Gabriel García Márquez y "el mejor oficio del mundo"
Gabriel García Márquez y "el mejor oficio del mundo"

Gabriel García Márquez y "el mejor oficio del mundo"

Letras
Efemérides
El premio Nobel de Literatura empezó a los 20 años a ejercer “el mejor oficio del mundo” y no lo abandonó nunca. A 94 años de su nacimiento, recordamos “La jirafa”, la columna que inventó y que terminó por convertirse en un género propio.
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En una entrevista que dio en 1991, cuando ya era un escritor mundialmente reconocido, Gabriel García Márquez comentaba que gran parte de su gloria literaria (incluyendo el Premio Nobel) se la debía al periodismo. Decía que en sus libros usaba un “método de investigación y de manejo de la información y los hechos” propio de un periodista. Ese método, García Márquez lo aprendió en las redacciones que fue transitando a lo largo de su vida.

La primera fue la de El Universal, un diario de Cartagena en el que publicó su primer artículo el 21 de mayo de 1948. Así, Gabo se inició en el periodismo, al que luego llamaría “el mejor oficio del mundo”.

“Mis padres durmieron tranquilos desde que les hice saber que en el periódico ganaba bastante para sobrevivir: no era cierto. El sueldo mensual de aprendiz no me alcanzaba para una semana”, cuenta el escritor en Vivir para contarla, su libro de memorias publicado en 2002.

Jirafas

Dos años después, en 1950, dejó la carrera de abogacía y se mudó a Barranquilla para trabajar en El Heraldo. Allí, con 22 años, García Márquez empezó a escribir bajo el seudónimo de Septimus: el apodo lo había sacado del héroe de guerra de la novela Mrs. Dalloway, de Virginia Woolf. “He aquí un joven que lleva dentro el mensaje más importante del mundo y es, además, el hombre más feliz del mundo y el más miserable”, describe la escritora inglesa sobre Septimus Warren Smith. Al principio con una frecuencia diaria, García Márquez redactó una columna breve, “La jirafa”, que terminó por transformarse en un género propio, y que es objeto de varios estudios académicos.

Al contrario de lo que pasó con El universal, hay dudas sobre el momento en que García Márquez se estrenó como colaborador en El Heraldo. “En el rastreo de su producción periodística, el investigador se encuentra con que abusivos y fetichistas lectores han robado textos de García Márquez en las a veces únicas colecciones existentes: en algunos casos fue arrancada sin más ni más toda una página de periódico, en otros fue limpiamente recortado con cuchilla el artículo del futuro autor de Cien años de soledad”, cuenta Jacques Gillard en el prólogo de Textos costeños, el volumen 1 de Obra periodística de Gabriel García Márquez (Sudamericana, 1993).

La columna “La jirafa”, que salió entre 1950 y 1952, tenía entre tres mil y cuatro mil caracteres (eran “largas y delgadas” como una jirafa) y dio ciertas pautas temáticas y estilísticas de la obra posterior del Premio Nobel.

En ella, García Márquez reescribía o hacía comentarios sobre despachos de agencias internacionales, notas de lecturas, música o cine, crónicas sobre amigos, discursos de coronación de reinas de carnaval, poemas en prosa, reflexiones sobre la falta de tema y numerosos relatos breves de ficción, a manera de laboratorio literario de sus obras futuras. Algunos de los temas recurrentes en las 400 ediciones fueron el suicidio, la muerte y la música popular.

La publicada el viernes 8 de septiembre de 1950 tenía el título “Disparatorio” y reunía varias situaciones disparatadas y absurdas. “Usted camina tranquilamente por la calle, cuando, a la vuelta de una esquina, se siente inmortal, vivo para siempre. Tal vez la persona que estaba soñando con usted se ha quedado muerta antes de despertar y lo ha dejado a usted sin nadie que lo sueñe; incondicionalmente vivo”.

Otra de ellas: “A alguien se le ocurrió leer una novela de policía al revés, de la última página a la primera, y averiguó quién fue el asesino que descubrió a la víctima que había asesinado a un detective”.

