"Todo psicoanalista debería venir a la Argentina a hacer un tramo de análisis", Elisabeth Roudinesco
"Todo psicoanalista debería venir a la Argentina a hacer un tramo de análisis", Elisabeth Roudinesco

"Todo psicoanalista debería venir a la Argentina a hacer un tramo de análisis", Elisabeth Roudinesco

La psicoanalista francesa, discípula de Gilles Deleuze y Michel de Certeau, ofreció una conferencia en la Biblioteca Nacional e inauguró el Centro Argentino de Historia del Psicoanálisis, la Psicología y la Psiquiatría

El martes 5 de septiembre, ante un auditorio colmado, la reconocida doctora en letras, psicoanalista y escritora de renombre internacional, Elisabeth Roudinesco, brindó una conferencia magistral titulada “El psicoanálisis como revolución de lo íntimo”.

La fundadora del campo disciplinar de la historia del psicoanálisis en Francia, discípula de Gilles Deleuze y Michel de Certeau, amiga de Louis Althusser y Jacques Derrida, y presidenta de la Sociedad Internacional de Historia de la Psiquiatría y el Psicoanálisis —cuyos libros fueron traducidos a más de 30 idiomas—, fue invitada a disertar con motivo de la inauguración del Centro Argentino de Historia del Psicoanálisis, la Psicología y la Psiquiatría en la Biblioteca Nacional. Dicho organismo tendrá como objetivos fundamentales: promover investigaciones en el dominio de la “historia psi”, difundirlas hacia un público no necesariamente especializado, adquirir y conservar fuentes documentales (orales, escritas, audiovisuales) en distintos soportes que resulten indispensables para la escritura de la historia. Asimismo, tendrá por función el relevamiento bibliográfico y la catalogación de los materiales ya existentes en la Biblioteca Nacional sobre el tema, la adquisición de fuentes bibliográficas primarias, secundarias y de referencia, y la creación de un repositorio de tesis doctorales y de una hemeroteca especializada.

Alberto Manguel —director de la Biblioteca Nacional—, autoridades de las Asociaciones  Psicoanalíticas de Buenos Aires, personas relevantes en la historia del psicoanálisis, la psicología y la psiquiatría en la Argentina, miembros de estas comunidades, así como académicos, familiares y público en general, estuvieron presentes en la inauguración del Centro que va a presidir el psicólogo e historiador, formado en Francia y Argentina, Alejandro Dagfal. Luego, colmaron el Auditorio Jorge Luis Borges para escuchar a Roudinesco, quien habló sobre su libro, aún inédito, Dictionnaire amoureux de la psychanalyse (Plon/Seuil) (Diccionario amoroso del psicoanálisis), en el que analiza cómo esta disciplina se nutrió de la literatura, el cine, el teatro, los viajes y la mitología para transformarse en una suerte de cultura universal.        

“Voy a hablar de lo que he llamado la 'Revolución de lo íntimo', porque Freud no es un simple psicólogo, es ante todo el organizador de un movimientos casi mesiánico que podemos comparar con el socialismo, el feminismo y el sionismo, los cuales se dieron por misión cambiar nuestra representación del psiquismo”, dijo la directora de investigación en la Universidad de París VII y catedrática en la École Normale Supérieure, al comenzar su exposición.

“El psicoanálisis quiso deconstruir la función paternal y revalorizarla simbólicamente. A través de su visión de una humanidad inmersa en la tragedia de Edipo, aportó al mundo una nueva representación del inconsciente y, podemos decir que, en ese sentido, fue una revolución. Freud se planteó como el principal explorador del orden íntimo”.

Luego continuó repasando algunos de los conceptos y nociones principales de esta disciplina y las controversias que suscitó durante su desarrollo:

“El psicoanálisis, tal como lo entendía Freud, en esta revolución de lo íntimo, no es algo innato; considera efectivamente que no todo está dado de entrada y que uno se convierte en lo que es. Considera también, contrariamente a todas las doctrinas psicológicas del comportamiento, que el hombre está habitado por pulsiones que debe dominar”.

