En el Día del Maestro te invitamos a conocer la Biblioteca Nacional de Maestros de la mano de su director, Fernando López
En el Día del Maestro te invitamos a conocer la Biblioteca Nacional de Maestros de la mano de su director, Fernando López

En el Día del Maestro te invitamos a conocer la Biblioteca Nacional de Maestros de la mano de su director, Fernando López

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En 1870 Domingo Faustino Sarmiento creaba una oficina para el reparto de libros. 150 años después ese espacio, que atesora la memoria de la historia docente argentina, se convirtió en la principal biblioteca pedagógica del país.
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La Biblioteca Nacional de Maestros (BNM) no solo custodia las actas manuscritas y originales del Consejo Nacional de Educación, las legislaciones de todos los tiempos que regularon el sistema educativo, las publicaciones elaboradas por el Ministerio a lo largo de la historia, sino que además, en su palacio, se guardan más de 240 mil volúmenes que forman parte de la historia y de la cultura nacional y universal.

Hoy, que sus puertas están cerradas pero sus ventanas digitales abiertas, en su biblioteca digital, de acceso libre y gratuito, desde marzo a la fecha se hicieron más de 2.058.692 consultas.

Cada uno de sus directores, desde Sarmiento, su nieto Julio Belín o el reconocido Leopoldo Lugones -quien dirigió la biblioteca durante 23 años- enriquecieron la institución en sintonía con la época y con sus gustos personales. Los 34 volúmenes de la Encyclopédie francesa -uno de los más ambiciosos y polémicos proyectos europeos del siglo XVIII- o las primeras ediciones de la Imprenta de Niños Expósitos, la primera imprenta nacional en la época del Virreynato, forman parte del Tesoro de la Biblioteca Nacional de Maestros. También, las obras de Euclides, Erasmo o Maquiavelo, que son de los primeros textos editados en el mundo.

"La Bilbioteca tiene una colección general de 240 mil volúmenes y más de 40 mil recursos digitales que fueron creciendo en estos 150 años de historia. Durante la dirección de Leopoldo Lugones, un personaje importantísimo para la política cultural argentina, la BNM adquirió muchas obras que son joyas bibliográficas. En sus salas, además de guardar la memoria de la historia docente en Argentina y de almacenar toda la producción del Ministerio de Educación de la Nación y ponerla a disposición a través del Centro Nacional de Información y Documentación Educativa, también se encuentra la biblioteca personal de Alejandra Pizarnik, de Berta y Cecilia Braslavsky, de Juan Pablo Tedesco, de Mabel Manacorda de Rosetti, el archivo de gestión de Adriana Puiggrós, el archivo de Ricardo Levene", cuenta Fernando López, quien asumió la dirección de la Biblioteca en marzo. 

Fernando conoce a fondo sobre catálogos, registros y colecciones ya que su formación inicial fue como bibliotecario, y fue posible gracias a unas becas implementadas por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, otro invento de Sarmiento.

"Yo soy producto de la CONABIP. Durante los años '90 me pude formar como bibliotecario, gracias a que obtuve una beca y como contrapartida trabajaba veinte horas semanales en una biblioteca popular. Estoy muy agradecido a esa política pública".

La Biblioteca

La Biblioteca Nacional de Maestros se creó en enero de 1870 durante la presidencia de Sarmiento y forma parte de una batería de iniciativas que iban en sintonía con el proyecto modernizador ideado por la generación del ochenta: planes de alfabetización, construcción de escuelas, programas de formación docente, creación de bibliotecas. En un primer momento la Biblioteca Nacional de Maestros solo se ocupaba de tramitar el canje y el despacho de suscripciones y publicaciones oficiales pero con el paso del tiempo se fueron poniendo en relevancia otros aspectos

"El establecimiento sirve a las necesidades del interés público, por haber aumentado considerablemente el número de sus obras mediante canjes ventajosos, y por estar abierta en todo tiempo, durante algunas horas de la noche, llenando así un vacío que dejan las demás bibliotecas públicas”, decía el entonces ministro de Instrucción Pública, Miguel Sorondo, a fines del siglo XIX.

Las marchas y contramarchas vinculadas al desarrollo de la Biblioteca siempre estuvieron  ligadas a los procesos de la historia política del país, en el que se evidencia la relación que el Estado estableció, en diferentes momentos, con su política educativa y cultural.

"En 1884 cuando se aprueba la Ley 1420 de Educación Común se define específicamente la creación de una biblioteca pedagógica para atender y brindar servicios a estudiantes de diferentes niveles, a docentes y a docentes en formación. Con el cambio de épocas se fueron poniendo en relieve otros aspectos, como rescatar la memoria y la historia de la educación argentina y ponerla en valor; realzar el rol federal respecto a las bibliotecas escolares y centros de documentación de todo el país; impulsar las más diversas acciones y programas federales para fortalecer al sistema educativo nacional y poner a disposición la mayor cantidad de lecturas posibles", cuenta Fernando.

En la actualidad, a través de la página web de la BNM se puede navegar y sorprenderse con materiales actuales e históricos que dan cuenta de esos procesos. También acceder a centenares de recursos para el aula vinculados a a educación rural, intercultural, a contexto de encierro, educación ténica, educación para la memoria, colecciones de literatura juvenil, poesia y teatro universal, y un sinfīn de variantes.


