"El retrato ideal de Güemes"
"El retrato ideal de Güemes"

"El retrato ideal de Güemes"

Por Laura Malosetti Costa (UNSAM - CONICET).
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Como tantos otros líderes de las guerras de independencia de las colonias españolas en América, Martín Miguel de Güemes (Salta, 1785-1821) no fue retratado en vida. Aquellos años que Tulio Halperin Donghi llamó “de revolución y guerra” estuvieron signados tanto por la adhesión popular (el “bajo pueblo”, gauchos, indios, negros libertos) a la causa revolucionaria como por el complejo entramado de intrigas y desavenencias y por la oposición de quienes vieron amenazados sus intereses económicos por los costos de guerras prolongadas y de destino incierto. El reconocimiento de Güemes como prócer de la nación argentina ha sido muy tardío: como ha observado la historiadora salteña Sara Mata, su figura fue soslayada en la historiografía argentina, y solo en 2016 se ha declarado feriado nacional el 17 de junio, día de su muerte.

Retrato del Gral. Martín Miguel de Güemes (fotografía).

En el Archivo Schiaffino del Museo Nacional de Bellas Artes se conserva una carta fechada en Buenos Aires el 14 de julio de 1903 dirigida al pintor (entonces director del Museo) por su amigo Luis Güemes Castro, nieto del héroe salteño, agradeciéndole “el buen retrato que tuvo Ud. la fineza de hacer al pastel negro, copiando mi persona”. El retrato seguía —en buena medida— el modelo iconográfico inaugurado por aquel que Ernest Charton, a instancias de su protector Juan María Gutiérrez, había realizado en Salta en 1876, para el cual el artista francés se habría inspirado no solo en las descripciones de la apariencia del revolucionario salteño sino, sobre todo, en la fisonomía de sus familiares. Ese retrato no se conserva, pero sí sus versiones litográficas ejecutadas en 1885 por F. Hoyos para La Ilustración Argentina y en 1895 por Francisco Fortuny. El cuadro de Schiaffino, sin embargo, aun cuando seguía la tradición de vestir a Güemes con uniforme de húsar en vez de ropas “de gaucho”, inauguraba la pose de brazos cruzados, exhibiendo además su espada. El dibujo de Schiaffino, que tenía el propósito de ser el estudio para una pintura, lo presenta como un héroe en reposo, firme pero sereno, como el Artigas pintado por Juan Manuel Blanes en Florencia que se conoció unos años más tarde —en 1908— y se volvería la figura icónica del héroe en el Uruguay.

Retrato de Martín Miguel de Güemes, obra de Eduardo Schiaffino.

La pose del nieto Luis Güemes para Schiaffino no puede dejar de pensarse en relación con sus indagaciones como médico: su tesis de doctorado, defendida en 1879, había desarrollado el tema de la “medicina moral”, que se ocupaba de los aspectos físicos y psíquicos en la consideración integral de los individuos. Un asunto que no estaba lejos de las concepciones fisiognómicas que prevalecían en el pensamiento positivista de fines del siglo xix, según las cuales la índole moral de una persona podía leerse en sus facciones.

El dolmán (casaca militar) de Martín Miguel de Güemes. Foto: Museo Histórico Nacional


La familia Güemes —al igual que la de Manuel Belgrano— se ocupó de preservar y cuidar la memoria y la imagen de su antepasado ilustre. El inmenso Güemes documentado (recopilado por su bisnieto Luis Güemes y publicado en 13 tomos a partir de 1980) es buena prueba de ello. La ilustración de tapa de cada tomo reproducía este retrato aclarando que se trataba de “el más fidedigno”, reconocido como su imagen oficial por el Poder Ejecutivo de Salta el 5 de junio de 1965. De su hermana Magdalena (Macacha) Güemes no se ha construido un retrato ideal: el Museo Histórico Nacional tiene una miniatura realizada en su vejez (a los 70 años) que fue incluida por Adolfo P. Carranza en sus Patricias argentinas, y eso es todo.

Miniatura Retrato de Magdalena Guemes de Tejada.

El retrato de Schiaffino es hoy la imagen que pone un rostro a la reivindicación historiográfica de Güemes, pero no podemos dejar de mencionar a dos mujeres que construyeron esa imagen en palabras y en su sostenida acción como fundadoras de publicaciones periódicas. Juana Manuela Gorriti escribió en 1853 “Güemes – recuerdos de la infancia”, más tarde recopilado en sus Perfiles (1892), donde trazaba una imagen portentosa de aquel hombre que había impactado su memoria de niña. Y la docente y escritora salteña Benita Campos (1882-1927) fundó y dirigió desde 1907 hasta 1921 Güemes -Revista Quincenal Literaria y Social,desde cuyas páginas procuró rescatar del olvido la figura del héroe revolucionario salteño y también la de Juana Manuela Gorriti.