Día Internacional de las Mujeres Rurales
Día Internacional de las Mujeres Rurales

Día Internacional de las Mujeres Rurales

Efemérides
Entrevistas
En Argentina, el 50% de la población rural está representado por mujeres que labran la tierra, cuidan los animales, procesan la materia prima, plantan semillas que alimentan a pueblos enteros. Mujeres rurales que sufren las mayores desigualdades por motivos de género. En esta nota, representantes de diferentes provincias nos cuentan qué significa ser una mujer rural en los tiempos que corren.

Desde el año 2017, Naciones Unidas (ONU) conmemora el 15 de Octubre como el Día Internacional de las Mujeres Rurales en reconocimiento de “la función y contribución decisivas de la mujer rural en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural”. La declaración de “días internacionales” tiene como objetivo concientizar a la opinión pública y señalar a los gobiernos que existe un problema sin resolver, a fin de que ejerzan políticas públicas al respecto.

Según los datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las mujeres rurales sufren mayores desigualdades: tienden a ser las más perjudicadas por la situación de pobreza, ya que gran parte trabaja en el sector informal; percibe remuneraciones inferiores a las del hombre por las mismas tareas; y tienen mayores dificultades en el acceso a la tierra, a los créditos y a las capacitaciones. La situación del COVID19, a nivel regional, ha aumentado los niveles de pobreza y generado una sobrecarga de trabajo con respecto al cuidado de lo niños.

En América Latina y el Caribe 58 millones de mujeres viven en zonas rurales. Ellas juegan un rol central en la producción y el abastecimiento de alimentos, constituyendo un 43% de la mano de obra agrícola del mundo. En Argentina, el 50% de la población rural está representado por mujeres que labran la tierra, cuidan los animales, trabajan la materia prima, plantan semillas que alimentan a pueblos enteros. Ellas son tamberas, apicultoras, ganaderas, agricultoras, laneras, artesanas, técnicas, amas de casa, profesionales, que trabajan día a día por el desarrollo de sus comunidades y por un mayor acceso a sus derechos sobre la tierra, el techo y el trabajo.



Foto:ONU

Karen, Micaela, Guadalupe, Maria Eva y Vanesa son mujeres, jóvenes y adultas, que habitan el campo, que saben de amaneceres, heladas y de sentir el pasto mojado. Desde sus diferentes territorios, tranquera adentro, conversan sobre los significados de ser una mujer rural, sus puntos en común, sus diferentes realidades y sus deseos.

Micaela Bilbao, Lago Blanco, Chubut

Lago Blanco está ubicado a pocos kilómetros del límite con Santa Cruz y del Paso Internacional con Chile. Es un poblado rural de 300 habitantes y Micaela los conoce a todos. Fue casa por casa preguntando qué necesidades tenían y qué deseaban para un futuro mejor. Nunca nadie lo había hecho antes. En 2019 fue elegida presidenta de su comuna y con 22 años se convirtió en la intendenta más joven del país. A su antecesor, un hombre que la triplica en edad, la noticia de abandonar sus 17 años de gestión no le cayó nada bien.

“Fue difícil porque me decían que no podía ser porque era muy joven, porque tenía tatuajes, porque trabajaba de playera en una estación de servicio, cualquier disparate. Lo mismo al resto del equipo, a mi vice, que tiene 30 años, y a mi tesorera, que tiene 24. Para arrancar primero tuvimos que superar ese miedo que teníamos por ser mujeres y jóvenes y pudimos romper con esa idea internalizada de que la política es una cuestión de hombres. Hoy estamos demostrando todo lo maravilloso que las mujeres y los jóvenes somos capaces de hacer, pudimos cortar con una lógica donde era siempre todo igual, siempre gente adulta, siempre las mismas caras”.


Micaela Bilbao

La población de Lago Blanco se dedica principalmente a la cría de ovejas, corderos, borregos y a la producción de lana. También hay vacas pero en menor medida. Micaela viene de una familia de trabajadores rurales pero su infancia la pasó en el pueblo. Intentó estudiar a distancia para Despachante de Aduana pero la escasa conectividad que tenían -y que logró solucionar durante su gestión- le dificultó la continuidad educativa. De todas maneras, sigue en camino.

Si tenés entre 16 y 30 años es muy difícil conseguir trabajo estable en el pueblo entonces te tenés que ir a trabajar al campo, de lo contrario sos un desocupado. Muchas mujeres acompañan la labor de sus parejas y se quedan realizando tareas domésticas en el campo; otras trabajan de cocineras o limpieza en estancias; y otras salen de recorridas por los campos junto a sus maridos porque no les gusta quedarse solas en los parajes. Algunas tienen su huerta o trabajan la lana y vienen cada tanto al pueblo a vender. La mayor parte de las mujeres con las que hablé me plantearon que ellas querían que mi gestión genere puestos de trabajo que les permitiera estar en el pueblo y no tanto en el campo. Porque si bien es lindo estar en el campo, es un trabajo muy sacrificado. Solo tenemos tres meses de verano y después, viento y nieve”.