Foto: libro utilizado en la Campaña de Alfabetización iniciada en el año 1973 y editado por la Dirección Nacional de Educación del Adulto.

El Monitor

Un clásico en la historia de la educación argentina fue la publicación de la revista El Monitor de la Educación Común. Fundada en 1881 por Domingo Faustino Sarmiento y sus páginas se pueden encontrar artículos pedagógicos y didácticos, reseñas bibliográficas de revistas nacionales y extranjeras, documentación referida a la actividad del Consejo Nacional de Educación, estadísticas e informes de los inspectores de las regiones del país, crónicas de maestras de grado, un panorama de lo que acontecía en otros países y reflexiones sobre la educación en la Argentina. La Biblioteca guarda la colección completa y digitalizada de esas revistas que ningún especialista en educación puede pasar por alto.

"La revista El Monitor fue una herramienta fundamental para contar las acciones a nivel de política educativa que se venían llevando adelante, como también fue un gran instrumento para contar y compartir experiencias pedagógicas. Era una red social pero en 1884: un boletín que llegaba a todas las escuelas, a todos los docentes del país, que te permitía dialogar, estar en contacto con otros docentes e intercambiar esa mirada educativa y federal, las docentes contaban sus experiencias en el aula y les permitía mantenerse en contacto a pesar de la distancia física".

150 años después, la tecnología digital también permitiría achicar las distancias y acercar materiales por correo electrónico a cada biblioteca, escuela, docente del universo. Las condiciones de la pandemia apresuraron la velocidad de un trabajo de digitalización de textos que la Biblioteca venía desarrollando desde hace décadas con la convicción y necesidad de poner al servicio de todos y todas el conocimiento, la información, el saber y la cultura. Desde el Ministerio de Educación de la Nación montaron las iniciativas Seguimos Educando y Leer en Casa, a través de las cuales lograron poner a disposición del público más de 1500 títulos clásicos, actuales y best seller.

Leer en casa

"La BMN viene desde hace años realizando un proceso de digitalización de colecciones, de manuales de estudio, de obras que ya forman parte del dominio público. Debido a la pandemia nos pareció importante darle visibilidad a ese trabajo que se venía haciendo desde todas las grandes bibliotecas argentinas -como la Biblioteca Mariano Moreno, la Biblioteca del Congreso de la Nación, las Bibliotecas Populares- y que esos contenidos puedan ser vistos y estar disponibles para todos. Por eso el Ministerio de Educación impulsó la plataforma Seguimos Educando, donde se volcaron los contenidos digitales de cada biblioteca y además brinda la posibilidad de navegar sin consumir datos.

Otra iniciativa importante es que pudimos articular junto a la Cámara Argentina de Libros, la Cámara Argentina de Publicaciones y la Fundación El Libro y montamos una biblioteca digital que se llama Leer en casa donde pusimos a disposición 1500 títulos, de 750 autores y autoras nacionales e internacionales, desde clásicos hasta los best seller de las principales librerías y están accesible para todo el que se registre. Entre los meses de junio, julio y agosto registramos que se hicieron 83.858 lecturas", relata con entusiasmo Fernando López.

Si bien con Seguimos Educando se contempló la necesidad de una navegación sin el uso de datos, el director de la Biblioteca es consciente de que el 40% del país no tiene conectividad, por eso implementaron otras estrategias para garantizar la continuidad pedagógica como la producción y realización de programas de radio y de tele o la impresión y distribución de cuadernillos en papel, con la intención de disminuir esa brecha.

"El papel y lo digital van a seguir conviviendo porque es la realidad de nuestro país y de la región. En ese sentido, la mirada que nos interesa con respecto a las bibliotecas escolares, las universitarias, las públicas es seguir apostando a que las bibliotecas no sean solo un espacio de consulta sino que sean y sigan siendo un espacio donde se explora, donde se generan preguntas, se produce conocimiento y se estrechan lazos", reflexiona López y agrega que "en muchos pueblos las bibliotecas populares son la institución más democrática e igualitaria que existe porque garantiza un acceso a la información, a la cultura, al conocimiento y a la tecnología. Y en sitios pequeños muchas veces son los únicos puntos digitales o una de las pocas ventanillas del Estado presente".

En el mismo sentido, Fernado destaca que el espíritu de la Biblioteca Nacional de Maestros no es ser solo un sitio que atesora memorias sino impulsar y acompañar las nuevas acciones y propuestas que se generen en cada rincón del país. 

"Necesitamos seguir generando más políticas públicas y que el Estado tenga una mayor presencia en cada territorio. Nos parece importante también jerarquizar el rol de los bibliotecarios y bibliotecarias, de los bibliotecas escolares, darle visibilidad dentro del sistema educativo pensándolos como pareja pedagógica junto con el docente.

Hoy tenemos una política de Estado dispuesta a asegurar y garantizar no solo el derecho a la lectura sino el derecho equitativo e igualitario del acceso a la información, al conocimiento y a la cultura. Y eso se puede llevar a cabo a través de los planes nacionales de lectura y gracias al aporte y al trabajo de cada biblioteca escolar, popular y pública de la Argentina".