El tapiz del General San Martín y la historia de una restauración
El tapiz del General San Martín y la historia de una restauración

El tapiz del General San Martín y la historia de una restauración

El Bellas Artes exhibe una serie de tejidos de la Manufactura Real Francesa, a través de un interesante diálogo entre piezas clásicas y contemporáneas, de artistas europeos y latinoamericanos
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"El tapiz del General San Martín: historia de una restauración", en el Museo Nacional de Bellas Artes
Antes de su emplazamiento permanente en la Casa Rosada, el tapiz se exhibirá en el museo para todo el público, bajo el nombre de "El tapiz del General San Martín: historia de una restauración. Obras maestras de la Manufacture des Gobelins de Francia"

El tapiz ya está de vuelta en la Argentina. Donado por el Estado francés a nuestro país en 1916, se trata de un tejido realizado en la prestigiosa Manufacture des Gobelins –entre 1911 y 1914– en homenaje al primer centenario argentino. La obra, en la cual se representa el cruce de los Andes del general Don José de San Martín junto con su ejército, estuvo en 2017 en aquella casa gobelina para su restauración. Hoy, antes de su emplazamiento permanente en la Casa Rosada, el Museo Nacional de Bellas Artes lo exhibe hasta el 19 de agosto para que todos puedan disfrutarlo, a través de la muestra "El tapiz del General San Martín: historia de una restauración. Obras maestras de la Manufacture des Gobelins de Francia”.

La exposición –con curaduría del director del Museo, Andrés Duprat, y de Thomas Bolh y Morgane Luquet Laforgue, por la Manufacture des Gobelins– incluye, además, trece tapices antiguos, y creaciones modernas y contemporáneas que pertenecen al acervo patrimonial de la Manufacture des Gobelins. Hay piezas de artistas como Charles Le Brun y Léon-Pierre-Urbain Bourgeois, Joan Miró, Fernand Léger, Sonia Delaunay, Antonio Seguí, Alicia Penalba y Roberto Matta, entre otros.

Los tapices reciben el sobrenombre de "gobelinos" porque proceden de la técnica del tintorero francés Jehan Gobelin, quien en el siglo XV había instalado su taller cerca del río Bièvre: una región que tomó el nombre de la familia por su enorme fama en la producción de este tipo de tejidos. Luego en 1667, uno de los ministro del Rey Luis XIV, Jean-Baptiste Colbert, reunió en un solo lugar a los tapiceros, ebanistas y orfebres para fundar la manufactura real para la creación de objetos de la corona francesa.

Su primer director fue el pintor Charles Le Brun. Se dice que en la manufactura real trabajaban unos 250 artesanos, entre tejedores, bordadores, orfebres, grabadores, ebanistas, quienes perpetuaron y llevaron adelante los métodos artesanales del siglo XVII. Luego, entre 1950 y 1970, la técnica evolucionó: los tejidos se produjeron a partir de ampliaciones fotográficas y exploró la abstracción y el arte óptico. Actualmente, la manufactura francesa posee una colección de 5500 tapices.

Tejidos de libertad

“El General San Martín cruzando los Andes” se tejió a partir de un diseño de Alfred Roll (1846-1919), uno de los artistas oficiales de la Tercera República francesa y quien formó parte de la renovación del género de la pintura histórica. Roll ganó cierta popularidad por sus temáticas republicanas en muchas de sus producciones de actualidad política. Presentó algunas de ellas en la decoración del pabellón de la Argentina, en la Exposición Universal de París de 1889. Hay quienes sostienen que el encargo para el regalo francés se debió a partir de esta actividad y su acercamiento a la región del Río de la Plata.

En el tapiz, el general José de San Martín (1778-1850), uno de los artífices de la independencia americana que tuvo lugar a comienzo del siglo XIX, está representado a gran escala y en el centro de la escena, sobre su caballo, mientras atraviesa la Cordillera de los Andes. “Con una mano sostiene las riendas; lleva su brazo izquierdo hacia adelante con el puño cerrado. Se lo exhibe triunfantes, aunque la campaña recién había comenzado. Es seguido de cerca por sus tropas, todavía detenidas por rocas que, probablemente, aluden a los obstáculos que aparecerán en el camino hacia la liberación” dicen desde el Museo.