García Márquez “adoptó el subtítulo ‘La jirafa’ en homenaje secreto a su musa Mercedes Barcha (la esposa del escritor colombiano), conocida por su cuello largo y elegante, y también probablemente por esa ‘greguería’ de Gómez de la Serna que explica que ‘La jirafa es un caballo alargado por la curiosidad”, cuenta Gerald Martin en Gabo periodista (FNPI, 2012).

El español Ramón Gómez de la Serna fue un cronista y escritor de vanguardia que inventó las “greguerías”, juegos de palabras con impronta humorística, a quien García Márquez hace explícita su deuda periodística, cuenta el periodista mexicano Juan Villoro, en otro artículo de Gabo periodista.


Fragmento de un "Jirafa".

Redactor, reportero, corresponsal

El autor de La hojarasca escribió durante dos años para El Heraldo casi 450 artículos, casi la mitad de su producción periodística total, también dice Martin en Gabo periodista. En ese tiempo, conoció el mundo cultural de la ciudad y a otros colegas, con quienes participó en diversos proyectos periodísticos. Uno de ellos fue el semanario Crónica, en el que García Márquez fue reportero y jefe de redacción. También fundó, en 1951, Comprimido, un vespertino gratuito del que solo se llegaron a hacer tres ediciones. Y en 1953 trabajó como redactor en jefe de El Nacional, un diario de Barranquilla.

En 1954 se incorporó a El Espectador de Bogotá y, al año siguiente, alcanzó el éxito periodístico con un reportaje de catorce entregas sobre un marino que, tras sufrir un naufragio, sobrevivió diez días en altamar. En 1970, la historia se publicó en forma de libro con el título de Relato de un náufrago.

Para ese mismo periódico fue corresponsal en Europa y también escribió para el diario El Independiente, creado luego de la clausura de El Espectador por parte de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. De esa época, se destacan sus crónicas de viaje por los países de Europa del Este, publicadas en la revista Cromos.

En 1961, formó parte del grupo de periodistas a favor de la Revolución Cubana que integraron la oficina de Prensa Latina en Nueva York. Y en 1974 fundó la revista Alternativa, que hacía eje en las crisis políticas de América Latina. En los años ochenta escribió artículos culturales para El País de España y también volvió a publicar en El Espectador.

También se interesó en el mundo audiovisual: en 1991 creó el noticiero nacional colombiano QAP. Hacia finales de la década del noventa, adquirió la revista Cambio, en la que inauguró una sección llamada “Gabo contesta”, desde donde contestaba las preguntas de los lectores.

La FNPI

“Para ser periodista hace falta una base cultural importante, mucha práctica y también mucha ética”, decía Gabo. Con esa idea y por las inquietudes que tenía sobre la ética profesional, la rigurosidad y la calidad narrativa del oficio periodístico en Iberoamérica, crea en 1994 la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI). La ciudad colombiana de Cartagena de Indias se estableció como su sede principal.

Según cuenta la página de la FNPI, “Gabo ideó los talleres de la FNPI inspirado en las tertulias informales de las antiguas salas de redacción, que a su juicio eran la mejor escuela de periodismo posible”. El propósito era facilitar el intercambio de experiencias entre los maestros del oficio y los periodistas que buscan la excelencia de la profesión.

El escritor fue el presidente de la FNPI hasta su muerte. En su honor, la Fundación creó en 2013 el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo, que distingue a lo mejor del periodismo iberoamericano.

Premio Nobel

En 1982 fue distinguido con el Premio Nobel de Literatura, pero en el discurso oficial de presentación de la ceremonia de entrega, también se destacó la tarea periodística del escritor. “Además de su producción literaria, (García Márquez) ha estado muy activo como periodista, y sus escritos son polifacéticos, inventivos, a menudo provocadores”, dijeron ese día en Estocolmo.

Gabriel José García Márquez nació el 6 de marzo de 1927 en el municipio colombiano de Aracataca y falleció el 17 de abril de 2014 en Ciudad de México, a los 87 años. Fue un escritor, periodista, guionista e intelectual colombiano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982. Gabo o Gabito, como solían llamarle cariñosamente sus amigos, cobró fama mundial tras la publicación de su novela Cien años de soledad en 1967, considerada una de las obras más representativas del realismo mágico.