Fiesta Nacional de la Nuez: por qué ese fruto alimenta la paciencia de los tucumanos
Fiesta Nacional de la Nuez: por qué ese fruto alimenta la paciencia de los tucumanos

Fiesta Nacional de la Nuez: por qué ese fruto alimenta la paciencia de los tucumanos

Se celebra a 92 kilómetros al norte de San Miguel de Tucumán, en un pueblo que los lugareños conocen como "La Sucursal del Cielo"

Los tucumanos la conocen como La Sucursal del Cielo. La pequeña villa turística de San Pedro de Colalao se encuentra a sólo 92 kilómetros al norte de San Miguel de Tucumán, rodeada de ríos y de cerros cubiertos por una frondosa vegetación. Basta recorrer el pueblo y su apacible plaza central contorneada por centenarias casonas de estilo en excelente estado de conservación y disfrutar la tranquilidad de la vida de pueblo para entender por qué la llaman de esa manera.

Además de la actividad turística, la producción de nueces es una de las principales actividades económicas. El clima de la región, a más de mil metros de altura, posibilita que los grandes nogales reciban la dosis de frío y sol que necesitan para dar sus valiosos frutos. La paciencia es el principal atributo de los productores. Para ver los primeros frutos de un árbol nuevo es necesario esperar entre 5 y 11 años, dependiendo de la especie. A partir de ese momento le dará hasta 50 kilos cada planta en una sola cosecha anual cuando termina el verano.

La producción de nueces es una de las más limpias, ya que no utiliza fertilizantes ni fumigaciones, con lo que se obtiene un producto totalmente orgánico. Sus beneficios para la salud son múltiples y están documentados en diversos estudios científicos, entre ellos se destaca la mejora en el desempeño de tareas que requieren habilidades motoras o del comportamiento en personas de edad avanzada, la reducción del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y su aporte como poderoso antioxidante.

Como no podía ser de otra manera, tanta paciencia y tantos beneficios debían ser festejados. Y la mejor manera es con un festival dedicado a los productores de tan noble fruto seco: la Fiesta Nacional de la Nuez. El pueblo entero se preparó para recibir a los visitantes llegados de toda la región para disfrutar el encanto del Valle de Choromoro y su tradicional gastronomía norteña, entre la que se destacan el locro, la humita, los tamales, el quesillo y los dulces típicos, como el cayote y el membrillo.

Una noche a puro folclore

Mientras oscurecía en el Club San Pedro y los músicos y técnicos probaban sonido para el gran festival todos miraban al cielo, esperando que las nubes no concretasen su amenaza. Pero en La Sucursal del Cielo las cosas no pasaron a mayores y no hubo más que alguna leve llovizna que no impidió que las más de 2500 personas que se acercaron al predio disfruten durante toda la noche de una programación rica y variada.

Después de la presentación de academias y artistas locales fue el turno de Suna Rocha, una leyenda viviente de nuestra música. Suna supo conquistar al público con su enorme carisma y entrega, incluso bajando del escenario para continuar su show cantando entre la gente. “Me gusta bajarme del escenario, tocar a la gente, mezclarme con ellos. Creo que esa es la tarea del cantor popular, bajar al llano y compartir un canto o una copla con los suyos”, dijo Suna al terminar su presentación.

Enseguida llegó Alan Guillén, el joven músico chamamecero que ya es una figura dentro del género. El chaqueño tenía frente a sí un desafío que en los papeles parecía difícil, ya que estaba en tierra de gatos, zambas y chacareras, pero no tardó en encender al público con su maestría en el acordeón de dos hileras. “Me parece muy importante lo que está haciendo el Programa Festejar, porque permite que los artistas circulemos por escenarios de distintos lugares del país y tengamos la posibilidad de estar en contacto con grandes músicos; por ejemplo hoy almorzamos con los Coplanacu, que lo los escuchaba de chico y ahora tuve la posibilidad de conocerlos y establecer un intercambio que es muy valioso para un artista”.

Al final de la noche, por fin llegaron ellos: el Dúo Coplanacu. A fuerza de chacareras hicieron bailar y cantar a un público que decidió ignorar la llovizna y el frío de la noche. Timoneados por Julio Paz y Roberto Cantos, y apoyados por cinco músicos de primer nivel en percusión, violín, guitarra eléctrica, guitarra acústica y acordeón, “Los Copla” demostraron una vez más por qué tienen hinchada en cada lugar en el que se presentan.

“Vinimos desde San Miguel de Tucumán a escuchar a todos los músicos, pero especialmente a los Coplanacu; siempre que podemos los vamos a ver aunque tengamos que hacer unos cuantos kilómetros”, contó Alejandra Quiroga, que fue al festival junto a su marido y dos hijos adolescentes.

En cambio Jorge Leiva es la primera vez que tiene la posibilidad de verlo en vivo: “Hace muchos años los escucho, pero nunca los había podido ver en vivo, así que me vine desde Trancas con dos amigos”.

Homenaje a Leda Valladares en su tierra

También como parte de la asistencia artística del Programa Festejar llegó a San Pedro de Colalao la obra teatral LEDA, un unipersonal dedicado a rescatar la figura de Leda Valladares, cantante, poeta, compositora, musicóloga y compiladora nacida en Tucumán en 1919 y fallecida en Buenos Aires en 2012. Tuvo un rol fundamental en el rescate, organización y difusión de ciertos ritmos como las bagualas. “Para mí es fuertísimo tener la posibilidad de venir a Tucumán a mostrar la obra porque fue como traerla de vuelta a su tierra”, contó Analía Yañez, la actriz que interpreta a Leda en la obra, y añadió que “Me parece muy bueno que el Programa Festejar también incluya obras de teatro, ya que muchas veces es difícil llegar con las obras a pequeños pueblos”.