Y agregan: “Por encima del general, en el cielo, una enérgica guerrera parece llamar a las armas a los defensores de la libertad, y una personificación de la República francesa, con su gorro frigio, se apresta a cubrir a San Martín con una corona de laurel. Arriba, en una banderola, detrás de un sol aún incompleto que remite a la iconografía de la bandera argentina figuran los nombres San Lorenzo y Maipo. La banderola recuerda los logros del libertador en la lucha por consolidar la emancipación de la Argentina y de toda América del Sur”. Debajo, la frase que cierra la representación: “Al libertador José de San Martín, la República francesa”.

Otras obras exhibidas

Entre los tapices del siglo XVII, se encuentra "La zarza ardiente". Este tapiz se confeccionó a partir de modelos de Charles Le Brun (1619-1690) y es el más antiguo que se presenta en esta exposición. Representa la escena cuando Moisés transforma su bastón en serpiente para, luego, conducir al pueblo judío. Este tejido es de 1672 y fue encargado por el rey Luis XIV. Arriba pueden observarse los emblemas de la realeza francesa: entre ellos, la flor de lis; y abajo Apolo, asociado al Rey Sol, como se lo conocía a ese jefe de Estado. No se sabe quién fue el destinatario de la obra, pero sí que se trataba de un regalo por los bordes de oro y plata. Este tipo de hilos se usaban para agasajar a determinadas personalidades. Existen pocos ejemplares de estos tapices porque, después de la Revolución francesa, se destruyeron muchos de ellos para recuperar aquellos hilos de oro y plata.

La pieza San Miguel estaba destinada al Panteón en París. En ese momento, el Panteón era una iglesia dedicada a Santa Genoveva. Es por eso que en los extremos del tapiz se ven las iniciales de aquella personalidad bíblica. Si bien esta tapicería fue realizada a finales del siglo XIX, se hizo a partir de un modelo antiguo, como el tapiz de Moisés. El elemento central está representado en relación con una adaptación de Rafael, que se encuentra en el Museo del Louvre parisino. Al borde, se ven dos lanzas que complementan la espada y la balanza: claros ejemplos del sentimientos de justicia divina.

En la sala contigua es donde se exhibe un interesante diálogo con tejidos que representan distintas obras de artistas del siglo XX y XXI. No se trata de copias de las obras originales, sino de producciones a la manera de cada una de esas piezas, en las que se rescata el espíritu de las creaciones artísticas. Entre estos tapices, se presenta "Mujer con espejo" (1966), de Joan Miró. Inspirada en una litografía del artista español, fue el propio Miró quien acordó con los encargados de la manufactura francesa, que el diseño de su obra fuera objeto de aquella transposición. En ella se puede observar, además, la famosa escena de la mujer del unicornio, con los colores típicos de ese surrealismo tan especial del pintor.

Otro de los modelos contemporáneos es Composición fondo blanco (1973), de Alicia Penalba. Allí se pueden reconocer los trazos en lana que configuran una representación abstracta y monocromática, a partir de la obra de una de las escultoras argentinas más reconocidas. Lo que más llama la atención de esta pieza es el trabajo minucioso para lograr una diferencia de relieves dentro de los mismos colores. Este tipo de tejido crea un efecto óptico que invita a recorrerlo más de una vez.  

El sol no sale para todos (1934), del artista cordobés Antonio Seguí, es otro de los tapices que destacan en la sala. Saturado de distintos personajes, creados a partir de cierta estética que parecen salidos de un cómic, el tejido mantiene esa focalización de luz y color, como en la obra original, en el centro de la representación. Puede ser un buena oportunidad para seguir disfrutando de sus “hombrecillos-hormiga” –como dicen algunos, su marca registrada– que pasean vestidos de compadritos tangueros de los años 20, que bien podrían estar en aquel Buenos Aires que describía Jorge Luis Borges.

Con entrada libre y gratuita, la exposición podrá visitarse en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473) hasta el 19 de agosto, de martes a viernes, de 11 a 20, y sábados y domingos, de 10 a 20, en las salas 31, 32 y 33, ubicadas en el primer piso del Museo Nacional de Bellas Artes.