Micaela desea que el trabajo en el campo sea una elección y no un destino marcado. Una de sus tareas para lograrlo fue mejorar la conexión de internet en la zona para que se pueda acceder a información, capacitaciones, planes de estudio y estar comunicados, sobre todo en el invierno, cuando la nieve bloquea los caminos durante días. También está trabajando para que llegue el gas natural, para instalar una antena de celulares y para asfaltar los caminos que faltan del corredor bioceánico.

“¿Por qué no podemos tener las mismas posibilidades que una ciudad grande, por qué no podemos tener señal de celular, calefaccionarnos sin gastar una fortuna en leña, ir a un lugar de trabajo cerca de tu casa…?", se pregunta con euforia la intendenta.

Karen Bissio, Obispo Trejo, Córdoba

Karen tiene 38 años. Es productora agropecuaria y en un pasado no muy lejano era empleada de comercio en pleno conurbano bonaerense. Un día apareció la propuesta que cambiaría radicalmente su vida y la de su familia: ir a cuidar un campo en Córdoba. No lo dudaron.

“Nos vinimos con mi marido y nuestro primer hijo, que en ese momento tenía siete años, y tuvimos que aprender absolutamente todo. Después del trabajo de muchos años tenemos nuestras gallinas, ovejas, vacas y estamos organizados en grupo asociativos con los que hacemos compras y ventas comunitarias a fin de lograr un mejor precio. Nos apoyamos entre nosotros porque la producción agropecuaria es una tarea bastante solitaria".

Son alrededor de 50 familias las que están vinculadas, participan de capacitaciones, intercambios y, pese a las dificultades de comunicación y conectividad, hacen lo posible por mantener sus redes de apoyo comunitario. Esos espacios son fundamentales, además, para conocerse entre mujeres.

“Hay mucha desigualdad en la vida rural. Si bien van apareciendo otras visiones, hay ideas y prácticas muy arraigas, sobre todo en la gente que es nativa del campo. La idea de que la mujer 'acompaña al hombre' está muy instalada. En la mayoría de los casos, el sueldo de los peones rurales está a cargo del hombre y trabajan los dos. También existe la idea de que hay tareas que solo los varones están capacitados para hacer… Es un camino que hay que recorrer; siempre se pueden lograr grandes cambios pero desde la soledad, desde la lejanía del campo, cuesta un poco más”.


Karen Bissio

“La mujer rural es una mujer fuerte y una mujer que está acostumbrada a suplirse de lo que necesita con lo que tiene alrededor, tenemos ese rasgo superador. A veces logro hacer cosas y me sorprendo de mí misma, y eso también le pasa a otras productoras. Al estar lejos, tranquera adentro, vos tenés que ser tu propia solución".

Irma Guadalupe Beguirstain, Tandil, Buenos Aires.

Guadalupe tiene 37 años y esta a cargo de un tambo familiar que queda a 15 kilómetros de Tandil. Nació en un campo de la zona que se dedicaba a la cría de vacas y desde entonces, anda en el rubro. Tuvo la oportunidad de estudiar veterinaria en la Universidad de Tandil, pero no ejerce sino que pasa el día entre el ordeñe, la inseminación de vacas, la crianza de terneras y el cuidado de animales enfermos.

“Yo soy muy arrebatada, muy indecisa y cuando estaba en la facultad varios profesores me dijeron 'vos no vas a andar para el tambo' y acá estoy, hace 15 años que me dedicó a esto".

Guadalupe esta a cargo de 200 vacas que producen leche para una fábrica familiar de quesos administrada por dos hermanas mujeres. En su tambo, emplea a su marido y dos ayudantes, una mujer y varón. La equidad es un signo de su trabajo.

“Para mi ser una mujer rural implica hacernos valer lo que somos, valorar y que valoren tu trabajo, hacer las cosas por vos misma sin depender de ningún varón. Ni bien me recibí entre como empleada en un tambo donde eran casi todos varones. Como soy simpática, y en ese momento era soltera, ellos se confundían y me acosaban todo el tiempo. Me cargaban si me confundía en algo por falta de experiencia y por ejemplo, ellos recorrían el campo en un cuaticiclo y a mi me daban una bicicleta porque decían que no lo iba a saber manejar. Ahora en mi tambo tengo mi propio cuatriciclo” cuenta riendo.

Guadalupe se alegra de cada vez porque cada vez ve mas mujeres que se animan y encaran proyectos similares. “Es importante perder el miedo y no bajar los brazos. Las mujeres nos tenemos que ir haciendo nuestro propio lugar, con respeto, pero el momento es ahora”.