“El éxito que conquistó el psicoanálisis en el mundo también trajo ataques incesantes. Freud fue odiado por su enfoque sobre este sentido íntimo, odiado en igual medida que Einstein y Darwin, y todavía los es. Durante la primera mitad del siglo, se responsabilizó al psicoanálisis de un rebajamiento de la moral civilizada. Se lo acusaba de corromper las costumbres, de sembrar la discordia en las familias, de fabricar divorcios, de sexualizar el cuerpo de las mujeres y defender a los homosexuales considerados como degenerados. Después de 1960, cuando en occidente progresaron las prácticas más libres en materia de sexualidad, el psicoanálisis fue acusado por su ineficacia clínica y por su ausencia de cientificidad, cuando en realidad jamás pretendió ser una ciencia al mismo título que las ciencias de la naturaleza”.

“El psicoanálisis fue acusado de todo. Tanto de ser portador de una sexualidad desenfrenada, como de ser un conservadurismo. Fue tomado como blanco por todas las religiones y las iglesias. Solamente a partir de 1945 las relaciones entre los partidarios de la fe y los adeptos del saber positivo empezaron a pacificarse cuando los principios de la pericia psicológica y la psiquiátrica fueron adoptados por la Santa Sede para impedir las patologías sexuales en el seno de la Iglesia”.

Al final de la conferencia –que pudo llevarse a cabo gracias a la Biblioteca Nacional, el Institut français d’Argentine, la Embajada de Francia y el grupo editorial Penguin Random House–, hubo una instancia para que el público hiciera preguntas. El broche de oro fue la respuesta de Roudinesco a un colega que interrogó: “Freud dijo, en unas de sus conferencias, que la sexualidad es aquello de lo que no se puede hablar, lo que remite a lo íntimo. Pero en esta, la sociedad de la comunicación, lo íntimo parece haber desaparecido porque todo se dice instantáneamente, en el momento en el que aparece, incluso lo sexual. La sexualidad es mucho más pública de lo que podría haber sido hace 30 o 40 años. Se produjo la destrucción de esa intimidad, de aquello de lo que no se podía hablar, diciéndolo todo. Entonces, ¿qué lugar puede tener el psicoanálisis en una sociedad que es narcisista y no promueve más los secretos? ¿Qué puede ofrecer el psicoanalista a una sociedad que cambia a Edipo por Narciso y el silencio por la comunicación total?

“Es una muy buena pregunta –respondió la académica–, pero es una ilusión esta historia  de transparencia. Es cierto que vivimos en una época en la que tenemos la impresión de que no hay más vida privada, pero sí la hay. No porque uno despliegue lo que antes no desplegaba no hay vida privada. Esa especie de revelación de las sexualidades viene acompañado de un formidable puritanismo, nunca fuimos tan morales como ahora. Las formas conservadoras son la contrapartida de esto. Eso demuestra que es un movimiento dialéctico permanente. Tenemos una contrarrevolución mundial que va de Donald Trump hasta nuestros conservadores franceses. Por momentos, yo que viví el Mayo Francés, digo: 'es imposible esto'. La tontería oscurantista está de vuelta. Hay un nexo entre ese despliegue y esa ausencia de transparencia, es una ilusión. Cuando la gente viene a analizarse, tiene siempre los mismos problemas. Obviamente la modernidad tiene algo que está muy bien: es mejor poder divorciarse, tener la contracepción, es mejor que las chicas no se casen vírgenes como en los años ‘20. La libertad de la costumbres y el exceso de transparencia tienen su costado positivo y ahora empezamos a entender algo: que el sujeto es más libre”.  

“Esta sociedad narcisista de transparencia es, al mismo tiempo, el signo de que hay un progreso, es mejor vivir hoy –agregó–. Dicho esto, hay un retorno del conservadurismo en todo el mundo y hay una verdadera pregunta que es el capitalismo loco, hay que encontrarle una solución. Y el psicoanálisis puede acompañar eso. No está mal esa sociedad de transparencia, de narcisismo, de ahí puede renacer algo. A mí me da la sensación de que las cuestiones de la renovación del psicoanálisis se plantean más en Latinoamérica que en Francia. De hecho creo que todos los psicoanalistas deberían venir a la Argentina a hacer un tramo de análisis”.