestaciones en contra era muy importante para el gobierno, porque a la semana siguiente empezaban las Olimpiadas del 68. Estos sucesos desencadenaron una oleada de presos acompañado por la gráfica popular, que en México es muy importante desde la década del 20”, explica el curador.

La cantidad real de muertos de la masacre nunca se supo. Años después, el libro de la periodista mexicana Elena Poniatowska, La noche de Tlatelolco, uno de los grandes textos de investigación y periodismo narrativo, reabrió la cuestión política y judicial.

En la sala sobre la masacre pueden verse los afiches que la denunciaron y repudiaron. Al igual que en Francia, este tipo de representación es una tradición mexicana. Los posters expuestos muestran los tanques que invadieron la Plaza con el emblema y el logo de los Juegos Olímpicos.

La masacre del 2 de octubre no tuvo cobertura periodística: la habían prohibido. Ese hecho hizo que no existan imágenes específicas, apenas una filmación de segundos de una corrida.

“La mayor parte de imágenes que hay son todas previas, de instancias de ocupación de la Plaza. Estaba diseñado que fuera así, por eso es que hubo una especie de encono de sombra durante muchos años. Así pasó acá con el bombardeo a Plaza de Mayo, hubo filmación del momento pero recién muchos años después se empezó a hablar del tema. Tampoco hubo un Picasso que hiciera un Guernica, o sea, cuando las artes y la cultura interpelan un hecho histórico, eso trasciende. Los hechos son sus interpretaciones, fundamentalmente, por eso para nosotros es importante esta muestra: los textos, las imágenes, los dichos”, explica Guillermo David.

La Primavera de Praga

 “Praga, aparentemente, no tiene mucha vinculación con las otras insurgencias estudiantiles antiautoritarias —cuenta el curador—. La Primavera de Praga es bien distinta, pero tiene algo en común: su sujeto político es la juventud”.

David detalla los hechos que desencadenaron este episodio y explica que Checoslovaquia era industrialmente el país más desarrollado de las democracias populares, y estaba bajo el eje de Moscú. Pero en los años 66, 67, bajo el gobierno de Alexander Dubček, que había sido un combatiente antinazi, comenzaron una serie de reformas. Así se inició un período de liberalización política que duró seis meses y se lo llamó “primavera”, donde Dubček habilitó la posibilidad de otros partidos políticos, de relaciones económicas con occidente (particularmente con la Alemania occidental) y de diversificación de la economía por fuera de los planes que tenía la Unión Soviética. Estas medidas buscaron  modificar aspectos totalitarios y burocráticos de la Rusia soviética, y avanzar hacia un socialismo no totalitario. Esto ocasionó que la Unión Soviética reaccionara de un modo durísimo: en agosto de 1968, las tropas del Pacto de Varsovia y la URSS invadieron Checoslovaquia. Fue el fin del proceso de apertura política.

Por más que Dubček intentó explicar que él no proponía un camino antisocialista o de restauración capitalista, como lo interpretaron casi todos los partidos políticos de occidente siguiendo a la Unión Soviética, la invasión avanzó y suscitó de inmediato un proceso de insurgencia popular importante.

“El tanque que libera a Checoslovaquia de la ocupación nazi es el mismo que la invadirá. Fueron acusados de nazis y de fascistas. De hecho, se ve en una de las filmaciones cómo las mujeres les discuten a los soldados, los sacan de los tanques y les dicen 'ustedes no están entendiendo'. Finalmente, eso terminó como iba a terminar: metieron preso a Dubček y detuvieron las reformas. Todos los partidos comunistas latinoamericanos se opusieron, apoyando la invasión. Decían que era una operación de inteligencia de la CIA. No hubo solidaridad internacional. La resistencia duró muchísimo, no se sabe la cantidad de muertos, no hay estimaciones siquiera. Se puede decir, como en el caso de las otras insurrecciones, que fracasó en su inmediatez, pero triunfó a la larga. Pero este caso es complejo, porque al día de hoy, por ejemplo, no hay literatura contemporánea al respecto, las izquierdas no han reflexionado sobre el caso Checo y ha quedado como un intento liberalizador de derecha, tanto para las izquierdas como para las derechas que lo reivindican como propio, cosa que no era. Es una de las claves para entender el fracaso del socialismo”, explicó el curador.

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¿Dónde y cuándo? Insurgencias 68 puede visitarse de lunes a viernes, de 9 a 21, y sábados y domingos de 12 a 19 en las salas Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares de la Biblioteca Nacional.

Entrada libre y gratuita