Diversidad cultural: los colores de nuestra lengua
Diversidad cultural: los colores de nuestra lengua

Diversidad cultural: los colores de nuestra lengua

Diversidad Cultural
Efemérides
En el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” indagamos en el habla común de los iberoamericanos para reconocer, en mucho de lo que nombramos cotidianamente, las voces originarias de nuestro continente.

El sentido de la conmemoración del 12 de octubre, entre el primero y el segundo centenario de nuestro país, podría pensarse como una celebración de la iniciativa, la determinación y la naturaleza del ser europeo como uno de los motores de la historia. Una historia de temporalidad única cuyo avance casi siempre se atribuyó a la obra de grandes hombres, como Cristóbal Colón. En la conformación de este relato eurocéntrico, ideas como “descubrimiento”, “civilización” y “raza” fueron algunos de los ejes centrales. 

Fuente: Cultura Colectiva

Lo sucedido en lo que hoy conocemos como continente americano, a partir de la llegada de la expedición de Colón en 1492, fue celebrado durante siglos como una de las mayores empresas civilizatorias de la historia humana. Sin embargo la revisión y reflexión sobre los hechos de la conquista, durante las décadas más recientes, dejaron ver cuánto tuvieron en realidad de dominación, despojo, exterminio y negación cultural.

A partir del decreto presidencial N° 1584, de 2010, el 12 de octubre dejó de ser la celebración del “Día de la Raza” para ser la del “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. Este cambio es el resultado de una mirada política que, como el prisma que nos permite reconocer como parte de la luz solar el espectro cromático del arcoiris, nos revela lo verdadero de nuestra constitución cultural

Fuente: El Comercio (Perú)

Los colores del arcoiris son los que están presentes en lo que se considera uno de los principales símbolos de la diversidad cultural: la bandera wiphala de las naciones andinas. El mismo espíritu de esos pequeños cuadrados de colores, que juntos en el plano de la bandera representan la unión en la diversidad, anima la expresión cultural por excelencia que compartimos la mayoría de los pueblos iberoamericanos: nuestra lengua. Si somos lo que hablamos, podemos decir que lo que mejor nos define es la diversidad.

La llegada de Cristóbal Colón a esta tierra tuvo consecuencias casi inmediatas en nuestro idioma. En honor al navegante genovés surgieron, entre otras derivaciones de su apellido, el verbo colonizar y un triste sustantivo: colonialismo.

En su diario, Colón anotó lo que se cree fueron las dos primeras palabras originarias que asimiló la lengua española: tabaco y canoa. Ambas pertenecían a la cultura arahuaca que habitaba el Caribe y parte de la Amazonía.

En ese momento había en nuestro continente más de cien familias lingüísticas indígenas distintas, que dieron origen a más de dos mil lenguas. Entre ellas el maya-quiché, de la cultura maya; el quechua o quichua, de la incaica; y el náhuatl, de los pueblos aztecas. Cada una de estas nos legó numerosas palabras que, apenas transformadas, hoy le dan vida y color a nuestra lengua.

De la cultura azteca tenemos la palabra chocolate, que deriva de xocolatl, una preparación en base a una semilla que al mismo tiempo utilizaban como moneda, la cacáhua o la que hoy conocemos como semilla de cacao. El cacáhuatl es el cacahuate o maní, voz arahuaca que se utiliza para nombrarlo en algunos lugares de Latinoamérica. Del mismo modo, ahuacatl dió origen a aguacate, fruto al que solemos llamar palta, una palabra de origen quechua.

Del árbol llamado manilkara zapote, autóctono de los bosques del sur de México, tanto aztecas como mayas obtenían una resina que cocinada se transformaba en una pasta gomosa que tenían el hábito de masticar. La llamaban tzictli y tsicte respectivamente, términos a los que les debemos el nombre de nuestro modernísimo chicle.

Dentro de la lengua náhuatl son típicas las terminaciones en lli, que encontramos en palabras como chilli o tamalli, el pimiento picante y una especie de empanada de harina de maíz, a los que se conoce como chile y tamal. Ulli, que más tarde se transformaría en hule, era el nombre de la resina del árbol al que en quechua se llamó kawchu, y nosotros caucho.

En las lenguas de la cultura incaica era común el uso de la vocal u, presente en palabras como ruqru, purutu, sapallu, cúntur, que derivaron en: locro, poroto, zapallo y cóndor. Como calzado era común el uso de unas sandalias a las que se conocía como ushuta, palabra en la que nos inspiraríamos para nombrar a nuestras populares e indispensables ojotas.

Todas estas palabras son solo una pequeña muestra de la enorme cantidad de voces indígenas que se mantuvieron vivas en nuestra lengua. A estas se suman las aportadas por las distintas corrientes inmigratorias de todos los rincones del mundo y las del doloroso pasado esclavista americano que nos legó numerosas expresiones de la cultura afro, entre ellas las musicales: marimba, conga, tango, milonga y candombe.

A la manera de la wiphala, nuestra lengua es un mosaico de colores y sonidos que da cuenta de la diversidad cultural que define nuestras identidades como pueblos

Fuentes: BBC Mundo. Canoa y tabaco los primeros aportes de lenguas nativas al idioma español - Daniel Balmaceda en La Nación. Del Día de la Raza al Día del Respeto a la Diversidad Cultural - Entrevista con Carlos Masotta, investigador del Conicet.