Guadalupe Beguirstain

Maria Eva Soto, Libertador Ledesma, Jujuy

María Eva nació en la comunidad Tata Oguembae, perteneciente al pueblo Guaraní. Le gusta cantar más que hablar, pero cuando lo hace, ama comunicarse en la lengua que aprendió de sus padres y de sus abuelos, y que es la misma con la que, todas las noches, le entona canciones de cuna a sus nietos. Vive rodeada de árboles de palta, mango, higo, durazno, banana, granada, eucalipto, guayabas y palmas, de donde saca la materia prima para su labor: la confección de sombreros.

“Para nosotros la selva, las yungas, el monte es muy importante porque ahí nosotros realizamos todas nuestras actividades, ceremonias, es nuestra farmacia y nuestra fuente de trabajo”.

María Eva descubrió el oficio de artesana de adulta; antes se dedicaba a diferentes tareas domésticas dentro de su comunidad hasta que en un día tuvo la oportunidad de acceder a talleres de artesanías que se realizaban en un centro social ubicado en el pueblo.

“Ahi aprendí, gracias a mi profesor, Don Rafael, que también era de mi comunidad. Soy artesana, hago sombrero con hojas de palma. Su flor es amarilla y las hojas de un verde muy bello, que cuando se secan toman el color verde tuna”.

Cuenta que mas allá de la deforestación todavía puede conseguir su materia prima y proveerse de su fuente de trabajo. El ecosidio, la deforestación, los incendios la mantienen preocupada. “A veces escapa a nuestras manos el lograr que la gente recapacite y reflexione sobre el peligro que corremos todos y, en nuestro caso, hay que ser cuidadosos porque en la zona hay muchos pozos de petróleo. La tierra de las yungas es muy buena con nosotras y la tenemos que cuidar y mantener con toda la sabiduría que nos dejaron nuestros abuelos y abuelas".


Yungas jujeñas

Vanesa Padullés Igoillo de Leones, Córdoba

Vanesa es empresaria agropecuaria. Tuvo la oportunidad de vivir en otros lugares del mundo pero eligió el campo familiar ubicado al sudoeste de la provincia de Córdoba, en plena pampa húmeda, donde la agricultura y cultivos extensivos han desplazado un poco la actividad ganadera. Ella se encarga de administrar cuatro campos, dos propios y dos alquilados. Su fuerte es el ganado, que lo exporta a la Unión Europea. Sus días se reparten entre el campo y la ciudad, en donde vive con dos hijos y su marido.

“Una termina arraigando sus raíces en el terreno, darle los hijos la vida q tuvimos en la niñez en el campo, al aire libre. Transmitirles el amor por aire libre, por la tierra, por los ciclos de la vida. Somos cocientes de que la población debe alimentarse entonces le hacemos valorar a nuestros hijos de dónde surge los alimentos, le contamos que el suelo no es infinito y que de allí proviene todo. Yo siento que la tierra se la tomo prestada a mis hijos, no que se las voy a dejar".

La rutina de Vanesa, como la mundo entero, cambio durante la pandemia. Las mañanas, ahora, están dedicadas a acompañar a sus hijos en las tareas escolares, y, por las tardes, a las actividades relacionadas a la comercialización y las visitas al campo para supervisar la ganadería, que es la tarea más trabajosa. Como mujer emprendedora, participa charlas con otras mujeres y encuentros de cooperativismo donde debaten sobre las problemáticas actuales, planifican estrategias y comparten sus experiencias de trabajo.

"Las mujeres rurales tenemos que capacitarnos, estamos tomando cada vez más conciencia y más decisiones acerca de lo que es ser parte de una fila rural. Tenemos que trabajar para que se valore en trabajo de la mujer en el campo, hacer visible el trabajo de una para que contribuya al camino que tenemos que recorrer para allanar caminos a las mujeres que vienen”.


Vanesa Padullés Igoillo de Leones

Los datos de la FAO son alarmantes, por lo que es urgente continuar trabajando en generar estrategias de empoderamiento económico, a partir de las cuales las mujeres rurales puedan contar con un mayor acceso a recursos productivos, capacitación, seguridad social y mayor poder de decisión en la vida de sus comunidades para que estas brechas de género se reduzcan y desaparezcan.

  1. En los países en desarrollo, las mujeres representan el 45% de la mano de obra agrícola: desde un 20% en América Latina hasta el 60% en zonas de África y Asia.
  2. Las mujeres suelen trabajar entre 12-13 horas más que los hombres por semana.
  3. Menos del 20% de los propietarios de tierras en el mundo son mujeres.
  4. En la región el 39% de las mujeres rurales mayores de 15 años no tiene ingresos propios, versus el 12,7% de los hombres.
  5. Las mujeres reinvierten hasta el 90% de sus ganancias en sus hogares, dinero que se destina a nutrición, alimentos, atención médica, escuela y actividades generadoras de ingresos.

 

 

 

Foto portada: FAO. Fuente: Naciones Unidas/ Dirección de Género y Políticas de Protección de Derechos- Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales - UNLP/Mujeres Rurales-Mujeres con Derechos.
Agradecimientos: Paz Campassi, Asu Ayllapan, Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación/ Adriadna Arrigoni.